Capítulo 7

No podía seguir soportando la cara de satisfacción de Edna. Seguro estaba más que contenta porque me conocía bien y entendía que en ese momento yo me sentía ridícula. De más está decir que esa suposición era cierta. Entonces volvió a preguntar si estaba dispuesta a ayudarle. La miré con rabia. Contesté que tomaría el caso.

— Ok, ¿cómo seguirás con esta investigación? — quiso saber la cuasi-estrella internacional.

— Mañana deben entregarte las pertenencias de Marcos. Entre ellas deberá estar la manilla. Hazla llegar a mí en cuanto la tengas.

Salí de aquella limusina sin mirar atrás. Me monté en mi coche y conduje hasta casa. Ya en mi departamento me metí a la ducha y bajo el agua comencé a gritar de rabia. Mis vecinos deben pensar que soy una desequilibrada

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