El conductor, llevó a Marcela y Sandra, a uno de los mejores restaurantes que existían. Al llegar, el conductor salió del vehículo, abrió la puerta del coche, y Marcela y Sandra salieron y entraron al restaurante. La anfitriona del restaurante las saludó y las recibió. Marcela y Sandra se sentaron; el restaurante era bastante elegante y mucha gente venía a almorzar allí. El sitio estaba construido con mármol y piedras, y estaba completamente revestido en cerámica. El camarero se acercó a la mesa donde se encontraban Marcela y Sandra. —Buenos días, hermosas mujeres. —¿Quieren hacer un pedido o prefieren la especialidad de la casa? —preguntó el mesero, con una encantadora sonrisa mientras sostenía su bloc para anotar. —Hola, buenos días, sí, nos gustaría hacer un pedido. Para mi amiga Marcela, un sabroso pollo asado con ensalada y jugo; para mí, una exquisita milanesa con arroz y jugo —comentó Sandra, devolviéndole la sonrisa con amabilidad. —Ya regresó con sus pedidos. Damas enca
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