Todos los capítulos de Heredero Ilegítimo: Se Casa Por Venganza : Capítulo 61 - Capítulo 70
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61
Durante el trayecto de regreso a casa, Ruby sintió una oleada de emoción y decidió llamar a su hermana, Andrea, para compartir la gran noticia. Con el teléfono en mano, su voz vibraba de felicidad.—¡Andrea! ¡Tienes que escuchar esto! ¡Vamos a tener una niña! —anunció Ruby, sintiendo que su corazón saltaba de alegría.La reacción de Andrea fue inmediata.—¡No puedo creerlo! ¡Va a ser una niña! —exclamó, su voz llena de entusiasmo—. Gracias por avisarme. ¡Adiós!Ruby se quedó un momento confundida, sintiéndose un poco desconcertada por la rapidez con la que Andrea colgó la llamada. “¿Por qué se despidió tan pronto?” pensó, pero decidió no darle más importancia. Estaba demasiado emocionada por el bebé.Mientras tanto, en la casa de Andrea, ella le comentó la noticia a Marie, quien se tapó la boca por la sorpresa. —¡Ruby va a tener una niña! —informó Andrea, saltando de alegría.—¡Eso es increíble! —respondió Marie, aplaudiendo—. ¡Deberíamos hornear un pastel para celebrar!Andrea sonr
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—¡No puedes estar insinuando eso! —gritó Leandro, indignado—. ¿Qué tipo de locura es esta? —Estoy hablando de la verdad —lanzó Sung-Hoon, su voz firme y decidida—. A eso me refiero, familia. Miríam, por su parte, comenzó a temblar, pero no estaba dispuesta a ceder. —Tú no sabes de lo que hablas. Nuestro padre murió por razones naturales. No hay nada detrás de eso —dijo, aunque su tono temblaba de inseguridad. Sung-Hoon sintió que la rabia y la frustración crecían dentro de él. —Si eso fuera cierto, ¿por qué hay tanto silencio sobre su muerte? ¿Por qué nadie quiere hablar de lo que realmente sucedió? —preguntó, desafiando a sus hermanos y a su madre.Margarita se llevó la mano a la frente, sintiendo que la tensión se acumulaba a su alrededor. —Sung-Hoon, no quiero que esto se convierta en una pelea. Solo intentemos disfrutar de la cena —soltó, tratando de calmar la situación. Pero Sung-Hoon sabía que esto era algo que no podía ignorar. La cena no iba a ser como las demás. Había
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Mientras se duchaba, no pudo evitar que las lágrimas fluyeran. El llanto salió de él sin parar, como un torrente de emociones reprimidas que finalmente encontraron la salida. Lloraba por su padre, por el vacío que había dejado en su vida, y odiaba no haber podido hacer nada para evitar su muerte. Se sintió apresado por la tristeza y la frustración. Con cada lágrima, trató de calmarse, recordando que tenía a Ruby a su lado, pero el dolor seguía presente.Finalmente, después de un rato, se preparó para dormir. Cuando se metió en la cama, Ruby notó que aún tenía algunas facciones hinchadas, y su corazón se encogió al ver a su esposo en ese estado. No pudo evitar preguntar:—¿Realmente estás bien, cariño? Dime qué puedo hacer para hacerte sentir mejor.Sung-Hoon, apenado, se dirigió a ella.—No tienes que preocuparte por mí, Ruby. Todo está en orden, de verdad. Es algo que puedo manejar —aseguró, aunque sabía que no era completamente honesto.Aun así, Ruby no se dejó convencer del todo.
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Aquel día, Adriel decidió que era el momento perfecto para ver a Andrea. Después de salir de su agencia inmobiliaria, se dirigió a la preparatoria con la intención de sorprenderla y compartir un almuerzo juntos. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se habían visto, y quería aprovechar la oportunidad para pasar un día con ella, a quien apreciaba mucho. Al llegar, esperó afuera del lugar, emocionado por verla. Sin embargo, el tiempo pasó y Andrea no aparecía. Un poco preocupado, decidió llamarla. —Hola, Andrea. Aunque quería darte una sorpresa, al final tuve que llamar porque vine hasta la preparatoria, tomando en cuenta tu horario de salida, y todavía no has salido —comenzó diciendo, tratando de sonar despreocupado. La voz de Andrea sonó al otro lado de la línea, y su tono era de disculpa. —¡Hola, Adriel! Lo siento, pero hoy no tengo clases. Sorprendentemente, me dieron el día libre —explicó, sonriendo a pesar de la situación—. Pero no tengo nada que hacer, así que est
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Margarita estaba en su casa, frustrada y gritando con histeria en su habitación. Su mente estaba llena de pensamientos oscuros, y parecía estar al borde de la locura. Diana y Melissa, las empleadas de la mansión, intentaron calmarla.Ambas sabían que Margarita había estado lidiando con una carga emocional pesada desde la muerte de su esposo, Richard. Sin dudarlo, decidieron entrar a la habitación para intentar calmarla.—Señora, por favor, respire —dijo Melissa con suavidad, acercándose con cautela—. Estamos aquí para ayudarle.—Sí, señora Margarita —añadió Diana, tratando de mantener un tono tranquilizador—. Sabemos que está pasando por un momento difícil, pero gritar no le ayudará.Margarita, sin embargo, solo les lanzó una mirada furiosa.—¡Salgan de aquí! —gritó, su voz llena de rabia y desesperación—. ¡No necesito su ayuda!Melissa y Diana intercambiaron miradas de preocupación. Sabían que tratar de calmar a Margarita en esos momentos era como intentar apaciguar una tormenta. Un
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Ruby estaba en su habitación cuando sonó su teléfono. Al ver el nombre de Constanza, su tía, un sentimiento de frustración la invadió. Sin pensarlo, contestó la llamada.—¿Qué quieres, Constanza? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque su voz denotaba enojo.—Necesito más dinero. O te aseguro que haré que tu vida sea un infierno —escupió Constanza con tono amenazante.Ruby sintió que la rabia se acumulaba en su pecho.—Estoy cansada de tus amenazas y de que siempre estés con esto. No pienso darte ni un solo centavo más. Estoy harta de todo esto y quiero acabar con esto de una vez por todas —exclamó, sintiendo que su paciencia se agotaba—. ¡No me vuelvas a llamar!Sin esperar respuesta, Ruby colgó la llamada, sintiéndose aliviada pero también ansiosa. Lo que no sabía era que Marie, quien se encontraba detrás de la puerta, había escuchado toda la conversación.Tocó la puerta antes de entrar.—¿Puedo pasar? —averiguó Marie, y Ruby le dio permiso.Marie se acercó a ella, notando l
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Esa noche, cuando ambos se fueron a la cama, la incomodidad era palpable. Aunque no había gritos ni reproches, la distancia emocional entre ellos era evidente, como un muro invisible que separaba sus corazones. Ruby se acomodó en su lado de la cama, sintiendo un vacío que nunca antes había experimentado.Sung-Hoon hizo lo mismo, pero ambos sabían que algo había cambiado.Ruby no estaba molesta con él; más bien, se sentía triste. Sabía que la revelación de su secreto había creado una brecha que, aunque temporal, era difícil de ignorar. Intentó mantenerse positiva, recordando que era natural que Sung-Hoon se sintiera confundido y herido por lo que había descubierto.Sin embargo, la tristeza la invadía, y no podía evitar pensar en lo que podría suceder con su relación.Ambos se dieron la vuelta, mirando hacia el techo y sintiendo el silencio que llenaba la habitación. Ruby finalmente cerró los ojos, esperando que el sueño la ayudara a escapar de la realidad, aunque sabía que al despert
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Ruby no podía irse a la cama, sintiéndose atrapada en una miríada de emociones. Era imposible conciliar el sueño, así que permanecía despierta, perdida en sus pensamientos. La incertidumbre sobre el futuro de su relación con Sung-Hoon la mantenía alerta, y cada pequeño ruido la hacía saltar. Cuando finalmente su esposo llegó a casa, Ruby se sintió aliviada y, al mismo tiempo, nerviosa. Sabía que debían hablar. —¿Cómo te ha ido en el trabajo? —preguntó, tratando de romper el silencio tenso que había entre ellos—. Siento como si me estuvieras evitando, como si no quisieras verme. Y lo entiendo, por haberte ocultado algo como eso, pero una vez más quiero pedirte disculpas. Lo lamento demasiado. Lo siento mucho. Sung-Hoon, en respuesta, negó con la cabeza y se acercó a ella, abrazándola con ternura. —No tienes que disculparte. Tú no has hecho nada malo. Es entendible la razón por la que te viste obligada a hacer lo necesario para estar bien. Así que no te preocupes por mi parte —dijo,
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Después de la desgarradora confrontación con su madre, Sung-Hoon salió furibundo de la casa. Se subió a su auto y condujo hacia el bar más cercano, decidido a no regresar a casa sin antes intentar ahogar el dolor que lo consumía. La rabia y la confusión se agolpaban en su interior, y la única manera que se le ocurría para lidiar con ello era a través del alcohol. Al llegar al bar, pidió una bebida tras otra, como si no hubiera un final a la vista. Allí, su amigo Adriel estaba presente y, al verlo entrar tambaleándose, no pudo evitar acercarse. —Sung-Hoon, ¿qué está pasando? —preguntó Adriel, sorprendido por el estado de su amigo. Sung-Hoon, visiblemente afectado, comenzó a contarle todo lo que había descubierto. La historia de su verdadera familia, la mentira de su madre y la revelación de que no era el hijo biológico de Margarita lo habían dejado devastado. Adriel lo escuchó con atención, tratando de asimilar la complejidad de la situación. —No puedo creer que todo esto esté pasa
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70
Varios meses habían pasado desde que Míriam, Leandro y Margarita fueron sentenciados a prisión por sus crímenes. La verdad había salido a la luz y, aunque Sung-Hoon había intentado ser fuerte, adaptarse a esta nueva realidad no había sido fácil. La herida seguía fresca, y las cicatrices emocionales eran profundas. Ese día, sin embargo, algo alegró a todos. Andrea entró al piso de Sung-Hoon y Ruby con una sonrisa radiante, celebrando su reciente aceptación en una universidad en Seattle. —¡Lo logré! ¡Fui aceptada! —gritó, emocionada. Sung-Hoon y Ruby se miraron, sonriendo ante la emoción de Andrea. Adriel se unió a la celebración, aplaudiendo y expresando su alegría por el logro de la joven. Mientras la celebración continuaba, Ruby mencionó que su tía Constanza se había marchado a California. —Hablé con ella por última vez, y no estaba ni un poco arrepentida por sus acciones —mencionó Ruby, con un tono de resignación. Adriel, siempre buscando animar el ambiente, tuvo una brillante
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