El chico avanzó con pasos medidos y miró la puerta a su espalda, sonrió al ver que no habían moros en la costa. Era medianoche, y la tranquilidad de la madrugada daba apertura a muchas travesuras, como la que estaba a punto de cometer en ese momento.Salió por la ventana con un enorme entusiasmo, y se ayudó con un árbol que estaba justo fuera para descender al primer piso. Los guardias alrededor reían y charlaban, ocupados con sus fanfarrias y conquistas de mujeres y Omegas.Salió furtivamente, evadiendo ser atrapado, pero no respiró hasta encontrarse en el patio trasero, donde ocultaba su salida secreta. Era un hueco que a su suerte, todos desconocían de su existencia, y lo ocultaba con las ramas de los alrededores.Al salir y sentir el aire fresco, suspiró profundo. A pesar de lo inmenso que era su hogar, se sentía sofocado ahí dentro. Su padre era muy estricto y no podía interactuar con prácticamente nadie, además de los empleados, su nana y Aziel-su mejor amigo.Incluso asistía a u
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