Recuerdos...

Larry…

Diario de una pasión.

Capítulo 1

Alisa vida de mi vida, Alisa  ante la sociedad, Alisa para los amigos, Lisa para su familia y en mis brazos solo es Alisa, la mujer que me quito el sueño, sus ojos color miel, su piel de porcelana, su cabello como fuego y que decir de su cuerpo de mujer que me excita hasta el borde de mis deseos.

Cuando Dios te dice que te arrojara al mundo de los mortales, no te dice en que familia vas a nacer o que si realmente llegaras hacerlo, pude tocarte una familia que te esperara por ti por nueve meses o simplemente en el vientre de una mujer, que te aborte en un baño público. Quizás te toque una familia disfuncional, en la que tu presencia más que alegrarles simplemente le desagrade, en mi caso fue la última ya que mi padre jamás le respondió a mi madre, el simplemente como muchos desapareció dejando a mi madre con una carga y esa carga era yo.

Ella falleció cuando yo apenas era un niño de unos doce años, ahí aprendí lo que era la soledad, esa que te invade con miedo a que no tienes a nadie que te apoye, ni que vea por ti. Salí a la calle, ya que el hambre así me lo exigía, solo pidiendo comida como cualquier niño de la calle, necesitado de cariño y amor. En el transcurso de esa vida, había una pareja en un restaurante, yo tenía muchísima hambre y me detuve a observar como aquella mujer, le daba su alimento a su hijo, le indicaba ¡Cómo debía comer sin manchar su ropa! Su padre no dejaba de verlos y me preguntaba ¿Así será tener una familia? La mujer se dio cuenta que los observaba, así que me invito a su mesa…

En la soledad de mi departamento aún recuerdo ese día, últimamente me ha dado por recordar mi pasado ¡¿De dónde vine?! –Me pregunto−. Tomo mi botella de agua y salgo a correr como siempre, después del trabajo, me gusta mantenerme en forma. Los recuerdos llegan de golpe, será porque pronto será el aniversario luctuoso de mi tutor, es que tengo los recuerdos a flor de piel.

−Hola ¿Cómo te llama? –Me pregunto aquella señora, mientras que yo solo veía su plato y en un arrebato solo robe un puñado de papas, ella debía enojarse por lo que hice, pero solo sonrió pidiendo que le llevaran la carta para invitarme a cenar. Recuerdo que tenía tanta hambre, que me comí todo lo que me pidió, sumando lo que ella ya tenía en su plato.

Cuando ya había terminado, me disculpe con ella y su esposo, les dije que no quería tomar su comida, pero que estaba al punto de que si no comía, me iba a desmayar. Ella solo me sonrió y tomo mi cara para darme un beso. ¡Pueden creerlo! Esa señora tan elegante, me dio un beso sin sentir asco. Me despedí de ellos intuyendo que jamás los volvería a ver, pero no fue así, cuando iba caminando a buscar un lugar donde dormir, comenzó a llover y realmente pensé que me iba ser difícil encontrar ¿Dónde dormir? Con esa tormenta, que no iba a parar en toda la noche.

Ellos subieron a ese elegante carro, donde iba muy sonrientes y yo solo busque una esquina para no mojarme, realmente esa noche no iba a dormir, el agua caía como torrencial cuando su auto se para enfrente de mí y ese señor solo me dijo…

−Sube, no queremos que te enfermes –hablo mirándome, como yo ponía mis ojos como plato, sin poder creer lo que me decían. Subí al lado de su hijo, el cual jugaba con un carrito y me lo extendió, ese niño apenas y si tendría unos dos años de edad, era un bebe apenas pero su humildad se salía por los poros.

Cuando llegamos a un lujosísimo hotel, en el cual se hospedaban, yo solo me arrincone en una esquina, no quería ensuciar y uno de los empleados se acercó…

−Pero ¿Quién te dio permiso de entrar? ¡Eres un pordiosero! Es mejor que salgas de aquí de inmediato o vas a ensuciar. –Levantándome violentamente del brazo para sacarme.

El señor que estaba pidiendo su llave en la recepción, no se dio cuenta de nada, pero su esposa en cuanto vio como me trataron intervino.

−Deja ese niño en paz, si no quieres que ahorita vaya con tu supervisor y le diga el trato tan inhumano que tienen con sus huéspedes.

−¡Huésped señora! Este niño solo es un pordiosero, que ni soñando se podría hospedar aquí.

La señora Amelia Macmillan lo miro con desaprobación, aun teniendo a su hijo en brazos simplemente, le dijo. –Ese muchacho es mi invitado y te exijo que lo sueltes de inmediato, sino quieres que mi esposo te de una paliza, que en tu vida la vas a olvidar.

El señor Macmillan al escuchar a su esposa alterada se acercó para saber ¿Cuál era su disputa?. –Querida ¿Qué pasa? –pregunto al verla alterada y tratado de detener al de seguridad del hotel.

−Este tipo, que quiere sacar al nuestro invitado a la calle. –Casi con lágrimas en los ojos−. Viendo como el de seguridad, me tenía apretujado del brazo.

−Suelta inmediatamente a ese niño, dijo bien mi mujer que es nuestro invitado y no ere nadie para echarlo. –Con una mirada fulminante, dando alcance para que me soltara poniéndome detrás de él, como protegiéndome.

−Perdón señor, es que yo no sabía, pensé que solo era un niño de la calle que se quiso colar para dormir adentro y eso no lo podemos permitir. –Agachando la cabeza.

−Pues esta noche es mi invitado. –Mirándome−. Anda vamos dormirás en una habitación anexa con mi hijo, no te preocupes nadie te va echar.

−Yo no podía creer mi suerte, iba a dormir ahí y no en la calle, solo lo seguí me habían dicho que algunos ricos se llevaban algunos niños, para abusar de ellos e inclusive para hacer pornografía con ellos, pero ese no era mi caso. Esa familia solo me acogió como uno más de ellos, a partir de ese momento me acogieron como si fuera su hijo, haciéndose cargo de mí.

Ya en la habitación el señor Macmillan me dio una playera suya y una especie de calzoncillo que ahora sé que es un bóxer, para que tomara un baño cuando salí me esperaban en aquella cama los dos, pensé lo peor y solo tragaba grueso.

−Vaya sin tanta mugre hasta pareces un niño normal, mañana te llevaremos a comprarte algo de ropa y si tu quiere podríamos llevarte a casa con nosotros, anda dinos ¿Tienes familia? –Me preguntaron, mirando como mis lágrimas me fluían cuando les dije que no.

−¿No tienes a nadie? Entonces –pregunto la señora Amelia que me miraba con ternura, así como me miraba mi madre.

Solo negué con la cabeza, ya que si tenía unos tíos los cuales cuando supieron de la muerte de mi madre, me dijeron que no podían hacerse cargo de mí. –Tengo unos tíos, pero ellos no pueden tenerme, su familia es grande y no hay lugar con ellos para mí.

−Entiendo, podrías llevarnos con ellos, si es que quieres que nosotros nos hagamos cargos de ti como tus tutores, necesitaremos su permiso y algunos documentos para que puedas viajar con nosotros, claro si tú quieres. –Sentándose en la cama al lado de su esposa, la señora Amelia, mirando mi reacción.

−¡¿Qué si quería ir con ellos?! ¡Claro que sí, si hasta la pregunta era tonta! solo sonreí. –Claro que quiero ir con ustedes –dije aun sin poder creerlo.

Al siguiente día después de desayunar, así como ellos dijeron me llevaron a comprarme ropa y después fuimos a la casa de mis tíos, donde el señor Macmillan tuvo una plática larga con ellos, solo vi que extendió un papel el cual firmo. Ahora sé que fue un cheque por una cantidad de dinero y le entregaron mis documentos, creo que si les hubieran pedido para que me extirparan los órganos aun así me hubieran dado con ellos.

Así ellos arreglaron con sus abogados mis documentos, para salir de mi país de origen Grecia aunque la verdad para mí, solo me dolía que alejarme de la tumba de mi madre. Ellos unos días después me preguntaron ¿Si quería ser su hijo adoptivo? Llevando su apellido, pero yo me negué sentía que si lo hacía iba a terminar de matar lo único que mi madre me dejo, su nombre así como su apellido Dumont.

Años después, varios años simplemente me tope de golpe con el ángel del cual me enamoraría hasta la locura, ni siquiera sé ¿Cómo pudo perturbarme tanto? Aún me lo reprocho hasta ahora, pero esa imagen con su aura se impregno de todo mí ser. Aún recuerdo la primera vez que la vi, aún era una adolecente yo ya era un hombre por así decirlo, ella estaba en el jardín de la mansión Macmilla la cual era de la madre del señor Macmillan. Nunca me atreví a llamarlo padre, siempre supe mi lugar aunque ellos me acogieron como un hijo, sabía que no podía cruzar la línea.

Iba por un pedido de la madre la señora Elena Macmilla, madre de mi tutor, pero en el transcurso del camino, ahí estaba toda ella con un halo diabólico, que me quedé estupefacto con aquella imagen entre aquellas flores, sus labios color cereza enrojecida y su cara aun ruborizada, por estar mirando a un joven que a todas luces no le hacía caso.

 Sin embargo para mí no pasó desapercibida, su fragilidad de verla ahí parada solo hacía que yo percibirá cosas que nadie más lo hacía, sus berrinches por no obtener lo que quería era mí mayor fascinación. Si me hubieran escaneado en ese momento, hubieran descubierto mis más íntimos deseos, que para decirlo no eran los mejore ya que de una forma u otra, yo la deseaba, si la deseaba con todo mi ser y toda mi lujuria contenida.

Aunque sabía que jamás podría posar mis ojos en ella, ya que no pertenecía a su mundo y estaba muy lejos de estarlo, pero el hecho, de verla a la distancia hacia que creciera mi deseo de que me perteneciera de una u otra manera. No me mal entiendan, jamás haría algo que la perjudicara, pero en mi mente era la perfecta musa de mis mayores candentes y retrógrados deseos sexuales a los que yo podría tener con ella.

En mi mente la poseía de una manera desmesurada, tocando cada parte de su piel, besando todo a mi paso sin dejar un centímetro sin probar, haciéndola mía hasta el cansancio, obteniendo su aroma y su miel. Posando su cabeza en mi pecho solo acariciando su cabello, susurrándole mi seducción en sus oídos, diciéndole poemas de amor para que se enamorara de mí.

Pero eso solo sucede en mi mente, en la oscuridad de mi cuarto donde la soledad me llega de golpe, donde no hay nadie quien mire mis más oscuros deseos, pero donde quisiera tenerla. A veces la miro ahí sentada en mi sofá diciéndome hazme tuya, pero sé que solo es un sueño al que nunca lograre acceder, su ausencia de su voz me indica que solo es un sueño.

Aún recuerdo el dolor que me dio cuando supe, que la mandarían fuera para que estudiara se la llevaría a Londres. Esa mañana yo era el encargado de llevarla al aeropuerto, sus maletas estaban ya en el coche y ella salía de la casa para despedirse, me ardía el corazón de pensar que dejaría de verla por varios años, aunque sabía que eso tarde o temprano sucedería.

Cuando se subió al auto podía percibir su perfume, al llevarla al aeropuerto sus padres no irían con ella, solo yo, en ese momento deseaba solo desviar el coche para huir con ella, llevarla lejos para disfrutarla, hacerla mía y que se quedara conmigo el resto de mi vida. Pero sabía que eso estaba muy lejos por suceder, mi fidelidad hacia la familia jamás me permitiría hacer algo impropio.

Ella baja del auto después de que yo le abro la puerta del auto, me embriaga el aroma de su cabello y veo un poco del rubor de sus mejillas, las cuales se ven un poco sonrojadas, aun no se ¿Por qué? – señorita su vuelo está a punto de salir. - ella solo se lanza hacia a mí, para darme un abrazo el cual atesoro en mi memoria.

 – Adiós Larry, gracias por todo.

 – Fue lo único que dijo, pero su abrazo me hizo estremecer hasta al más profundo de mí ser.

Hace algún tiempo cuando era adolecente y llegue a la mansión junto con los señores Macmillan, tuve una musa igual hay mi adorada Noelia Macmillan hija del señor Thomas mí tutor, alguna vez me enamore tanto de ella, que sentía que el amor se me salía por los poros, pero con el paso del tiempo entendí, que no podía aspirar a ella, tan alta dama jamás podría ser para mí. Sentía que entre nosotros, llegamos a tener una tensión sexual muy fuerte, pero la cual no quise traspasar por lo mismo, por la lealtad que le tenía a la familia.

Ella me correspondía, pero mi indecisión hacia que ella; solo hizo que desistiera así que, solo deje de mirar, solo a la sombra donde guarde mi amor por ella, al paso de los años se casó como se habría previsto, con alguien de su estatus, teniendo un hijo al joven John Mars. Pero después de unos años, solo murió de una enfermedad tan silenciosa como mi amor, ella solo era dos años menor que yo ¡Dios falleció tan joven! Aun el recuerdo de ella lo tengo  como una flor en todo su esplendor, aun me cuesta mucho desprenderme de su recuerdo.

 Soy un hombre maduro, el cual solo me he dedicado a trabajar desde que tengo uso de memoria, comencé a muy temprana a edad a trabajar para los Macmillan, poco a poco fui escalando hasta llegar a ser socio y subdirector de empresas Macmillan. Soy la mano derecha y amigo del señor Edward Alexis Macmillan, el cual es como mi hermano menor e hijo de mi tutor.

Desde que los Macmillan se hicieron cargo de mí, crecí al lado de su único hijo el cual tanto el como yo; nos vemos como hermanos, aunque sé que él es mi jefe y ante todo el dueño de este emporio en el cual trabajo. Mi tutor me enseño, que solo trabajando arduamente se pueden conseguir lo que uno desea, me enseñó a trabajar y a ganarme mi sustento. Después del colegio yo debía ir hasta las oficinas para trabajar como mensajero, haciendo la limpieza, sacando copias, en fin. El hecho era que no por ser su protegido, seria tratado con alguna diferencia de los demás empleados ¡No! Al contrario, debía ganarme mi lugar y sobre todo devolverle en algo lo que ellos habían hecho por mí, eso era trabajar para salir adelante y ser alguien de bien.

Regreso de mi caminata y tomo una ducha, después busco algo en la cocina para prepararme algo miro en mi nevera y preparo un sándwich, ya que no pase por algo ya preparado. Miro alrededor puedo hasta sentir el silencio, todo está exactamente como lo dejo siempre, todo pulcramente en su lugar después de cenar aún sigo pensando en el ayer.

No todos estaban de acuerdo con las decisiones de mi tutor, parte de la familia no querían un extraño cerca y trataron de persuadirlo, para que me echara a la calle. Pero él se mantuvo firme diciendo que el prometió a su esposa, hacer todo para que me convirtiera en un buen hombre. Aun lo recuerdo como si fuera ayer todo lo que me enseño, cuando el falleció me prometí cuidar de su hijo, así como de la familia y eh mantenido esa promesa, ahora que me hago cargo de la mayoría de las empresas.

 ¡Su hijo!, ¡Dios como lo quiero! Daría mi vida por él, ahora director de emporio Macmillan, Edward Alexis Macmillan, Cuando él no está, soy yo quien se hace cargo de todo y quien toma las decisiones. Como ahora, que él se fue de luna de miel con su esposa Camila Miller de Macmillan, su viaje será largo pero se va tranquilo, ya que sabe que todo lo deja en buenas manos. Estaba trabajando muy tranquilamente en mi oficina, hasta que una llamada cambio totalmente mi vida…

−Larry, hermano soy Edward, mira me acaba de llamar Rafael Walton, su hija Alisa regresa de Londres y quiere que, si le puedes dar la instrucción sobre las inversiones de sus empresas, el por el momento está fuera del país y no puede instruirla, me lo pidió a mí, pero ¡¿Cómo sabes?! Estoy de luna de miel, así que, no creo regresar pronto, hermano hazte cargo.

Continuará…

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