¸.☆¸.♡.¸• ๑۩۞۩๑ • ¸.☆¸.♡.¸ Narrador Ana avanzó por el pasillo con una mano sobre su vientre. No como defensa, sino como afirmación. Cada paso era una decisión. Cada respiración, un recordatorio. Frente a la puerta de los aposentos de Enzo, no dudó. Entró sin anunciarse. Enzo estaba ahí, como si la hubiera presentido. La luz tenue revelaba su rostro cansado, el pecho descubriendo el vaivén de emociones que no lograban dormirse. —¿Vienes sola? —preguntó, pero no miró su vientre. Miró sus ojos. —Ya no estoy sola —respondió Ana, y sus dedos rozaron su abdomen con intención. —Y eso lo cambia todo— Enzo se acercó con calma. No la tocó. Solo se detuvo frente a ella. La mirada clavada en la mujer que ya no solo era Luna, sino madre en formación. Refugio y batalla. —¿Por qué viniste? —susurró. Ana respiró hondo. —Porque antes era fácil correr. Ahora, todo se mueve dentro de mí, incluso el miedo. Y tú… tú eres el único que puede ayudarme a sostener esto sin romperme— La ha
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