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93 chapters
El momento ha llegado
Dos semanas después, las chicas Coldwell se encontraban comprando algunas cosas para decorar las habitaciones de sus pequeños en su nueva casa. Habían elegido una casa hermosa en las afueras de la ciudad, con habitaciones suficientes para los pequeños y todas las chicas, con un enorme jardín al frente. En la tienda elegían algunos móviles y mantas que les hacían falta, de pronto, Sarah y Katrina se doblaron, llevándose las manos al vientre, mientras una mueca de dolor se reflejaba en sus rostros.—¡Ay, no! —gimió Sarah, apoyándose en un estante.Katrina, con los dientes apretados, maldijo debido al gran dolor que sentía.—Es ahora, maldita sea.Vanessa y Marianne reaccionaron rápido, dejando caer las cosas que llevaban. Cada una tomó a una de sus primas por el brazo y las guiaron al auto, ante la mirada de clientes sorprendidos. El trayecto al hospital fue un caos: Vanessa conducía a toda velocidad mientras Marianne, en el asiento trasero, intentaba calmar a Sarah y Katrina, que gemí
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Final
Al día siguiente por la mañana, Sarah y Katrina fueron dadas de alta del hospital, lucían aún pálidas por el esfuerzo del parto. Las Coldwell y los Damasco las acompañaron hasta la nueva casa, la abuela Greta, había insistido en que volvieran a la mansión Coldwell.—Es lo mejor para las niñas.Vanessa, fue quien respondió.—No, abuela, esta es nuestra casa ahora. No volveremos a vivir bajo tus reglas.Greta frunció el ceño, pero no insistió, las chicas habían cambiado; Ya no eran las marionetas de la tradición Coldwell, los Damasco, por su parte, llenaron la casa con ramos de rosas en tonos rosas, y blancas. En un intento por mejorar las cosas con las madres de sus hijas. Diego y Daniel, no se separaban de Emma y Lily, mirándolas como si temieran que desaparecieran. Dante y David, en cambio, eran conscientes de que Vanessa y Marianne aún no los querían cerca.Vanessa, en particular, evitaba a Dante, cada vez que él intentaba hablarle, ella desviaba la mirada, cruzándose de brazos. P
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Epílogo
Seis meses después de la boda, las pequeñas Emma y Lily, gateaban bajo la mirada atenta de sus padres. Vanessa, con su bebé recién nacido en brazos, un niño al que llamaron Noah, sonreía desde la terraza. La vida, con sus altibajos, había encontrado un ritmo dulce. Las Coldwell y los Damasco, unidos por el amor y sus hijos, habían dejado atrás las sombras del pasado. Pero en las noches, cuando los niños dormían, las cuatro parejas encontraron momentos para revivir la chispa que los había unido, cada una a su manera, en la intimidad de sus habitaciones.Sarah y DiegoLa habitación de Sarah y Diego olía a vainilla, gracias a las velas que ella había encendido en la mesita de noche. Emma dormía profundamente en la habitación de al lado, y ellos, por fin, tenían una noche para sí mismos.Sarah, con un camisón negro que apenas cubría sus muslos, se acercó a Diego, que estaba sentado en el borde de la cama, todavía con la camisa desabotonada tras un largo día. Sus ojos se encontraron, y el
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