Capítulo 2

Natasha

Mis tíos llegan a la mesa de los asesinos en serie muy sonrientes y como si fuera la cosa más normal del mundo. Los matones se levantan con una sonrisa para saludarlos. Me di cuenta de que un chico de ojos azules me estaba viendo. Ese ser da más miedo que el resto. Si no es porque me veía horriblemente, ni siquiera le hubiese prestado atención. Empecé a sentirme incómoda y un tanto intimidada, por eso decidí darme la vuelta para ir con Jay, nuestro cocinero. Le di algunas órdenes de comida que había tomado minutos antes de esta tertulia, y esperé a que él fuera preparando los pedidos y que estuviesen listas. 

Mientras yo divagaba felizmente en mis monólogos cerebrales juzgando a la gente de aspecto rudo, a mi querida tía, se le ocurrió llamarme para presentarme a esos sujetos.

—Perfecto, llévame al matadero de ratas, querida Francesca —susurré, ignorando la mirada amigable de ella.

¿Acaso están locos o no ven las noticias? El peligro que corremos los seres humanos por la existencia de pandilleros es horrible.

Creo que los estoy dejando mucho tiempo solos. ¿Cómo se les ocurre hacer amistad con pandilleros? Solo espero que no les estén robando o amenazando con quien sabe que cosa. Sinceramente, los cuatro lucen demasiado aterradores para mi gusto. 

Suspiro y cierro los ojos tratando de calmar mis nervios. Esto no me va a descontrolar y mucho menos pondrá mis estropeados nervios al límite de la locura.

¡Dios, esto es increíble!

Nada más pensar que esos chicos son pandilleros, me aterra. ¡Me vienen tantos escenarios sangrientos a la cabeza! ¿Acaso no ven Discovery Investigation? Ahí hasta la sombra es un asesino. Tu hermano gemelo, tu familia, tu perro, tu gato, tu vecino, tu amigo... todos matan para quedarse con el dinero de tu seguro, o porque les da la gana.

Decido abrir mis ojos y con paso decidido, ignorar toda alarma que me indica que esto es un terrible error y me acerco a ellos.

Mi tía Francesca, al verme llegar, con una sonrisa me presenta con los pandilleros. 

¡Sí, Pandilleros! 

Y hasta que no se demuestre lo contrario los voy a juzgar felizmente de la vida.

—Sebastian, Dylan, Logan y Nathan —me señala a los sujetos de la mesa—. Les presento a la mia amata nipote, Natasha —con orgullo, me presenta. 

»Mi querida sobrina, Natasha«

Ellos me sonríen y les extiendo mi mano a cada uno para saludarlo. Si salgo corriendo o finjo un desmayo, ¿se notaría que no quiero acercarme a esta clase de sujetos?

—Eres hermosa, no te había visto antes. ¿Eres nueva aquí en el trabajo? —pregunta, amistosamente, el que supongo yo que es Sebastian. 

El chico es musculoso, alto, moreno y tiene un aspecto bastante aterrador. Digno de ser un matón.

—Gracias, pero no soy nueva y cada vez que puedo vengo a cuidar de mi familia —contesto, con una muy fingida calma.

Mi tío Stefano interrumpe la conversación, que ellos intentaban empezar, y yo, decidí culminar. Él enarcó su ceja y con cierta malicia dice:

—Vamos, Sebas, debes enfermarte más seguido. Ella es la mejor doctora de la ciudad y te podría curar en un abrir y cerrar de ojos —la risita de ellos, me hace sentir incómoda.

¡Ay no, qué vergüenza! 

Espero no verlos nunca en la vida en el hospital.

—¡Oh! —los cuatro individuos, murmuran con asombro.

—Aparte de que eres hermosa, te gusta salvar vidas —hago una mueca de desagrado—. Eres increíble, linda —añade ¿Dylan?, con voz coqueta y guiñándome un ojo. 

Este chico es un hombre de tez blanca y cabello castaño. Es bastante musculoso y es lo suficientemente alto para repasar a las chicas de estatura de 1,68. Probablemente al lado de ese sujeto, todas las chicas, somos descendientes de minions o pitufos. 

Puedo ver como al chico de ojos azules le molesta lo que dijo el matón de su amigo, que confirmo que se llama Dylan. 

¡Qué divertido! 

Si las miradas mataran este ya estuviera bien muerto, enterrado y sin derecho a una autopsia. 

—Chicos, basta. Déjenla en paz. ¿No ven que sé está incomodando con sus rarezas? —los reprende un hombre tatuado, tratando de calmar las hormonas de sus amigos, le doy una pequeña sonrisa de agradecimiento—. Soy Logan, un gusto conocerte.

«Aprende sus nombres, más adelante los necesitarás», pensé, haciendo una nota mental.

—¿De qué trabajan ustedes? No recuerdo haberlos visto tampoco por aquí —pregunto, mirándolos uno a uno con desconfianza.

Los aludidos vacilan un poco confusos por la pregunta que les acabo de hacer. Luego de unos segundos de silencio, tres de ellos dirigen su mirada hacia mí. 

—Estos tipos si son raros, como deseo golpearlos —habla mi conciencia, sonrío de lado por el deseo de ella. 

En eso el par de ojos azules me mira. ¡Es como si hubiese leído mis pensamientos! 

Ay no que horror con este hombre.

No te pongas nerviosa, fue solo una pregunta. Respira y no demuestres que te intimidan. Le regreso la mirada lo más adorable posible esperando por mi respuesta. Juro que no hubiese preguntado si iban a tardar tanto en confesar que son pandilleros. 

—Trabajamos a veces aquí como en las afueras de la ciudad. No estamos muy seguido en un mismo lugar. Pero siempre que venimos no podemos dejar de pasar a visitar a los señores Rinaldi —explica, el dueño de los ojos azules. 

Este que respondió se llama Nathan, usa un tono de voz pausado, tranquilo, muy tranquilo diría yo. También cambió su cara por una de; no vuelvas a preguntar. Asiento lentamente no muy convencida. Ya después veré como les sacaré esa información a mis tíos. A lo lejos escucho la voz de Jay llamándome para que vuelva a la cocina. 

Excusa perfecta para irme de aquí.

—Un gusto conocerlos chicos, espero verlos pronto —miento, me despido con una sonrisa y me alejo rápidamente.

Raritos.

Espero no volverlos a ver jamás en la vida y mucho menos cerca de mi familia.

*****

Después de un día bastante movido por la cantidad exagerada de personas que vino hoy, por fin estábamos cerrando. Esta vez mis tíos se quedaron conmigo en el restaurant, Jay tuvo que irse más temprano. No se me olvida el tema de la tarde, no voy a pasar por alto el hablarles de estos hombres. Aunque solo comieron y se fueron hay algo que no me da buena espina. 

¿Quién tiene un trabajo así de movido? Además, la apariencia que llevan de "soy tipo rudo e idiota", no me termina de convencer.

—Stefano y Francesca Rinaldi, me pueden explicar, ¿por qué son amigos de unos pandilleros? —les pregunto bastante preocupada.

—¡Oh por Dios! No imaginé que mi principessa diría eso —añade, mi tío Stefano, ambos se miran a los ojos con diversión y sueltan una carcajada.

—¡No le veo ninguna gracia estoy hablando en serio! —los sermoneo exasperada—. De verdad me preocupo por ustedes. No quiero que les pase nada, de verdad estoy preocupada por ustedes —confieso en un hilo de voz.

—Hija, tranquila, nosotros estamos bien con ellos. Nathan es hijo del amigo que nos tendió la mano cuando no teníamos nada. ¿Recuerdas nuestra historia? Bueno, hace muchos años que somos amigos de sus padres. Esos chicos son buenos muchachos aunque no lo parezca. Logan y Nathan siempre venían a casa mientras tú estabas pequeña, pero cuando entraste a la secundaria ellos ya se habían ido a otro lugar. Por eso no los recuerdas, mi vida.

Termina de hablar mi tía Francesca. Siempre con esa voz dulce intenta calmarme, casi lo logra, pero esta vez algo me dice que los problemas vendrán muy pronto. 

Ambos se acercan a darme un beso en la mejilla. Agarran las cosas que había en la mesa para poder irnos a casa.

—Creo que lo entiendo, pero esto no se va a quedar así. No confió en ninguno de ellos. Los voy a estar vigilando, no descansaré hasta descubrir que traman —los miro de mala manera, y salimos al estacionamiento.

Nos subimos al auto y nos pusimos en marcha. Cuando llegamos a casa, no eran más de las diez y media de la noche. El restaurant queda relativamente cerca. Mi tío Stefano es muy meticuloso con los lugares donde hemos vivido. Son muy pocas personas las que saben la dirección exacta de la casa. Mientras crecía, mi tío jamás me dejó ir a lugares sola, según él, los hombres son excremento de vaca.

Es extraño que hable así porque él también es un hombre. Supongo yo, que él es igual o peor que esos excrementos de vaca que dice que son, o, puede que sea un adorable viejo de setenta años cascarrabias.

*****

Mientras crecía nos mudamos muchísimas veces, después que salí de la secundaria mis tíos dejaron de cambiar de hogar y por primera vez, le dijeron a los amigos que los ayudaron a venir a California, la dirección de nuestra casa. Yo me mudaré también, primero porque soy lo suficientemente grande para vivir con ellos y segundo, necesito un lugar más cerca del hospital.

«A veces quisiera llamar a mis padres y decirles tantas cosas, pero han estado tan ausentes de mi vida, que siento que si lo hago los voy a molestar», suspiro, por las divagaciones de mis pensamientos, mientras me bajo del auto.

Después que llegamos del viaje familiar a Bélgica, han actuado más extraño de lo que ellos acostumbran. Tampoco he podido decirles acerca del hombre que me habló acerca de Sasha. 

Desde pequeña me prohibieron decir su nombre y lo empecé a extrañar en silencio. 

Lo malo es que ese nombre y una escena atormenta mis sueños repetidas veces como en una película. Son esas noches donde el sueño es escaso y no quiere venir a mí.

Regresemos a mi realidad actual. La explicación que me dieron sobre los pandilleros estuvo bastante creíble, pero necesito conocer más a esa gente para poder intentar confiarles a mis tíos. El viaje de regreso a casa fue tranquilo. Hoy fue un día de mucho trabajo, lo reconozco, estábamos muy cansados. Me dieron un beso de buenas noches para después desaparecer por el pasillo que da a su habitación. 

Nuestra casa es de tres pisos y solo usamos dos. En la primera planta, está la cocina, sala, comedor, una sala familiar donde los domingos por la tarde, nos sentamos en los sofás a ver películas de lo que sea. En el segundo piso se encuentran las habitaciones, los baños, un pasillo con una pequeña biblioteca y una escalera en el medio que da para el tercer piso. Ahí no sé que hay, le pregunté varias veces a mi tía, pero sus respuestas seguían siendo las mismas.

—Nada importante, solo las cosas viejas que no usamos —termina de hablar dándome un beso en la mejilla.

Muchas veces intenté subir para ver que había, pero los regaños de mi tío no eran nada normales cuando me descubría. Después de un tiempo, deje de intentar y deje de buscar. Viviendo con ellos aprendí a guardar mis emociones. Aprendí a sacar mis conclusiones antes de preguntar, aprendí a solo observar y callar. 

Son pocas las veces que son amorosos conmigo, prácticamente los tengo que obligar a que me den cariño. La única manera de que lo hagan sin que yo lo pida es, cuando no vengo a casa porque estoy de guardia en el hospital, por algún congreso, o, por el simple hecho de hacerme callar por algún tema que ellos no quieren tocar.

Mis padres me abandonaron y vivo con unas personas donde el afecto es escaso. ¿Ahora entienden el porqué no sé diferenciar las muestras de cariño y amor? 

Me preocupo por mi familia, pero no siento un apego emocional fuerte hacia mis tíos. Los quiero, pero siento una especie de rencor, simplemente no los amo. Es más, sentí nostalgia y un dolor horrible en mi pecho, cuando el ruso me habló en Islandia y peor fue cuando me habló de la muerte de Sasha. 

«Como quisiera recordar un poco mi niñez y saber qué fue lo que olvidé», sumida en mis pensamientos, camino como zombi a mi humilde habitación.

Escribirle a mi mejor amiga, es la opción perfecta cuando quiero despejarme del mundo. Necesito una dosis de locura. ¿Quién mejor que ella para terminar de olvidarme de lo que me está agobiando? Fui al baño, tomé una ducha bien fría para terminar de relajarme, me puse una blusa grande blanca, me cepillé los dientes y me metí a la cama.

»*Tenemos un código rojo de pandilleros. Son los nuevos amigos de mis tíos. Estoy preocupada y ellos lo único que hacen es reírse como si fuera un juego. Necesito verte, para que me ayudes con este pequeño inconveniente.

Me acomodo en mi sabrosa cama después de encender el aire acondicionado y enviar el mensaje.

»*¿Pandilleros? Oh, por Dios. ¿Dime que por lo menos están buenos? Masha, recuerda que el hospital no nos deja vida, pero te ayudaré igualmente. Nos vemos mañana por la tarde. Cuenta conmigo para lo que sea, o, nos cortamos la teta derecha si no lo logramos.

Me río por sus locuras. En serio me hacía falta hablar con ella.

»*En esta vida no se basa todo en el físico, Danielle. Pero sí, están buenísimos. ¿Por qué tenemos que cortarnos los senos? Ten moderación por como hablas. No es teta, Dani. Por favor, deja mis limones en paz y no pienses en violarte a esa gente. Nos vemos mañana.

No pasó mucho tiempo cuando llegó la respuesta de Dani.

»*Si me los voy a violar, no a todos, pero mínimo uno cae ante mis encantos psicológicos. No debemos decir; de esta agua no beberé, porque en el camino nos puede dar sed. Descansa, te quiero.

Leí su mensaje y negué con la cabeza con una sonrisa. Di por terminada la conversación, ya que moría de sueño. Sabía que podía contar con ella. Estaba muy cansada, se me cerraban los ojos, y en lo único que podía pensar, era que mañana, fuera un día normal y no tener que lidiar con los pandilleros otra vez.

Solo espero que nada se complique y ruego a los cielos que algún día logre recordar lo que tanto me atormenta.

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