“Samantha”Al final del día, Heitor me dijo que llegaría tarde a casa; tenía mucho trabajo atrasado y el conductor me recogería. Después de lo que pasó en el almuerzo, tendía a imaginar cosas.Con esta tendencia a imaginar cosas, me consumió la incertidumbre durante más de una hora. Le escribí a Melissa preguntándole si estaba en la oficina y ella lo confirmó, pero tuve que decirle el motivo de mi preocupación.Me fui a casa y, al llegar, todo estaba muy tranquilo. Los niños habían vuelto hoy y ya los extrañaba. Pero Canela no tardó en aparecer y me armó un lío enorme. Desde que llegó, decidió instalarse en la cocina, pasando la mayor parte del tiempo allí, rodeado de María, quien le prestaba atención, le hablaba y le daba un montón de golosinas. Así que pusimos su cama allí, pero cada vez que llegábamos, venía corriendo, emocionado."¡Canela! ¿Qué tal tu día, amiguito?" Pregunté, bromeando con el lindo perrito que ahora era mi amigo. "El mío era un fastidio".Me duché y cené sola, ya

"Heitor"Estaba bastante estresado. Samantha había estado en una situación horrible ayer solo por haber dejado al guardia de seguridad afuera de la tienda. Reinaldo se había excedido en sus funciones, y no iba a permitir que eso pasara.Llamé a Flávio, quien sugirió que Sam presentara una queja, pero ella estaba muy alterada, apenas dormía e insistió en ir a trabajar, lo que me preocupó aún más.Llegué a la oficina de mal humor; necesitaba sacar a Reinaldo de mi zapato. Se había atrevido a tocar a Samantha otra vez, pero eso no iba a terminar.Mis pensamientos estaban completamente centrados en Samantha, y ya estaba demasiado estresado y preocupado. Tomé mi chaqueta y salí de la oficina.Llegué al taller y, al acercarme a mi auto, no podía creer el descaro de la persona que me esperaba. Llevaba un vestido muy corto y vulgar. —Nicole, apártate de mi coche, tengo prisa. —Ya lo dije, porque no estaba de humor para escuchar nada de ese desgraciado.—¡Vaya, Héctor, cuánto estrés! Tu novia

"Heitor"Después de lo que pasó en el centro comercial con Enzo, pedí una cita con mi madre y Hebe. Necesitaba contarles a ambas lo que estaba pasando antes de irme. Por supuesto, Hebe estaba furiosa; es una madre leona, y tras descubrir la verdadera naturaleza de Reinaldo, no quería que estuviera cerca de sus hijos.Aproveché para contarles la sorpresa que le estaba preparando a Samantha. Estaba ansiosa y preocupada. Mi madre y Hebe intentaron tranquilizarme, diciéndome que a Sam le encantaría.El resto de la semana pasó rápido, y el sábado por la mañana temprano viajamos a casa de la abuela de Sam, que vivía en el campo, un poco lejos de nuestra ciudad. Samantha estaba emocionada y muy emocionada. A la hora de comer, llegamos a casa de su abuela. Sam entró corriendo como una niña, recorriendo la casa, hasta que encontró a su abuela en la cocina y la abrazó largamente."¡Abuela!", Samantha estaba encantada. "¡Sassá, querida, te extraño muchísimo!" La mujer bajita y de mirada dulce ab

"Hebe"Ojalá supiera qué le pasaba a mi hermano por la cabeza, porque a veces Heitor pierde la concentración por completo y se va al garete. Le di instrucciones precisas. Era un perro pequeño, solo uno. Luego regresé de un viaje maravilloso y recibí a mis hijos con dos perros, y el perro de Clara era casi tan grande como ella. Quería enviar a los perros y a los niños de vuelta a su casa.Por supuesto, tenía un discurso preparado para responder cuando lo llamé furiosa, interrogando a los dos perros. Lo peor fue que me convenció. Siempre lo hacía. Había sido así desde niños; hacía lo que él quería. Sin embargo, mis hijos eran dos pequeños insoportables, y lo sabía. Eran dos pequeños insoportables que manipulaban a su tío a su antojo, y yo invariablemente me sentía manipulada a cambio, porque después de que Heitor cediera a sus deseos, me hizo ceder a su propio deseo de complacer a sus sobrinos.No tenía elección; Me llevé a los mocosos de vuelta con dos perros. Para mi sorpresa, el pequ