El policía miró su carnet, con expresión algo extraña: —Pero, ¿no es usted la esposa de Francisco?—Sí, pero estamos en proceso de divorcio. Sus asuntos ya no son mi responsabilidad —respondió Nieves con serenidad.—Oficial, por favor tramite mi solicitud primero. Mi amigo no está acostumbrado a lugares como este —añadió con calma.El corazón de Nieves había muerto hace tiempo, especialmente cuando se trataba de Francisco. No sentía absolutamente nada.Antes de que Francisco pudiera decir algo, Mónica se abalanzó hacia él, abrazándolo sin importarle nada más.—Francisco, has sido tratado injustamente —sollozó—. No te preocupes, te sacaré de aquí lo antes posible. Te rescataré.El policía, que al principio no entendía el comportamiento de Nieves, ahora lo comprendía todo al ver a Mónica con lágrimas en los ojos. Sin hacer más preguntas, comenzó a tramitar la documentación. Después de pagar cinco mil pesos de fianza, finalmente accedieron a liberar a Julio, advirtiéndoles que en el futur
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