Luna no se dio cuenta de la aparición de los dos, ni del rostro con expresión muy siniestra del hombre.—La persona que está abajo probablemente sea la futura dueña de esta mansión y, entre nosotros solo hay una simple relación de patrón y empleada. En el futuro solo necesitas cobrar tu dinero y hacer tu trabajo. No te metas en mis asuntos y solo haz muy bien lo que debes hacer.¡Emma realmente se había pasado del límite!Luna sabía con claridad cómo era la sensación de ser traicionada. Con la lección aprendida y el alto precio que había pagado, ella no caería de nuevo en la misma trampa. Su actitud era igual respecto a Emma y también Andrés: preferiría pasar toda su vida en la soledad a ser traicionada otra vez.—¿Por qué estás haciendo berrinches de nuevo?De repente, se escuchó una voz indiferente del hombre, lo que sobresaltó a Emma de inmediato. Luna escuchó la voz y miró asombrada a la persona que se acercaba con una expresión indiferente y un evidente disgusto en sus ojos.María

La mirada de María brillaba de gran emoción. Seguía haciéndole la misma pregunta, ¿Qué quería probar con esto? ¿Para burlarse de que ella era solo una simple inútil? Después de dos vidas, María seguía siendo la misma, capaz de obtener absolutamente todo lo que quisiera con facilidad. Sin embargo, ella, Luna García, ya no anhelaba nada más. Solo quería vivir de manera tranquila y estable, solo quería encontrar al niño de Gabriel y criarlo para compensar todo lo que le debía… De no ser por ella, él nunca hubiera terminado su vida de esta manera tan cruel. Tal vez la verdad era como lo que María había dicho en el pasado, que ella era completamente una desgracia que traía mala suerte a todas las personas a su alrededor… Todos los que le importaban terminarían en grave peligro, alejándose de ella uno por uno…En comparación con el gran entusiasmo de María al sospechar que ella también había renacido, Luna parecía mucho más tranquila en ese momento, como un sereno estanque en la noche.—Lo s

A Adam le sorprendió que Luna pudiera volver al estudio.Los empleados miraron a la persona que acababa de irrumpir en la sala y quedaron asombrados al instante por su apariencia. Sencillamente, algunas personas nacen con una belleza natural que emana un aura única. Era imposible no mantener la mirada fija en la piel blanca y delicada de la impresionante belleza de Luna.Cuando Adam y Devin salieron de la sala de reuniones, la vieron en la puerta. En ese preciso momento, el recepcionista se acercó, pero Adam levantó la mano para detenerla.—Tranquilo, la conozco.Luna fue invitada de inmediato a entrar dentro de la sala, donde Devin le sirvió muy atento una taza de café caliente.—¡Pensaba que no volverías! —Dijo.Adam se sentó muy cómodo en el sofá junto a Luna, manteniendo una distancia prudente. Ella miró a su alrededor observando detenidamente el entorno.—Soy estudiante del maestro, ¿cómo no iba a volver sabiendo que estaban todos aquí? Por cierto, ¿y el profesor? ¿Dónde está?Ada

Quién habría dicho que, después de tanto tiempo, Luna no había logrado olvidar a Gabriel. Aunque, todo sea dicho: los muertos dejan una imborrable impresión que cala hasta la médula. Además, Luna era muy obstinada. Aunque Álvaro no sabía muy bien qué había pasado, más o menos se iba haciendo una idea. La noche anterior, María fue con Andrés a la Mansión del Sol, una escena impresionante que nunca se habría podido imaginar ver. Sin embargo, contra todo pronóstico, fue Luna la que terminó siendo expulsada de la casa.Andrés apretaba firmemente el anillo de rubí en su mano. El borde afilado de la joya le rozaba la herida aún sin cicatrizar y teñía nuevamente de rojo el vendaje.—Señor, ¿quiere que alguien lleve a la señorita de vuelta a casa? —Preguntó Álvaro. Apenas terminó de hablar, apareció de repente un hombre. Llevaba una pequeña y ligera manta en las manos que colocó en las piernas de Luna. —Ya creía que te habías ido a casa —dijo Adam tras sentarse a su lado. Cuando Luna se fue,

¿Qué se creía? ¿Que todo lo que había dicho y hecho se podía ignorar por completo como si no hubiera ocurrido?—Andrés, no te arrepientas de tus palabras.Dijo Luna con un tono frío y decisivo.En ese preciso instante, Luna levantó el cuchillo que tenía en la mano y se dispuso a apuñalarle sin vacilar. Álvaro abrió de manera horrorizada los ojos de par en par con una mezcla de sorpresa y terror. Rápidamente le agarró la muñeca, pero llegó demasiado tarde. La punta del cuchillo ya se había hundido en el cuello de Andrés.Andrés sintió una fuerte punzada de dolor y notó el calor de la sangre brotándole del cuello. Extendió los dedos y palpó con horror la sangre. En ese momento, el dolor físico no significaba nada para él en comparación con la absoluta tristeza de su corazón. Había intentado asesinarlo de verdad.—¡Señor!Álvaro le arrebató con rabia el cuchillo de las manos a Luna y lo lanzó con fuerza al suelo. Andrés levantó la mano para detenerle, indicándole que estaba bien y se leva