—¿Podemos hablar, Aisling? —pregunta la anciana con su habitual tono suave, ese que parece envolver cada palabra con una delicadeza casi maternal—. Solo un momento, por favor. —Bueno, yo... estaré cerca, Lin —dice Thea, poniéndose de pie con una sonrisa tensa mientras me ayuda a levantarme—. Si ne
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