Brad:En la Clínica…—¡Brad! ¿Qué te pasa? ¿Me vas a violar aquí mismo? En mi propio lugar de trabajo —me reclamó Jennifer en voz baja, enojada conmigo.«Sus palabras, me hicieron reaccionar, estoy perdiendo el control de la situación, no puedo doblegarme ni humillarme. Perdería mi dignidad, mi orgullo y ni siquiera por ella, lo voy a sacrificar», analicé rápidamente, separándome de ella.—¡Hasta ahora, no he tenido que forzar a ninguna mujer para que se acueste conmigo! Ten la seguridad, que no serás la primera —expuse, llevándome las manos hacia la cabeza y sentándome al lado de esta, para controlar mi deseo por ella.—¡Pues no parece! —afirmó Jennifer, temerosa y levantándose de la cama, separándose de mi lado.—¡Disculpa! —Ofrecí— ¡Perdón! —Rogué, pasando por encima de mi dignidad, a pesar de lo que me había propuesto.»Todo esto, me está haciendo perder la razón, la sensatez —expliqué— ¡Te juro, que no me ha pasado esto, con ninguna otra mujer! ¡Y vaya que he tenido mujeres, en m

En el crucero...El Narrador:Por un lado, Brad se sentía mal. No sabía cómo manejar esa confusión de sentimientos. El hecho de que la mujer que amaba, la única por la que ha sentido ese amor tan inmenso, sea la hija de su peor enemigo, le estaba afectando demasiado. Pero mo podía olvidar que este, provocó la muerte de su padre.Por esta razón, decidió no dormir en el mismo camarote. No toleraba tener cerca a Jenny. Entretanto, ella volvió a sentirse como los días, después del secuestro, deprimida, triste, sola, aunque trató de disimular esto, con sus cuñados.La noche anterior a que terminara el crucero, Brad llegó del brazo de Jennifer a la recepción. Él, bailó con ella, la primera pieza musical, sin embargo, el resto lo bailó con otras mujeres, que se desvivían por estar a su lado. Este, ignoró esa noche a su esposa.Ella, ante lo absurdo de la situación, prefirió salir a cubierta, en donde fue alcanzada por Oliver, su cuñado. El, entristecido por el comportamiento de su hermano co

Entretanto, en el Despacho de la planta baja de la mansión...El Narrador:Charlie, trataba de hacer razonar a Brad, ante el castigo impuesto a Jennifer:—¡Brad! Escucha, por favor, ¿crees que Robert descubrió que tú eres el “Rey de las piedras”? —interpeló este.—¡Sí! No le encuentro la lógica a esto, Charlie. Ella me está mintiendo. Sabes qué me dijo, que “su padre está muerto”. Que no sabe de qué hablo y en fin un poco de mentiras e incluso fingió un desmayo, por lo que al dejar que cayera al piso, se rompió la cabeza.—Y ¿la vas a dejar así, herida? Además, de encerrada en su habitación, sin ninguna atención. Brad, esto te puede traer problemas —aseguró Charlie.»Aquí, nadie sabe lo que haces a espaldas de la legalidad ¿Cómo te vas a exponer de esta manera? —inquirió Charlie, alarmado, ante la conducta descabellada de su jefe, quien estaba fuera de todo orden y control.—¡No me importa, Charlie! —Argumentó este— Ni me interesa, lo que piensen los demás, yo les pago para que me obe

En la Clínica, Jennifer:Al salir, el médico de la habitación evoqué todo lo que viví con Brad, especialmente, esos momentos donde parecía ser la reina de su vida, el centro de su existencia, lo más amado por él.«¿Cómo es posible Brad, que todo terminara así, tan brusca y violentamente? ¿En dónde estuvo mi error? ¿Por qué cambiaste tanto?», me cuestioné.Revivir esos momentos felices con él, me hicieron deprimirme más. Aunado, a esta extrema sensibilidad que siento, a lo mejor por mi embarazo. También, el miedo que experimento al recordar los actos violentos de él, para conmigo.«Te voy a proteger mi amor, hasta de tu propio padre. Si mi madre, me pudo sacar adelante sola, yo también lo haré contigo», pensé, llevándome las manos a mi bajo vientre, en señal de protección a mi hijo.Estando en pleno momento de amor y entrega con mi bebé mentalmente, entró Brad con Charlie a la habitación. De inmediato, él fijó su mirada en mi vientre, observando claramente como quité con rapidez las ma

En ColumbiaBrad: «¡Me parece que fue ayer, que te marchaste! Son tres años de ausencia Jenny, tú cumpliste veintitrés años, en este diciembre y yo cumpliré a finales del año, mis treinta y ocho. Presumo que sin ti, voy a envejecer solo», rememoré, fumando un cigarrillo...Tres años atrás«Mientras, todos celebran en Ciudad Frontera, con una gran fiesta la llegada del Nacimiento del Niño Dios. Yo, estaba aquí, en la misma Ciudad, efectuando una cacería de brujas. Esa noche, debía tener en mi poder al segundo al mando de Robert, su perro Brutus».Estaba acostumbrado a pasar estas fechas con mis hermanos en la Capital. Mientras, que las de año nuevo, las celebraba con mis allegados, en la mansión de Ciudad Fronteras. No obstante, ese día decidí festejar pero de cacería contra Brutus, el lugarteniente de Vic Robert, los culpables de mis sufrimientos.Siendo aproximadamente las doce y treinta minutos de la noche, recibí mi anhelada llamada:—¡Listo jefe! Le atrapé la liebre, solo que est