Felipe se quedó pensativo por un buen rato y se preguntaba: ¿Será que se enojó conmigo? Luego trató de tranquilizarse un poco, mientras se decía. No creo… Aun así, tomó su teléfono y llamó a su amigo Santiago para preguntarle qué podría regalarle a su esposa. "Ya que tal vez había sido demasiado brusco con ella al morderle los labios y eso la había molestado un poco".Al mirar la llamada de Felipe, Santiago respondió con entusiasmo, emocionado porque quería contarle a su amigo sobre su vida amorosa con Mariela. Sin embargo, Felipe no le dio tiempo de hablar, dado que de inmediato le dijo:—Santiago, te llamo porque necesito tu ayuda para elegir un regalo para mi esposa. Creo que se enojó un poco conmigo, por su parte, Santiago se puso un poco infeliz, ya que su amigo no lo dejo que le contara sobre su felicidad con su novia.Por el lado, Sofía había logrado activar el micrófono oculto en el estudio de Felipe, el cual le permitirá escuchar todas sus conversaciones, y se colocó los audí

Cinthia movía la cabeza de un lado a otro, convencida de que ese chico sería la pareja ideal para Vero. Tras reflexionar sobre ello, miró a su amiga, quien no prestaba atención a nada más que a la comida en su plato. Y volvió a negar con la cabeza y desvió la mirada hacia Pablo, quien seguía hablando por teléfono. No sabía qué le decían del otro lado de la línea, pero escuchaba claramente sus palabras.Y se sorprendió mucho al oírlo preguntar:—Doctora, ¿en cuánto tiempo me podré recuperar?Vero levantó la vista, un poco confundida. Pablo le hizo una seña, pero ella, sin haber seguido la conversación previa, no supo qué responder. Entonces, él cubrió el micrófono del teléfono con la mano, se inclinó y le susurró:—Estoy hablando con el director de la clínica. Y le estoy diciendo a mi superior que estoy enfermo... para así poder llevarte a probar más comida y, lo mejor de todo, sin interrupciones.Los ojos de Vero se iluminaron de emoción.—¿Y qué tengo que decir? —preguntó entusiasmad

Sofía siguió buscando para asegurarse. No quería volver a desperdiciar su energía en alguien sin importancia, como lo había hecho con Anna antes. Y estaba a punto de llegar a donde estaban colgados los uniformes de Mariana. Cuando escuchó el sonido inconfundible de la puerta abriéndose, ella de inmediato se tensó, pues pensaba que la habían pillado hurgando en las cosas de Felipe.Mariana que era la persona que había entrado a la habitación y, al instante, sintió que algo no estaba bien. Ya que sus cosas no estaban donde las había dejado. Frunció el ceño y murmuró para sí misma: "Pero yo no dejé esto así".Sus pasos se volvieron cautelosos mientras avanzaba, examinando cada rincón de aquella habitación.Al llegar al clóset, su sorpresa se convirtió en molestia al ver casi toda su ropa en el suelo. Su mirada recorrió el lugar hasta detenerse cuando miró algo inquietante: Ya que la ropa del lado de Felipe se movía sola. Algo, o alguien, estaba ahí. Oculta entre la ropa de Felipe, Sofía,

Sofía tragó saliva y asintió. Pues no le quedaba otra opción que aceptar todo lo que Mariana le decía ahora mismo.Sofía solo asintió con la cabeza y salieron, para luego ser la primera en salir seguida por Mariana.Y apenas salieron del closet, vieron a un Felipe que se estaba quitando su camisa, Sofía cuando lo vio así, quiso acercarse más a él, pero este no se lo permitió y le dijo ¿Qué haces en mi habitación?Ya que él todavía no había visto a Mariana, y no dejó que Sofía hablara y la siguió regañando, no te dije que por ningún motivo podrías entrar a mi habitación.Mariana se había metido sus manos a los bolsillos de su uniforme, solo viendo el espectáculo y se reía de la miseria de Sofía en ese momento, parecía una dulce e inocente mujer siendo regañada por un ogro.Felipe le volvió a decir, dame una explicación válida para saber ¿Por qué estás en mi habitación sin mi permiso?Lo dijo con una voz que cualquier persona se asustaría, menos Mariana que sabía, que su esposo no era c

El médico le respondió con calma, explicándole que era común no percibir el sabor de ciertos alimentos en la comida. Pero luego, con seriedad y al mismo tiempo con un alivio palpable en su voz, añadió: No te preocupes. Gracias a la pastilla que te administraron a tiempo, lograron salvar tu vida. De no haber sido así... ya no estarías aquí'.Fiona levantó la mirada de inmediato hacia donde Mariana estaba de pie, sus ojos llenos de gratitud y asombro. Con la voz aún temblorosa, le dijo: 'Gracias... gracias por salvarme la vida.' Pero luego, sin poder contener su curiosidad, añadió: '¿Cómo supiste lo que me estaba pasando en ese momento?Mariana le sonrió un poco y le respondió: Yo también sufro de algunas alergias. Siempre llevo mi medicamento conmigo, sin importar a dónde vaya... por seguridad. He aprendido a estar preparada, porque nunca se sabe cuándo puede ocurrir una emergencia.Fiona volvió a darle las gracias, con los ojos aún brillando de gratitud. Luego, con determinación en su