En ese preciso momento, mi estado de ánimo estaba tan destruido que no sabía qué hacer, deseaba poder salir de ese lugar que me estaba causando tanta vergüenza.Luna trató de consolarme: —Óscar, no te pongas tan nervioso, ya pasó lo que pasó. Aunque te sientas avergonzado, no sirve de nada seguir dándole vueltas a ese asunto.—Y en realidad no nos importa, después de todo, todas nos conocemos muy bien, estamos acostumbradas a vernos unas a otras.Aunque me decía eso, no podía dejar de sentirme incómodo, al principio porque no me atrevía ni a imaginar ese tipo de escenas en mi mente.Con apenas 20 años, ya había tenido una experiencia tan incómoda, ¿cómo iba a enfrentarme a ellas después de todo esto?Le dije a Luna: —Luna, ¿puedes venir a verme? Me siento fatal, de verdad, me siento tan mal por dentro.Luna, preocupada, me respondió: —De acuerdo, espera un momento, voy para allá en seguida…—Óscar, al fin te has despertado,— justo cuando Luna terminó de hablar, una voz femenina apareci
Leer más