Viendo que era Tadeo, lo puso fríamente.—He traído la clave secreta, ¿cuándo vas a soltar a la abuela?Tadeo sonrió, —No tengas prisa. Deja la clave secreta en la puerta, y cuando esté seguro de que la clave secreta es real, por supuesto que la soltaré.—¡No, no te daré la clave secreta hasta que vea a la abuela!Tadeo se mofó: —Leonardo, ¿crees que tienes otra opción? Dejas la clave secreta en la puerta, y lárgate, o la abuela morirá delante de ti, tú decides.Tras unos segundos de silencio, Leonardo dijo lentamente: —Tadeo, esta clave secreta es importante para ti, ¿no?—¿Y qué?—Si no me equivoco, estás recogiendo esta clave secreta para la gente que está detrás de ti, y si la clave secreta se estropea, ¿podrás seguir siendo el presidente del Gran Félix?—¡No te atreves!La voz de Leonardo no tenía temperatura, —Déjame ver a la abuela. Suéltala y te daré la clave, ¡si no, no te la daré aunque destruya la clave secreta!La respiración de Tadeo se hizo de repente mucho más agitada, d
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