Sarah estaba arrodillada frente a mi lápida, temblando de pies a cabeza.Thomas sacó de la bolsa interior del saco un fajo de fotos amarillentas y las fue arrojando, una por una, a sus pies.—Tu madre fue la amante de nuestro padre. —En una de las fotos se veía a una mujer de rasgos bonitos junto al joven señor White, con una mirada codiciosa.—Ella fue la empleada de la finca, y luego se volvió la amante de mi padre. —continuó Joseph—.—Cuando quedó embarazada, papá le dio una suma de dinero y la mandó lejos. ——Pero ella dio a luz a escondidas y te tuvo a ti.Sarah abrió los ojos como platos; los labios le temblaban: —¡No… no puede ser…!——Y Cynthia… —la mano de Joseph rozó la piedra de mi tumba, su voz se quebró— …era la verdadera hermana de sangre.Thomas se agachó, sujetó la barbilla de Sarah y la obligó a mirar la foto que estaba grabada en la lápida: —Cuando tu madre supo que la bebé de los White era una niña, se volvió loca por convertirte en la señorita White.—Planeó el secu
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