Al día siguiente, cuando estaban a punto de salir, Alessia seguía algo inquieta. Les recordó una y otra vez a los niños:—Cuando lleguen a la residencia de los Carter, no digan tonterías.Christian, juguetón, hizo un gesto de sellarse la boca:—Está bien, mami, mi boca es más apretada que una nuez.—Jeje, Chris, cuando la nuez madura, su cáscara se abre —lo pinchó Eleanor con picardía.—¡Eh, solo me expresé mal! —Christian sacó la lengua en broma.Claro que no iba a admitir su pequeño plan.Pero cuando su mirada se encontró con el rostro serio de Alessia, se quedó callado.Bromas aparte, travesuras aparte, jamás engañaría a su mamá.Se subió de puntitas al escalón, besó la mejilla de Alessia y dijo:—Mami, no te preocupes, tú siempre serás mi persona favorita.Alessia sonrió, pellizcándole la naricita:—Este pequeñín solo sabe cómo alegrarme el corazón.Tras la advertencia, partieron, con Alessia al volante.Cuando llegaron cerca de la residencia Carter, Alessia aparcó el coche en un
Leer más