Fui quitándole su camisón lentamente, deleitándome como la prenda me iba revelando poco a poco el cuerpo de mi prometida, es tal y como lo recuerdo o al menos una parte de él ya que sus pechos se hicieron mucho más grandes, al darse cuenta de que he notado su cambio físico, enseguida se cubrió los senos, apenada por los cambios.—No tienes por qué avergonzarte de esto, es normal y me encanta.Lentamente empezó a apartar sus brazos y apenas los quito por completo, posé mis manos sobre ellas, tomando entre mis dedos sus pezones apretándolos suavemente, sentí como su cuerpo se estremecía, empecé a mover un poco las caderas, suave y lento, sin prisas, tenemos toda la noche para yacer juntos. Su interior aprisiono con algo de fuerza mi pene, haciendo que suelte un gemido algo ronco, esto hizo que empezara a mover las caderas con un poco de brusquedad, buscando esa sensación placentera; sin duda alguna, cada vez que estoy haciéndole el amor a Ginebra, siento que estoy en el paraíso en vida.
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