AURORA SUMMERDouglas miraba fijamente la cabeza del señor Hanser, pero el pobre hombre no parecía darse cuenta. Mantenía la mano en mi brazo mientras pretendía estar enseñándome golf. Yo fallaba todos los tiros porque me sentía incómoda y completamente distraída.— No creo que el golf sea lo mío. — murmuré, logrando finalmente deshacerme de él.— Pero lo estabas haciendo muy bien — se quejó.— Señor Hanser, deje a la pobre chica en paz. Vamos a jugar. — dijo Douglas con voz dura y fría. Estaba segura de que el señor Hanser no entendió la indirecta.— Lo estaba haciendo muy bien. Vamos, Aurora, inténtalo de nuevo. — insistió.— No, señor, estoy bien. Creo que necesito un poco de agua. — respondí, usando la sed como excusa para salir de allí.Los dejé y caminé hasta la mesa con botellas. Cogí una y, al darme la vuelta, me encontré de frente con un hombre alto, de ojos grises, que me miraba intensamente.— ¿Qué hace una señorita guapa como usted aquí sola? — preguntó, metiendo las manos

AURORA SUMMERMe quedé tumbada en la cama, satisfecha, mientras Douglas jugaba con mi pelo y yo pasaba los dedos por su pecho.— Habrá una conferencia la semana que viene — comenté, y él me miró.— ¿Crees que quiero ponerme a hablar de una conferencia cuando estás tumbada a mi lado?— Es solo que quiero saber si voy contigo — dije.Esa conferencia se celebraría en Suiza y duraría dos semanas. Necesitaba saber si iría con él.— ¿Tú qué crees? ¿Que te dejaría aquí para irme a una conferencia de dos semanas sin ti? De ninguna manera, vienes conmigo. — dijo él, atrayéndome más cerca y abrazándome con fuerza. Inspiré hondo, disfrutando de su olor.Pronto nos quedamos dormidos. Ya era de madrugada, y mi cuerpo estaba exhausto y dolorido después de todo lo que habíamos hecho.Cuando me desperté a la mañana siguiente, Douglas todavía dormía profundamente a mi lado. Me levanté con cuidado, cogí su camisa que estaba tirada en el suelo, me la puse y fui a la cocina.Estaba haciendo tortitas cuan

AURORA SUMMER— De ninguna manera, no vas a salir con ese vestido. Estás jodidamente hermosa. Voy a matar a alguien. — dijo Douglas en cuanto me vio, pero mi única respuesta fue sacudir el pelo y andar con más majestuosidad. — No, no, cámbiate el vestido, joder. Aunque usaras un saco, seguirías estando preciosa. ¿Qué he hecho yo para merecer semejante tormento? Imagina lo bueno que sería ir contigo a esa cena como mi novia. Todos los hombres se mantendrían alejados. Ahora no puedo hacer eso. Lo odio, lo odio, lo odio. — Douglas se quejó como un niño.— Bueno, no tienes más remedio que llevarme contigo. — respondí, encogiéndome de hombros. Él solo me miró como si quisiera encadenarme en una habitación para siempre. No dudo que el pensamiento le pasara por la cabeza...— ¿Existe alguna manera de que te veas menos bonita? — preguntó él, y yo reí. Este hombre de verdad sabía usar las palabras.— No sé, ¿será que existe? — pregunté, caminando hacia él, pasando lentamente la mano por su nuc

DOUGLAS WARDEl viaje de vuelta a casa fue tranquilo y lleno de tensión. Yo todavía estaba moviendo las piernas sin parar, intentando controlarme antes de hacerle cosas terribles en el coche.Podía sentir sus ojos sobre mí, pero no dije ni una sola palabra.Cuando la limusina aparcó frente a la casa, salí y le abrí la puerta. Ella me dedicó una sonrisa de agradecimiento, pero no le devolví el gesto. Estaba demasiado irritado.Entramos juntos en casa y caminé silenciosamente hacia mi habitación. Aurora seguía observándome. No había nada que pudiera decir que la salvara de mi ira.Al entrar en mi habitación, me quité la ropa que llevaba y fui al baño a darme una ducha. Después me puse otra prenda cómoda. Era hora de que habláramos sobre su mal comportamiento de esta noche. Quizás no fuera exactamente una conversación, sino un ajuste de cuentas.Salí de mi habitación y fui hasta la de ella. Cuando entré, no había ni rastro de Aurora, pero el sonido del agua corriendo en el baño indicaba

AURORA SUMMEREstaba tumbada en la cama después de un día lleno de aventuras. No cabía duda de que Suiza era un país precioso. Había muchos lugares que visitar, pero, a lo largo de nuestro recorrido, me cansé, principalmente por evitar al italiano, así que le pregunté a Douglas si podíamos volver y a él no le importó.Tenía algo de trabajo que hacer, pero decidí que necesitaba descansar un poco antes de empezar. Tenía correos electrónicos que responder y algunas situaciones relacionadas con la empresa que necesitaban la atención del CEO, pero tenían que pasar por mí para llegar hasta él.La puerta de mi habitación se abrió cuando Douglas entró sosteniendo una taza de chocolate caliente y con su sonrisa de un millón de dólares.— Toma, esto te ayudará a relajarte. — dijo él mientras me entregaba la taza y se sentaba a mi lado.— Gracias.— No hay problema. ¿Necesitas un masaje? — preguntó, y yo me giré rápidamente hacia él, casi derramando la taza de chocolate caliente que sostenía. La