Su cabello rubio, suelto en ondas suaves, caía como una cascada dorada sobre sus hombros. Una delicada tiara reposaba sobre su cabeza, y su velo, fino como un suspiro, descendía con elegancia por su espalda. Sus ojos marrones brillaban con emoción contenida mientras sujetaba con firmeza el ramo de l

Ella dejo caer la caja al suelo con un golpe sordo, desparramando su contenido como si también sus emociones hubieran sido volcadas allí. Las palabras seguían resonando en la habitación, incluso después de que la grabación se detuvo. "Nunca la voy a amar. Jamás. Ni en esta vida ni en ninguna otra."

El reloj del pasillo marcaba las 3:17 a.m. cuando Dante Moretti llegó al hotel. Su figura cruzó la recepción sin detenerse. Cada paso que daba, lo alejaba más de sí mismo. Ya no era el hombre elegante, calculador y frío. No. Esta vez, era un hombre que sentía cómo algo dentro de él se había quebrado

Dante giró el rostro lentamente hacia ella. Sus ojos negros la devoraron con una intensidad salvaje. Y entonces, habló, cada palabra impregnada de una autoridad que helaba la sangre. —No. No se te permite tomar decisiones en esta unión. Aquellas palabras fueron suficientes para detener el mundo.

La habitación era blanca. Fría. Demasiado silenciosa. Las persianas estaban semiabiertas, dejando que la luz suave del amanecer se filtrara entre las cortinas. Un monitor marcaba el ritmo constante del corazón de Alicia, ese mismo que horas atrás se había debilitado hasta casi apagarse. El aire ol