En la actualidad Cap 1

Salgo con prisas de la casa después de desayunar y con el móvil en la mano me dirijo al ascensor para bajar a la recepción del bloque de departamentos donde vivo. Tengo cientos de mensajes sin leer de Ivonne, pero los paso por alto dirigiéndome al coche. 

No tengo tiempo ahora de leer mensajes, ya que no puedo llegar tarde a la editorial, hoy se cierra un contrato súper importante con un nuevo cliente. Mi trabajo es el diseño editorial, me encargo de la tipografía, maquetación, ordenar la cara visual de libros, revistas, catálogos y todo aquello que llega al mercado literario francés gracias a la editorial.

Conduzco por las calles de Marsella y en quince minutos llego al gran edificio cubierto de cristales de la editorial donde se puede apreciar el nombre de la misma, en grandes letras negras, "G.D. Editorial". Trabajo aquí desde hace un año, y he de decir que amo lo que hago, comencé desde abajo, siendo la chica de los recados, pero he sabido ganarme mi lugar y con orgullo puedo decir que estando a medio año de terminar mi licenciatura, soy la encargada del área de diseño gráfico en una de las mejores editoriales de Francia. 

Me vi obligada a renunciar a mi pasión por los deportes hace varios años atrás. Fue muy difícil para mí, aceptar que nunca más volvería a jugar, que nunca más volvería a verlo y que nada volvería a ser como antes. 

Después de todo lo que paso, descubrí que era muy buena con los dibujos, así que un año después de terminar el instituto me marche de mi pueblito hacia Marsella a estudiar diseño gráfico y heme aquí, cuatro años después en medio del sur de Francia haciendo algo que hasta el momento es mi única salvación. 

—Que bueno que llegas, Amélie está que se sube por las paredes de tan solo pensar que llegarías tarde­ — Ivonne se me acerca con dos cafés en mano y me tiende uno. La miro mientras le doy un sorbo a mi café y ella sigue hablando.

­—Obviamente le dije que primero te tiras de la novena planta antes que llegar tarde, —responde irónica y al parecer la que está que se sube por las paredes es ella, ya que no para de hablar —pero ya sabes cómo es, está empeñada en joderle la vida a todo el que se le cruza por el camino­, por el simple hecho de que le encanta ser el centro de atención­— ruedo los ojos con lo que me dice y aprovecho en lo que ella toma de su vaso para hablar yo.

—Hoy cerramos contrato con un cliente muy importante, tal vez por eso está más insoportable de lo normal ­— respondo y me dirijo al área de diseño, paso por los cubículos de mi equipo de trabajo y les saludo con la mano, mientras Ivonne me responde y me sigue el paso desde cerca.

­— Además de que se la pasa todo el tiempo encima del pobre hombre, te apuesto lo que sea, que de no ser la mejor editorial creo que estaría a punto de cancelar todo y mandarla a la mierda­— reímos con su comentario y nos dirigimos a nuestra área de trabajo.

Ivonne es de publicidad y la verdad es que es muy buena en lo que hace. Mientras yo me encargo de darle vida, forma y creatividad a todo, ella es la encargada de publicarlo y darle publicidad, en otras palabras, hacerlo viral. Ella es la responsable de que a todos los sitios a los que vas encuentres aunque sea un poster o anuncio con algún libro o revista publicado por la editorial, la verdad es que trabajamos en conjunto y somos un gran equipo.

A Ivonne la conocí en el instituto y ¿Quién lo diría?, a veces las personas que menos esperamos nos dan gratas sorpresas, y aquellas en las que más confiamos nos traicionan como las peores de las ratas.

Tengo que admitir que si varios años atrás me hubiesen dicho que hoy en día, ella y yo seriamos compañeras de trabajo y podría decir que hasta amigas, la verdad es que me hubiese reído con gusto y en su cara. Pero así es la vida, nos sorprende y juega con nosotros como le da la gana.

Por fin llego a mi oficina, sentándome detrás del escritorio y lista para empezar mi nuevo día de trabajo.

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Estoy súper concentrada en una de las ultimas portadas del día, cuando un sonido estridente me saca de concentración al emitir un tono de llamada totalmente ruidoso y molesto para mi gusto.

Levanto la cabeza del ordenador buscando con la mirada aquel sonido espantoso que me está distrayendo y me sorprendo al ver que es mi móvil el aparato ruidoso. Lo tomo para ver quien llama y descuelgo al ver el nombre de quien está del otro lado. 

­— ¿Es en serio mama? ¿Puedo saber a quién se le ocurrió la maravillosa idea de poner semejante tono en mi celular?—

—No me regañes Cataleya, por lo visto es la única manera que tengo de llamar tu atención y que contestes mis llamadas. Al menos veo que surgió efecto el consejo de tus hermanos, la última vez que viniste. —Ruedo los ojos al escucharla. Claro tenían que ser ese par de entrometidos. —Pero a ver por ahí no va el asunto, ahora quiero que me conteste usted jovencita, ¿Por qué carajos nunca contestas mis llamadas? ¿Tan difícil es coger una simple llamada de tu madre?­—

—Mamá aún estoy en horas de trabajo, sabes que no puedes llamarme aquí, si me encuentran hablando por teléfono cada vez que llamas, pues créeme que ya no tendría trabajo­— respondo y puedo imaginarla rodando los ojos por el tono irónico que use y si, de ella tengo la mala maña de estar blanqueando los ojos a cada nada.

­—Bueno, solo llamaba para recordarte que dentro de un mes es el cumpleaños No. 23 de tus hermanos y sabes que no puedes faltar. ­—

—Si mama, créeme que lo recuerdo, papa no paró de hablar de la súper fiesta que harán en el viñedo en honor a sus hijos los perfectos Kendall. —hablo rápido, tratando de que no note el cambio en mi tono de voz.

La relación con mi padre cambió drásticamente desde que decidí que no quería hacerme cargo del viñedo familiar junto a mis hermanos, quienes viven en Polonia y son los responsables de hacer crecer el negocio familiar. Yo simplemente tenía que marcharme. Cracovia me trae demasiados recuerdos y no todos tan buenos como quisiera, recuerdos que aunque les mienta a todos haciéndoles creer que ya no es algo en lo que pienso, la verdad es que hay noches en las que no puedo dormir.

Coordino con mi madre los detalles de la fiesta y termino la llamada unos minutos después para terminar mi jornada laboral del día. 

La semana paso entre nuevos diseños e ideas para la nueva publicación de un par de libros y revistas. A mitad de semana tuve un "agradable" encuentro con mi jefa — que se note mi sarcasmo por favor — y aun no entiendo cómo es que su esposo, el verdadero dueño de toda la editorial, la soporta. 

Sinceramente yo no la paso y sé que casi nadie de la editorial lo hace, apenas la toleramos porque es la mujer del dueño, muchos amamos nuestro trabajo y otros lo necesitan para poder sobrevivir en esta ciudad tan concurrida de Francia. Estoy segura que de no ser así, más de uno la mandaría sin boleto de vuelta directamente a la m****a.

Por fin es viernes, estoy recogiendo mis cosas del escritorio y guardando mi MacBook para avanzar algunas cosas en casa y empezar un proyecto final del semestre, cuando Ivonne entra sin tocar a mi oficina.

­—Genial, venía a buscarte para invitarte a por unos tragos con los chicos. ¿Qué dices, te animas?—

La escucho atentamente y presiento que sabe que mi respuesta será negativa ya que cuando voy a responder, hace un puchero como niña chiquita y me insiste en que los acompañe ya que casi nunca salgo a beber con ellos. 

—Anda vamos, es viernes por el amor de Dios, tienes que despejar tu mente de tantos trazos y líneas, anímate Leya, quien sabe y te encuentres a un guapetón que te ayude con el estrés. — me dice sonriente y fijo mi vista en su mirada verde y en el movimiento de sus cejas hacia arriba y abajo. 

La verdad es que su comentario no me hizo mucha gracia, la última vez que alguien me dijo algo parecido, mi vida se jodió de tal manera que uno termino en la cárcel y yo con el corazón hecho añicos, marcada de por vida.

Sacudo mi cabeza para sacar esas imágenes de mi mente y le devuelvo la sonrisa, asintiendo de a poco, dándole a entender que acepto su propuesta e iré un rato a tomar algo con ellos. Solo es un pequeño encuentro entre compañeros de trabajo Cataleya no seas exagerada ­—me regaño a mí misma—. Espero que esta vez todo salga bien.   


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