Capítulo 112 —No soy tu enemiga.Narrador: —¡No puedo creerlo! —explotó Lía de repente, alzando las manos al aire —¡Mi mejor amiga y mi tío! ¡Y ustedes aquí, tan tranquilos, diciéndomelo como si me estuvieran invitando a cenar!Su voz temblaba de rabia y desconcierto. Dio un par de pasos por la sala, girando sobre sí misma, sin saber ni a quién mirar primero. —¿Saben lo que significa esto para mí? ¿Cómo se supone que voy a mirarlos igual? ¡Cleo, tú eras la persona en la que más confiaba!Cleo cerró los ojos, con lágrimas amenazando, pero no dijo nada. Nerón, en cambio, mantuvo la calma, clavando los ojos en su sobrina como si no hubiera espacio para retroceder.—No me grites, Lía —dijo con voz baja, firme, que hizo vibrar el aire —Entiendo tu sorpresa, pero no es una traición.—¡¿Cómo que no es una traición?! —Lía lo señaló con el dedo, el rostro encendido —¡Tú eres mi tío! ¡Tú eres, aunque no lo creeas, la figura que más respeto y vienes y te acuestas con mi mejor amiga!El golpe

Capítulo 114 —Bienvenida a casaNarrador:Cuando la conversación en la sala terminó, el silencio de la mansión se fue adueñando de todo. Nerón tomó la mano de Cleo y la condujo hasta el piso de arriba, sin soltarla en ningún momento. Abrió la puerta de su dormitorio—Ahora tu dormitorio —y dejó que ella entrara primero. La estancia olía a él, a su perfume mezclado con el calor de la madera y el cuero. Cleo recorrió con la vista el espacio amplio, el enorme ventanal cubierto por cortinas oscuras, la cama impecable, los estantes llenos de libros; su lugar, su mundo. Nerón se detuvo detrás de ella y le susurró al oído con esa voz baja que le erizaba la piel: —Quiero que lo mires bien, porque ahora también es tuyo. —Ella lo miró por encima del hombro, con los ojos brillando. Él le sostuvo la mirada y continuó, con la seriedad de quien hace una promesa: —Mañana hablaré con el personal para que vacíen parte del armario y hagan espacio para ti. Lo que necesites, lo que quieras traer… este lug

Capítulo 116 —Distendido… feliz.Narrador:El abrazo entre las dos seguía firme cuando unos pasos se escucharon en el pasillo. Nerón apareció en la cocina con el cabello aún revuelto, los pies descalzos y una expresión relajada que pocas veces mostraba.—Así que me abandonas y se reparten el desayuno sin mí —bromeó, apoyándose en el marco de la puerta con una sonrisa ladeada.Cleo lo miró y no pudo evitar sonreír de vuelta. Lía, en cambio, se quedó observándolo con atención. Había algo distinto en él: los hombros menos tensos, la mirada más ligera, incluso esa sonrisa que rara vez dejaba ver.—Vaya… —murmuró con picardía, cruzándose de brazos —Y yo que pensé que nunca iba a verte así, tío.—¿Así cómo? —preguntó él, arqueando una ceja.—Distendido… feliz. —Lía lo dijo sin rodeos, y esa simple palabra bastó para que el ambiente se llenara de un silencio cómodo, revelador.Nerón se acercó hasta la mesa, tomó la taza de café que Cleo acababa de servir y, tras darle un sorbo, la miró con es

Capítulo 118 —En el amor y en la guerra...Narrador:Nerón se incorporó despacio, aún respirando con fuerza. Se terminó de quitar los pantalones y el boxer, y, con la calma de un depredador satisfecho, se limpió con su ropa interior. Al girarse hacia ella, la encontró aún de pie, con el rostro encendido y los labios húmedos. La sonrisa que se dibujó en su boca fue peligrosa y serena a la vez.—No tienes nada de qué avergonzarte —dijo, su voz grave, casi un susurro —En el amor y en la guerra, todo se vale.Cleo levantó la mirada, todavía agitada, y esa frase la atravesó entera. Nerón dio un paso hacia ella, le tomó la barbilla con firmeza y la obligó a sostenerle la mirada. —Conmigo vas a olvidarte de todo lo que creías saber sobre el sexo, de todos los conceptos que tengas en tu cabeza.Se inclinó un poco más, su boca rozando la de ella, el pulgar acariciándole el mentón. —Nunca te haré daño, nunca te infligiré dolor… —su tono bajó, grave y ardiente —Pero te haré experimentar cosas

Capítulo 120 —Viaje sin rumboNarrador:Una vez que entregó la orden en el juzgado y quedó ingresada en el sistema, Nerón salió al pasillo con el portafolios bajo el brazo. Marcó el número de Marianne sin dudarlo. La llamada no tardó en ser atendida.—¿Qué quieres ahora, Valmont? —espetó ella de entrada, con voz cortante.—Informarte —respondió con calma helada —que ya hay una orden judicial. Tendrás que someterte a una prueba de ADN para confirmar tu parentesco con Cleo.El silencio que siguió fue breve, antes de estallar en gritos. —¡¿Qué hiciste, maldito?! —bramó Marianne, tan fuerte que Nerón tuvo que separar el auricular de la oreja —¡Te vas a arrepentir! ¡No tienes idea de lo que acabas de hacer! —Nerón permaneció inmóvil en medio del pasillo, el teléfono a medio brazo de distancia mientras la voz furiosa de Marianne rebotaba en las paredes. —Acabas de destrozar la vida de la misma a la que dices proteger —continuó ella, fuera de sí —¡Y cuando termine todo esto, yo misma me enc