Todos los capítulos de CONTRATO DE APAREAMIENTO CON EL ALFA MALDITO: Capítulo 131 - Capítulo 140
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C131- UNA MÁS.
C131- UNA MÁS.Rodrick seguía en el centro, mostrando una sonrisa triunfal como si ya se hubiera coronado. Odette tragó saliva, se limpió las lágrimas y dio un paso al frente.—No tienes ningún derecho —espetó—. No eres Alfa, Rodrick. Recuerda que fue tu propio padre quien dejó a Zayden, y si lo hizo es porque no te consideraba apto para el puesto.Luego se giró hacia el consejo.—Aun cuando Zayden es la Bestia, su sangre sigue gobernando esta manada. Porque yo llevo a su heredero en el vientre. Y como Luna… también llevo su voz. Y la mía no ha dicho que te aceptemos.Rodrick apretó la mandíbula y giró hacia los miembros del consejo, buscando respaldo. Pero nadie habló.Y Odette los escaneó uno por uno.—¿Así de rápido olvidan todo lo que hizo por ustedes? ¿Cuántas veces los protegió? ¿Cuántas veces peleó por esta manada?—¡Nos puso en peligro! —interrumpió alguien.Era Maelor.—¿Y quién dice que debemos aceptar a la cría de ese monstruo como nuestro futuro? ¡Ese hijo traerá más maldi
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C133- LO QUE ESTES DISPUESTA A ACEPTAR.
C133- LO QUE ESTES DISPUESTA A ACEPTAR.Zayden se dobló sobre sí mismo, respirando con dificultad. Las cadenas le quemaban la piel, y la plata ya le había abierto heridas en las muñecas y el pecho. Aun así, alzó la mirada.—¡Maelor! Él también lo es. ¡Él fue quien mató a Iridessa!El murmullo se expandió como un disparo, y todos se voltearon hacia Maelor.El consejero alzó las cejas, como si acabaran de insultarlo. Luego miró al consejo y a la manada con el rostro controlado.—Esto es ridículo —dijo sin levantar la voz—. Es el último recurso de un hombre acorralado.Zayden apretaba los dientes de impotencia. Se estaba debilitando, y su lobo también. Podía sentirlo gimiendo en lo más profundo de su pecho, casi apagado.La rabia, el miedo y el instinto luchaban por sacar a la bestia. Pero si se transformaba, no habría control. No habría diferencia entre amigo o enemigo. Y Odette… ella podía salir herida, y esa idea lo retenía.—¡No solo yo soy una bestia! —gritó con la voz ronca—. ¡Tú t
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C133 -SÉ MÍA.
C133 -SÉ MÍA.—No tiene por qué terminar así. Todavía hay una opción —susurró—. Pero depende solo de ti… y de lo que estés dispuesta a aceptar.Odette sintió un escalofrío recorrerle la espalda, no por las palabras, sino por el tono que usaba. Era la forma en que se inclinó hacia ella, tan cerca, como si tuviera derecho.Retrocedió medio paso, incómoda, dispuesta a mandarlo al diablo. Pero cuando volvió a mirar a Zayden, su pecho se apretó. Él ya no intentaba contener el dolor. Jadeaba, las venas del cuello se marcaban con fuerza. Era un hecho que estaba luchando, y eso la destrozó.Así que tomó la decisión, aunque sabía las consecuencias.—¿Qué… qué tengo que hacer? —preguntó.Leonard sonrió. Fue apenas un gesto, pero suficiente para helarle la sangre. Suspiró y se inclinó hacia su oído, hablándole despacio, disfrutando cada palabra.—Si vienes conmigo, a mi manada, yo me encargo de que a él solo lo encierren… y no lo ejecuten.El corazón de Odette dio un vuelco. Su primer impulso fu
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C134 - TE DESEO ODETTE.
C134 - TE DESEO ODETTE.Al día siguiente, Odette caminó por el pasillo con el estómago revuelto, el corazón acelerado y la mirada firme. Sus pasos eran decididos, aunque sus piernas apenas respondían. Se detuvo frente a la puerta y entró sin esperar respuesta.Él estaba de pie, junto a la ventana, dándole la espalda.—Acepté irme contigo —dijo sin rodeos—. Pero no me moveré de aquí hasta que Zayden y su beta sean trasladados. Quiero saber que están lejos, fuera de esta manada, antes de que parta.Leonard se giró despacio y había una sonrisa satisfecha y oscura en su cara.—Valiente y directa… —dijo mientras se acercaba—. Me gusta. Además, hiciste lo correcto… tomaste la mejor opción, Odette. —Se detuvo muy cerca de ella—. Te aseguro que serás tratada como una reina en mi manada.Ella se tensó cuando él alzó una mano y la posó en su brazo. Apretó los dientes, luchando por no apartarse de golpe. No quería provocarlo y arruinarlo todo.Leonard aspiró su aroma con descaro y se inclinó hac
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C135 - SOMOS HERMANOS.
C135 - SOMOS HERMANOS.Zayden despertó con un ardor insoportable en las muñecas y el cuello. La cabeza le palpitaba, y el sabor metálico de la sangre le llenaba la boca. Intentó moverse, pero cada mínimo gesto lo hacía gemir.Miró alrededor y se dio cuenta de que ya no estaban en la mazmorra. Ahora estaba encerrado en una carreta de acero negro y plata, reforzada con runas antiguas. El interior era angosto, donde apenas podía moverse. Las rejas eran gruesas y con púas que sobresalían hacia dentro, diseñadas para que cualquier intento de escapar lo destrozara. Miró hacia abajo: el suelo estaba cubierto con polvo de hierro lunar, una sustancia que debilitaba a los cambiaformas hasta casi dejarlos inconscientes.Evidentemente, Leonard no quería que escapara.Miró a su lado. Noah seguía inconsciente; había una herida como la de él en la cabeza. Preocupado, se aseguró de que respirara y, afortunadamente, lo hacía. La carreta comenzó a avanzar lentamente por el centro de la manada.La gente
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C136 - EMBOSCADA.
C136 - EMBOSCADA.Kendra palideció.El mundo pareció vaciarse a su alrededor, y el asco le subió desde el estómago, llenándole la garganta. Sus labios temblaron, pero no alcanzó a decir nada.«Somos hermanos».Estaba a punto de hablar cuando la carreta comenzó a moverse. El crujido de las ruedas arrastrándose por el suelo seco la sacó del trance. Dio un paso atrás sin dejar de mirar a Zayden, pero él ya no la observaba.Kendra quedó inmóvil, con el corazón bombeando descontrolado. Y solo había una pregunta: ¿Y si era verdad?En otra parte, Willow ya estaba lejos del territorio de la manada. Se había marchado después de que habló con Odette, lo hizo sin que nadie lo notara. Todos estaban ocupados con el traslado de Zayden, tal como Odette lo había anticipado.Se detuvo en una zona alta, desde donde se veía parte del sendero rocoso. Tomó aire con fuerza, cerró los ojos y murmuró una oración a la diosa:—Haz que esto funcione… por favor… haz que funcione.Su pecho latía con fuerza, pero
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C137 - EXPLOSIÓN.
C137 - EXPLOSIÓN.―Ella se fue con Leonard…Zayden bajó la cabeza y cerró los ojos. El aire le ardía en los pulmones; una presión brutal le oprimía el pecho. Dolía más que las heridas, más que la plata, más que todo lo que había soportado.Era rabia. Era traición. Era impotencia.Las imágenes se le cruzaban sin control: Odette entre los brazos de ese maldito, su olor mezclado con el de él, su mirada rendida, obligada, manipulada.―No…Gruñó sin darse cuenta, y entonces, el primer silbido cruzó el aire.Noah giró la cabeza, alerta, y Willow apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una manada de guerreros lobo emergiera del bosque, rodeándolos en cuestión de segundos.Desde una colina cercana, Leonard observaba. No sonreía, no hablaba. Solo miraba. Sabía que Odette estaba dispuesta a sacrificarse… pero no le había creído del todo. Por eso había enviado refuerzos. Por si Zayden intentaba escapar. O por si Odette mentía.Zayden se irguió.Sus ojos cambiaron, y el temblor de su cuerpo
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C138 -DESPERTAR EN LO DESCONOCIDO.
C138 -DESPERTAR EN LO DESCONOCIDO.Las puertas de piedra negra se alzaron ante Odette mientras bajaba del carruaje. El aire era más frío allí, y todo a su alrededor parecía muerto: muros grises, suelos grises, incluso los árboles secos que apenas asomaban entre las murallas. La manada de los Corazones de Plata era una fortaleza antigua, sin color, sin alma.Leonard descendió detrás de ella y caminó hasta ponerse a su lado. Sonreía, pero era una sonrisa falsa, de esas que no llegaban a los ojos. —Bienvenida a tu nuevo hogar —dijo con voz suave.Odette lo miró sin decir nada, pero por dentro, algo se revolvía. No solo era repulsión; era miedo, ansiedad. Sus pensamientos iban y venían sin detenerse.«¿Lo lograron? ¿Zayden está bien…?»Leonard avanzó, y ella lo siguió sin ganas. Recorrieron pasillos largos, fríos, iluminados por antorchas tenues. Finalmente, se detuvieron ante una puerta de madera tallada. —Esta será tu habitación —dijo él, abriéndola.Era lujosa, pero no acogedora. La
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C139 -TU PLAN FALLÓ. 
C139 -TU PLAN FALLÓ. Había pasado una semana desde que Odette llegó a la fortaleza de Leonard. Siete días sin saber nada de Willow, Noah o Zayden. Siete días repitiendo su nombre en su cabeza, esperando que respondiera a su llamado. Pero el vínculo seguía en silencio. Y cada intento fallido lo sentía como una puñalada.Ahora estaba en el invernadero, el único sitio que no olía a piedra vieja ni a muerte en la manada. Las flores eran pocas, pero al menos estaban vivas. Y allí, entre violetas lunares marchitas y lavandas del bosque que apenas florecían, Odette se sentaba cada mañana a acariciar su vientre y entonaba una melodía suave.—Estás bien, mi amor... mamá está aquí —murmuró, con los ojos cerrados y las manos acariciando su vientre.Pero la paz del momento se rompió con el sonido de unos pasos.Odette alzó la mirada y se tensó al ver a Nina entrar. La mujer se acercó con los labios curvados en una sonrisa burlona. Se detuvo y luego fijó los ojos en el vientre abultado de Odette.
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C140-MI HIJO HA NACIDO.
C140-MI HIJO HA NACIDO.En la habitación, Odette jadeaba con fuerza. Tenía el cabello pegado al rostro, los labios apretados y los nudillos blancos de tanto aferrarse a las sábanas debajo de ella. La garganta le ardía de tanto gritar, las contracciones no daban tregua.—¡Ya no puedo... no puedo...! —murmuró con voz ahogada.—¡Sí puedes! —gritó la sanadora mayor, sujetándole con fuerza las piernas—. ¡Empuja o morirán los dos!Odette gritó. Fue un sonido crudo, como si se le arrancara del alma. Su cuerpo entero se convulsionó y sintió cómo algo se desgarraba. Y luego, solo hubo silencio. Lo único que se escuchaba era su respiración agitada.Las manos de las sanadoras se movieron rápido. Pero igual que las otras veces, no hubo llanto. Y el miedo la envolvió en un parpadeo.—¿Por qué no...? —jadeó—. ¡¿Por qué no llora?!La sanadora más joven tomó al bebé y lo envolvió en un paño áspero. Lo frotó con fuerza, luego la más vieja le dio palmadas en la espalda, una y otra vez. No sucedió nada.
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