Capítulo 85
Estos periodistas, aunque quizás no destacaran por su talento literario, eran expertos en crear polémica. Ya que Mónica les había dado semejante material, no iban a desaprovecharlo, y comenzaron a disparar frenéticamente sus cámaras.

Mónica mantenía una expresión impecable, pero sus manos estaban cerradas en puños por la tensión.

Siempre había sabido que Francisco era poco confiable, pero jamás imaginó que la traicionaría así cuando ni siquiera estaban casados. Esperó a que los periodistas se marcharan y luego regresó a la comisaría.

Después de muchos esfuerzos, Mónica finalmente logró ver a Silvio.

—¡Mónica, sálvame! Lo hice todo para defenderte. ¡Tienes que sacarme de aquí, no puedes abandonarme! —suplicó Silvio al verla, como si fuera su última esperanza.

Viendo su desesperación, Mónica solo pudo reír amargamente, con el rostro sombrío:

—¿Tienes idea de los problemas que me has causado? ¿Por qué tengo que tener un hermano tan estúpido como tú? ¿Qué sabes hacer además de causarme pro
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