Principios ...

Capítulo 4

Al siguiente día Diana, las llevó al edificio donde vivirían de ahora en adelante, en una zona exclusiva de Chicago, con una apariencia colonial; cada piso tenía su propia terraza imponente, la entrada con una puerta de vidrio y un mayordomo dando la bienvenida, mismo que avisaba de las visitas. Su trabajo es que todo esté en orden, que nadie que no deba entrar o no sea invitado pase, las chicas saludan y suben al elevador

Diana comienza a darles un tour del edificio, parando en cada piso. −Aquí también viven los primos del Sr. Russell, él Sr. Noah Ferretti Russell con su esposa Alice Steel Ferretti, él Sr. Ethan Ferretti Russell que ya conocieron, ellos viven un piso bajo al del Sr. Russell –. Oprimiendo el botón del ascensor para bajar−. Cada uno tiene un piso por privacidad y nosotras Dana, viviremos en el piso n.2; ahí sí está dividido el piso, pero aun así los espacios son grandes. Solo están 3 departamentos por piso, para los empleados de suma confianza, que debemos vivir cerca para cualquier disposición, mira aquí está nuestro departamento.

−Wow esta enorme. –Dana muy maravillada, del departamento demasiado lujos comparado con el de ellas.

−Aquí está tu habitación, cualquier cosa que requieras o necesites solo pídelo. −Era una recámara grande, con baño, una pequeña sala, un escritorio con un librero repleto de libros de derecho.

−¡¿Aquí voy a vivir?! ¡No puedo creerlo!. −Abrazando a Sandy, mirando en el librero un libro que sobresalía de los demás −. Sabes cuánto he buscado este libro y en ninguna librería lo he encontrado. −Mirando a Diana con devoción.

 −Me di a la tarea de buscar en las editoriales, para traer todos los libros que puedes ocupar así, se te haga más fácil y tengas tiempo de estar más con Sandy. –Sonriendo.

–Gracias, no sabes lo que significa esto para mí.

–Por el momento compartirás el departamento conmigo, de que terminen de remodelar los departamentos de arriba, si así lo deseas podrás ocupar uno, pero creo que un poco de compañía nos hará bien. −Sonriendo−. Aquí no pagarás renta y la limpieza se hace diario cuando no estemos, la lavandería pasa los lunes y jueves, solo tienes que separar lo que se llevarán a la tintorería.

 −Subamos de nuevo, para enseñar a Sandy ¿Dónde va a vivir?

 Volvieron a subir hasta el último piso penthouse, se abrió el elevador y se encontraron con una enorme puerta de caoba, con una placa con el nombre Russell en letras doradas.

−Listo aquí es, para abrir tendrás que presionar aquí y verás unos botones, este es el número que deberás presionar para acceder. –Oprimiendo los botones y automáticamente abriendo.

Las chicas entraron al penthouse, otro mundo todo un piso, fácil en uno de los cuartos cabía el departamento que ellas vivían, sala de estancia, sala privada frente a una terraza, vista espectacular hacia un parque con arboledas, una sala enorme, un comedor como para 20 personas, solo había 4 habitaciones y la principal, a la izquierda la cocina, una mujer mayor estaba cocinando salió a saludar…

−Buenos días.

−Sra. Matilde, le presentó a la Srta. Sandy Jones, la futura Sra. Russell. –Dejando su bolso en la sala y saludando con la mano a Matilde–. Sandy, ella es la Nana del Sr. Russell y quién le prepara la comida.

–Hola mucho gusto. –Extendiendo su mano para saludar a Matilde−. Soy Sandy.

−Así que usted, será la Señora de la casa. –Mirándola de pies a cabeza.

−Sandy solo sonrío y contesto. −Eso parece.

−Pero eres una preciosidad ¡Ay hasta que por fin mi niño sentará cabeza! Ven acá mi niña. –Abrazándola muy efusivamente−. Me puedes llamar Nana, así me llama mi niño y así quiero que me llames.

Sandy asintió con la cabeza. –Cuando ya la había dejado de abrazar−. A mí llámame Sandy por favor.

 −Está bien, niña Sandy.

Después de las presentaciones Diana, llevó a Sandy donde iba a ser su habitación. –Sandy, esta va hacer tu habitación, en lo que te casas con el Sr. Russell. –Abriendo la puerta para entrar−. Supongo que apenas van hablar, sobre la fecha de la boda.

−Si apenas vamos a tocar ese tema. −Entrando a la habitación inspeccionando el lugar, una cama mucho más grande que la de Dana, con una ventana de cristal que daba acceso a una terraza, en otra puerta estaba el baño muy lujoso con jacuzzi. Todo pulcra mente limpio de color blanco con dorado, daba hasta miedo ensuciar, adentro del mismo baño se encontraba un enorme tocador, donde había toda clase de cremas tanto de la cara, cuerpo y cabello, maquillaje, perfumes, etc., inclusive hasta las batas y toallas de baño tenían sus iniciales.

 Salió de ahí, entró a otra puerta donde daba paso a otro cuarto, muy bien iluminado donde toda la ropa que habían comprado en Nueva York, estaba muy bien acomodada, en una estantería de madera. Los bolsos, en unos cajones de acrílico simulando vidrio, los accesorios listos para usarse, en otro apartado, un par de zapateras giratorias, en donde se encontraban los zapatos arreglados, desde sandalias, zapatillas, botas, tenis, era un sueño ver eso.

− ¿Aquí voy a vivir? −Con cara de boba.

−Si espero y te guste.

 − ¡Bromeas es hermosa! No puedo creerlo.

–Me alegro que te haya gustado, trabajaron desde antier para que quedara así, bueno vamos a desayunar la Sra. Matilde ya tiene el desayuno.

-Terminando de desayunar…

 −Sandy, aquí está tu agenda en tu dispositivo, para que lo cheques. –Señalándole el correo donde se lo envió−. Vi que solo te faltan 2 semestres, para terminar tu carrera ya revise tus horarios, tus clases comenzarán el lunes en la tarde de 4 a 7, de etiqueta, baile, protocolo, difusión, etc. Vas a estar muy ocupada de lunes a jueves, los viernes y sábados por lo general acompañarás al Sr. Russell, algún evento y los domingos come con la Sra. Mary Carmen Russell, solo cuando está de viaje es cuando no va a verla.

– ¿Quién es la Sra. Mary Carmen? –pregunto con cara de terror.

–La tía del Sr. Russell, es como si fuera su madre así que es, como tu futura suegra. –Sonriendo.

En eso sonó el teléfono del departamento contestó Matilde. –Bueno, mi niño si, la Srita. Sandy; sí aquí está, en un momento se la paso. –Tomando el teléfono y dándoselo a Sandy −. Mi niña Sandy, le llama mi niño.

−Sí, hola dime.

–Hola. –Del otro lado de la línea en su oficina, mirando su ventana mientras hablaba con Sandy−. Supongo que ya te instalaste, espero todo sea de tu agrado.

–Si gracias, todo es muy impresionante, todo es muy bonito.

–Espero estés cómoda, te aviso no hagas compromisos para hoy vamos a salir a cenar, tenemos que hablar.

 −Supongo que te llamo el Sr. Russell.

−Sí, dice que vamos a salir a cenar; casi ordenándome, ya nada más faltó que le dijera, si jefe.− sonrió, dejando el teléfono en su lugar, sin dejar de admirar el departamento.

 −Sí lo pones de esa manera, bueno la verdad que el señor Russell suele ser muy demandante con sus empleados, pero tú no eres su empleada, eres su…su…novia por así decirlo. − Rodeando los ojos−. Pero vamos a buscar que te vas a poner.

−Diana y ¿Cómo es él en el plano humano? Digo fuera de la oficina o del trato con el jefe- empleada.

−Por lo poco que lo he tratado, digo como persona sin que sea mi jefe; te diré que él es serio y bueno no te mentiré, su vida privada es un secreto en eso él es muy reservado. –Tomando su tableta para mirar la hora.

− ¿Es muy mujeriego? Porque en las revistas siempre sale con una mujer diferente, al menos fue lo último que leí. –Con un dejo de ironía.

−Bueno como cualquier hombre millonario, las mujeres le llueven por doquier cualquier mujer debe sentirse halagada de obtener su atención.

−Si claro, si tiene un montón de mujeres ¿Por qué me eligió a mí para el trabajo de ser esposa y madre de su hijo? ¡Pedazo de cabrón! eso es, lo que es–. Cruzando los brazos.

−Sé que estarás pensando que él se está aprovechando de tu necesidad, pero quizás eres la única mujer que él sabe realmente qué es lo que quieres de él. –Entrando al closet para buscar un vestido−. Y tú sabes lo que él quiere de ti. −Sacando algunos accesorios, que combinarán con el vestido de Sandy−. Sé que será difícil de entender, pero él no puede confiar en cualquier mujer que solo quiera aprovecharse de él.

−¡Aprovecharse de él! Yo diría que él, es el que se aprovecha de los demás. –Mirando el vestido que sacó Diana–. En su caso él, se aprovechara de mí.

−Puedo decir algo. –Levanto la mano Dana, haciendo que las dos la miraran–. A mí me encanta que se aproveche de ti Sandy, mira donde te trajo a vivir, creo que si termina aprovechándose definitivamente de ti ¿Quién sabe? Quizás hasta te compre un yate.

Diana solo sonrió ante lo que dijo Dana. –De hecho tiene uno, así que literal una vez que te cases con él, bueno también será tuyo.

Las dos amigas se quedaron mudas ante lo que les dijo Diana. –Amiga prométeme que cuando seas su esposa, me llevarás de paseo en el yate. –Tomándola de los hombros–. Anda promételo.

− ¡Ay! … está bien te lo prometo, digo si es que me deja llevar a personas, quizás ni a mí me lleve. –Haciendo un puchero.

−Te llevará, créelo. –Aseguro Diana–. Anda vamos para que te arregles.

En la noche Sandy, se terminaba de arreglar, se puso un vestido pegado a media pantorrilla tipo lápiz color granada, con un sutil escote que acentuaban su busto y sus curvas. Con unas zapatillas con pulsera color negras que hacían que se viera muy sexi y elegante, su peinado alto con su cabello muy bien acomodados, una sutil peineta bolso a juego.

 Alonso, tocó la puerta de la habitación de Sandy –toc, toc, se puede…

−Si adelante. −Terminando de acomodar su cabello, las chicas ya hacía un tiempo que se habían ido a su departamento, solo se irguió para mirar a Alonso. El cual al verla se quedó atónito−. ¡Wow estas hermosa!

 Sandy, se sonrojo un poco con la adulación y sonrió. –¡De verdad! Espero estar a la altura.

−Claro que sí ¡Estas perfecta! −Sin apartar la vista de Sandy−. Bueno vámonos.

Al salir subieron al coche que ya lo estaba esperando, en el camino Sandy estaba muy callada y Alonso hablaba por teléfono, al llegar se percató que era el hangar. Alonso la ayudó a subir a una avioneta, la sentó a su lado y le dijo que se pusiera el cinturón. Comenzó a dirigirse a la base pidiendo permiso para salir y pilotear, decía a dónde se dirigía, en cuanto tiempo estaría en vuelo, arrancando la nave. Ya en el cielo…

− ¿A dónde vamos? –pregunto, jugando con sus manos.

−Ya lo veras, no seas curiosa. –Mirándola de reojo, ya que sentía no poder dejar de mirarla−. Espero y no te de miedo volar, porque la vamos hacer muy seguido. –Con una sonrisa de medio lado.

Casi no se veía nada ya que era de noche Sandy, estaba muy nerviosa le sudaban las manos algo que para Alonso, no pasó desapercibido. Pasaron como 40 minutos de vuelo, cuando a lo lejos se veían unas linternas, mostrando la pequeña pista.

 −Vamos a bajar, solo sostente bien, vamos a tener un poco de movimiento por la pista, pero no pasa nada tranquila. −Tocando su mano para calmarla. Ya cuando habían aterrizado Alonso, abrió la pequeña puerta y sacó la escalera.

Sandy, al ver la escalera pequeña desabrochó las zapatillas y las puso en su mano, bajando descalza, sin inmutarse de que se fuera a ensuciar. Ese pequeño acto, sorprendió Alonso, ya que cualquier otra chica con la que solía salir, hubiese puesto el grito en el cielo diciendo que el lugar era un espanto o cualquier otro comentario. Al contrario de Sandy, para ella esto era una aventura, solo sonreía fascinada de que todo era nuevo para ella, como una niña que la llevan de paseo.

Ya los esperaba una camioneta lobo doble cabina que Alonso, había pedido previamente,  ayudó a subir Sandy como todo un caballero y atrás subió 2 maletas, una caja con víveres, tomó las llaves y comenzó a manejar. El camino era muy cerrado, casi no veía nada ya que la misma vegetación se los impedía, a lo lejos solo se alcanzó a ver una cabaña.

−Llegamos; espero te guste, ahora no se ve nada pero mañana veras la magia del lugar −comento, bajándose y como todo caballero le abrió la puerta de la camioneta−. Te voy a cargar, porque con esas zapatillas te puedes caer; acaba de llover y el suelo está resbaloso.

Sandy, se abrazó del cuello de Alonso y pensaba.− ‹‹Dios, huele delicioso su perfume me mata.›› −Al sentir sus brazos alrededor de ella, se sentía en las nubes. Al llegar a la puerta, la bajo−. Listo, pasa voy por las maletas. −Regresando a la camioneta. Al entrar era una casa rústica de madera; pero cómoda, tenía una chimenea en la sala, un pequeño comedor, cocina, unas escaleras que daba a una recámara, en la parte de arriba.

 − ¿Dónde estamos? –pregunto, mirando todo alrededor.

 −Es una pequeña isla apartado de todo, es un lugar al que vengo cuando necesito pensar o estar solo. –Subiendo las maletas a la habitación, cuando bajó siguió comentando−. Pero si necesito algo, hay quien me lo pueda traer. –Tomando la caja de víveres, llevándola hasta la cocina−. ¿Tienes hambre? –pregunto.

 −Si mucha –contesto con las zapatillas en la mano–. Hoy casi no comí, aunque tu nana me insistió pero casi no tenía hambre. −Miro a Alonso, que sacaba cosas de la caja para acomodarlas en el refrigerador−. Me hubieras dicho a dónde veníamos, me hubiese vestido más cómoda.

 − ¡Y arruinar la sorpresa, no eso jamás! –contestó, poniendo una mano en su pecho. Tu maleta está arriba, anda sube a cambiarte en lo que yo caliento la cena. –Sacando unos refractarios de la caja.

Sandy, subió y vio que arriba solo había una recamara, los nervios se apoderaron de ella, abrió la maleta se preguntaba ¿A qué hora Diana, hizo las maletas? −‹‹ ¡Dios, qué eficiencia!›› −Se quitó el vestido, la horquilla del cabello para deshacerse del chongo que tanto trabajo costó peinarlo. Se puso unos pantalones holgados, con una blusa sencilla y unas sandalias. En el cabello solo se hizo una cebolla, el hecho era que no se aguantaba de los nervios −‹‹ ¿Para que la había llevado a ese lugar? Podrían haber hablado en el departamento.›› Al bajar vio a Alonso, que se había quitado el saco, solo conservaba la corbata, aún así, se veía arrebatadamente guapo.

−‹‹ ¡En qué estás pensando! No te debes enamorar, esto no será permanente solo son 3 años y después te va a botar, así que lo mejor es no pensar en él como una opción, es solo te contrato por un tiempo determinado.›› −Pensaba para sí misma.

La mesa estaba puesta y Alonso comenzó a servir. −Espero que te guste, mi nana cocina delicioso. –Alabando a su nana, terminando de servir.

− Se ve delicioso gracias. −Comenzó a comer, devorando casi todo del plato–. Si probé lo que hizo hoy, solo que aún estoy aturdida con todo esto, que casi ni comí. –Llevando un bocado a su boca.

Alonso igual comenzó a comer, observando que Sandy comía sin más, ya que a pesar de ser pasta ella no se quejó. –Yo también tenía un poco de hambre. –Terminando su plato–. Debatí si debía traer pasta, no sabía si te gustaba o quizás no la comerías por tener grasa.

− ¡Oh no! Yo como de todo, siempre y cuando sea  comida.

 − ¿Quieres postre? –Miro con los ojos entrecerrados.

−Sí gracias, yo no perdono el postre, me encantan los dulces. −Mirando a Alonso que se levantaba de la mesa.

Alonso, sacó de la nevera un helado de chocolate y sirvió, aun no podía creer que la chica, no se fijó cuantas calorías había consumido, sino al contrario comió doble ración de helado.

− ¡Esta delicioso! Esta marca de helado me encanta, solo que como es caro Dana y yo, solo lo compramos para festejar que pasamos los exámenes. –Comenzando a comer una cucharada de su helado.

Al acabar la cena Alonso, llevó a Sandy hasta la pequeña sala, comenzó la plática. −Bueno Sandy, te traje aquí para que platiquemos y nos pongamos de acuerdo en muchas cosas, sobre todo cómo vamos a llevar nuestra relación. –Sentándose junto a ella, tomándola de la mano. Sandy, apartándose por instinto–. ¡Ves! eso exactamente, es lo que no debes hacer y menos frente a los demás.

Sé que al principio va a ser difícil, pero deberás acostumbrarte a mí Sandy, a que te toque. –le dijo, acariciando su mejilla con el dorso de su mano−, a que te bese. –Tocando sus labios, con sus dedos−, te acaricie. –Pasando su mano por su cuello−. Se tiene que ver muy natural.

Sandy, solo sentía que su respiración se agitaba, hasta le costaba trabajo respirar, pero ese era el trato pensando. −‹‹ Va ser mi esposo, deberé cumplir como una esposa.››

Alonso, se alejó de ella, sentía que si no lo hacía la tomaría en ese preciso instante, le encantaba el hecho de sentirla nerviosa, así que mejor se levantó de su asiento y fue hasta la cocina, para sacar una botella de whisky de la despensa se sirvió, en un vaso y se sentó junto a ella.

− ¿Cuántos días nos quedaremos? – pregunto, jugando con sus manos muy nerviosa.

−2 días, para tratar de conocernos, no sé platicar ¿Qué te gusta?, ¿Qué no?, Saber de tu vida. –Recargándose en la chimenea que estaba en la sala−. Contarte de la mía, en fin. He dispuesto que nos casemos en 6 meses, en lo que te acostumbras a mí. –Tomando un sorbo de su bebida−. Algo sencillo, discreto, familiar y después, hacer un comunicado de prensa. –Tomando lo que restaba de la bebida−. Para esas alturas, ya te van a identificar conmigo, vamos a decir que lo quisimos hacer por privacidad.

 −Los rumores nos van a seguir. –Poniendo el vaso en la mesita de centro−. Para esas alturas, ya lo podrás manejar –menciono, sin dejar de mirarla−. Seguirás con tus estudios, pero no vas a trabajar.

Sandy, frunció el ceño y puso una cara de enojo.

−No pongas esa cara, si te embarazas con tus actividades y él bebe, no te quedará tiempo para cuidarlo, por lo que me dijiste que tú sería quien lo cuidaría. –Sentándose en un mueble, cerca de ella–, eso lo expresaste en el contrato.

−Por supuesto que yo lo voy a cuidar. –Sosteniéndole la mirada−. No quiero a una extraña cuidando a mi bebe.

−Y si trabajas ¿Quién lo va a cuidar? –pregunto, mirándola a los ojos, como buscando algún indicio de que ella solo estuviera actuando como la chica sacrificada,  que decía ser o que la ingenuidad que él percibía, sólo fuera fingida.

−Sí, tienes razón no había pensado en eso. –Levantándose un poco inquieta, por la mirada penetrante de Alonso–. Sé que mi vida va a cambiar, solo que aún no me hago a la idea.

−Te acostumbras, no te preocupes. –Quitándose la corbata y arremangándose la camisa de los brazos−. Aun así, tendrá una niñera. Tu tendrás otras responsabilidades, que llevarás al ser mi esposa, mi tía Mary Carmen por el momento se hace cargo, pero ya es mayor, por ende esas responsabilidades te las va asignar a ti, no te preocupes ella te enseñara.

 −Me imagino que Diana, te dijo de algunas clases que deberás de tomar. –Posando una de sus manos en su cadera y con la otra solo desanudando un poco la corbata.

 −Si ya me dio mi agenda y mis horarios –comento un poco seria–. Aunque no lo creas, sé comportarme.

−Esa no es la razón, no te ofendas. En este mundo te toparás con personas indeseables y algunas, no tendrán temor en querer humillarte o hacerte sentir mal, si no estás a su altura. −Quitando definitivamente la corbata y desabrochando los dos primeros botones de su camisa.

−Si entiendo a lo que te refieres, gracias por preocuparte por mí. –Sonriendo no muy convencida.

 −Bien como protocolo haré esto. −Sacando un pequeño estuche con un anillo de oro, con una forma de rosa y unas pequeñas esmeraldas incrustadas simulando las hojas, unos pequeños diamantes diminutos, sobre la rosa simulando pequeñas gotas de agua. Se hincó sobre una pierna y le dijo…

−Sé que no estamos enamorados, también sé que no es la mejor forma de pedirte matrimonio, pero quiero hacerlo de alguna manera que se vea real, con la promesa de intentar que funcione. −Lo puso en su dedo, dándole un beso en la mano−. Era de mi madre – dijo, con un poco de nostalgia.

−Alonso, no es necesario, era de tu madre. –Mirando la belleza del anillo en su mano−. Podrías comprar uno, que no represente algo sentimental.

−Al ser mi esposa, lo correcto es que uses las joyas de la familia. –Mirando su mano–. Se te ve hermoso en tu mano. Además, te vas a convertir en la madre de mi hijo, con eso es más que suficiente para que las puedas utilizar. –Besando su mano−. Espero y te guste.

− ¡Esta precioso! Gracias. –Miro Alonso, con una sonrisa.

Alonso, se acercó a ella tomando su rostro acercándose para darle un beso en los labios, primero rozó sus labios con los suyos, acercándose más casi obligándola abrir la boca, para que le correspondiera el beso muy suave y delicadamente, succionando su boca sutil nada apresurado,  al terminar tomó sus manos las beso

Sandy se apartó de él. −Voy a subir a tomar un baño; para poder dormir, estoy cansada –dijo, empezando a caminar hacia los escalones.

−Si sube −contesto él.  Se quedó ahí pensando en toda la revolución que estaba haciendo con su vida y la forma en que le estaba afectando.

Sandy, subió a la habitación busco ropa, se dispuso a meterse a la tina, un baño con agua caliente me relajara, puso los audífonos que traía en su maleta, puso un poco de música que traía en su celular, cerró los ojos y se relajó tanto, hasta quedarse dormida ahí adentro del agua.

Alonso, subió como una hora después, dándole margen a que se bañara; se cambiara, pero al entrar vio la puerta del baño abierta, pensó. ‹‹ −Ella, me estaba haciendo la invitación para entrar con ella a la bañera, quizás desea que le talle la espalda.›› Muy despacio se desnudó, dejando caer sus prendas al suelo, se metió a la bañera metiendo las manos bajo el agua, posando sus manos en las caderas de Sandy, de un tirón la jalo hacia él.

Sandy, abrió los ojos y solo cruzó los brazos, tratando de cubrir su desnudes, muy asustada al verlo en la bañera con ella.

Alonso con una mano empezó a verter agua, sobre uno de sus hombros y con la otra la tenía sosteniéndose de su espalda, con una voz seductoramente ronca le dijo:

 −Vamos cariño, no voy hacer nada que no hayas hecho ya, podrás decirme lo que te gusta y lo que no. –acariciando con su mano su hombro.

Sandy, estaba muda, casi balbuceando. –yo… yo… yo.

−Vamos tenme confianza –dijo, con una mirada casi oscurecida, acercándose para besarla.

Sandy, volvió a balbucear −es que, yo… yo… yo.

−Tu ¿Qué Sandy?, sin rodeos dime,  que no muerdo. –Comenzando acariciar su pierna con la mano que tenía libre, ya que la otra la sostenía fuerte para que no resbalara.

- Yo… yo… no, nunca he hecho esto –dijo, susurrando después poniéndose a llorar, metiendo la cabeza en sus piernas recogidas.

 En ese momento, Alonso, dejó de hacer todo lo que estaba haciendo y la miró tomándola del mentón. − ¿Qué? Recordando lo que le dijo Glenn−: ¿Qué harías si ella fuera virgen y se entregará a ti por primera vez? ‹‹ ¿Sera posible?››.

−Yo, nunca he estado con nadie. –Entre sollozos−. Yo nunca he tenido relaciones con un hombre.

Continuará…

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