~Capítulo 05~ Tres reglas

TAYLER~

Camila sale de la bodega y Sebastián se burla por eso, yo me siento avergonzado por lo que acaba de suceder, mi hermano no tiene control de sí mismo, aunque para ser sincero ese pequeño pensamiento de ella en voz alta me tomo por sorpresa,  ella solita se buscó todo este escenario, cuando está Sebastián presente muchos deben de cuidar al decir lo que desean ya que él fácilmente sin ningún tipo de pudor lo hará realidad.

Admito que por un momento sentí esa misma necesidad de quitarme la ropa y dejarla ver mi cuerpo, no sé porque lo sentí pero así fue, igual cuando me acerqué a ella involuntariamente sentía una enorme necesidad de probar sus labios y acariciar su piel, de no haber recordado que soy casado hubiera ido más allá y... Sus labios hubiesen sido devorados por los míos.

Tengo que tener cuidado con los deseos que mi cuerpo está comenzado a sentir, no se las razones y tampoco me interesa descubrirlo; sólo debo recordar que tengo una esposa a la cual valorar y una hija a quien respetar.

— ¿Viste su rostro? Esa condenada me comió con la mirada — Sebastián se comienza a vestir de lo más tranquilo mientras que yo sufro de vergüenza ajena.

— ¿Por qué eres así? — hace gesto de fastidio al saber que ya comenzaré con mi sermón.

—Porque soy único — me guiña un ojo y luego sonríe — está bien no te bromeare más, eres tan amargado — ajusta su cinturón — tú mismo escuchaste, ella pidió un deseo y yo se lo cumplí — camina en dirección a donde está la botella destapada — ¿Qué hacían? — su rostro se endurece.

—Solo charlábamos y le mostraba el vino con el cual ganamos, ya te lo había dicho — sujeta su mentón y hace muecas con su boca.

— ¿Por qué será que no te creo nada? — tomo una copa y él me sirve 

—Tampoco me importa si me crees o no — se sirve él, antes de beberla se queda observando el lápiz labial que quedó marcado en la copa.

— ¿Te gusta? — suspiro, debo pensar bien mi repuesta no vaya a ser que lo mal interprete.

—No, es curiosidad, es extraño, no sabría explicártelo — asiente como si comprendiera lo que intento decir.

—Me pasa exactamente igual, no me gusta para nada a excepción de su trasero, pero hay algo en ella que me causa intriga — lo veo con total seriedad, ya Sebastián entiende lo que mi mirada le quiere decir

—Debemos dejarla tranquila Sebastián, primero, tu eres un infeliz y yo un hombre casado, aparte de eso tenemos reglas y una de ellas es no involucrarnos con la misma mujer — su duda me enoja, está vez no me responde, es como si sintiera la necesidad de romper nuestras reglas — Ni se te ocurra — advierto.

— ¿Ni se me ocurra qué? — siento el reto en sus palabras, ¿De verdad me está haciendo esto?

—Tenemos reglas que respetar Sebastián y lo sabes muy bien — maldice en silencio, parece un bebé malcriado.

—Tayler — cuando escucho ese tono una alarma se enciende en mí, ese es el tono de que algo se le ha ocurrido y no es nada bueno.

—Sea lo que sea, no — dejo la copa e intento irme antes de escucharlo y terminar aceptando.

— ¿Por qué?— sigo mi camino ignorándolo.

—Porque no — abro la puerta de la bodega.

—Ni siquiera sabes lo que diré — me persigue, aunque no sé lo que dirá sé que no será nada bueno.

—Y no quiero escucharlo, Sebastián tu estas mal de la cabeza y tus ocurrencias son un verdadero peligro — estalla de risa, cada vez que se le ocurre algo pasan cosas increíblemente catastróficas, no quiero ser partícipe de su locura.

— ¿Estás diciendo que soy un peligro? — me quedo pensando y viéndolo, desde este punto de vista creo que sí.

—Escucha, tengo idea de que es lo que quieres y no me parece agradable, mi respuesta es no a cual quiera que sea tu ocurrencia, no aceptaré por ningún motivo — no caeré en los juegos de mi hermano, eso sería horrible.

—Está bien, no pasa nada, nos alejaremos los dos de ella y dejaremos a un lado esa curiosidad por Camila, ni tu ni yo hará nada para acercarse, debemos cumplir— me quedo más tranquilo a pesar de que Sebastián no deja de demostrar las intenciones sobre ella.

—Me parece bien — saco mi teléfono del bolsillo y contesto la llamada del hombre que contrate para que vigilara a Isadora — ¿Dígame? — Escucho atento la información — Perfecto, muchas gracias — cuelgo la llamada.

— ¿Quién era? — Sebastián no sé aguanta, todo lo quiere saber.

—El hombre que contrate para que vigilara a Isadora — sonríe con felicidad.

— ¿Y? Ya me lo imagino, te engaña — a veces pienso que él desearía que así fuese.

—No, no me engaña y no lo hará porque me ama, deja ya de acusarla de ese modo tan asqueroso, a mí también me lastimas — gruñe con enojo al escuchar mi repuesta.

—Continua vigilándola, quizás esta vez intento ser cuidadosa — aún se rehúsa a que esté equivocado.

—No me engaña hermano, estas paranoico, entiendo que no la soportas pero eso no te da derecho a acusarla, es mi esposa y me duele saber que mi hermano la quiere dejar ver ante mi como una arpía — pasa la mano por su rostro.

—No entraré en discusión por lo mismo, si quieres el papel de cabrón perfecto, tómalo porque te queda muy bien — me contengo de no golpearle la cara, es tan idiota y tan terco.

—Ya, suficiente, si soy cabrón o no es mi problema, procura no serlo tú y ya, no te creeré ni una palabra, ella no me es infiel y no continuaré vigilándola — me empuja y pasa por mi lado enojado.

— ¡Te traeré la verdad pendejo y la estampare en tu cara! — se marcha furioso, es tan difícil lidiar con él, como dice mi familia, el único que lo entiende soy yo.

Camino en dirección contraria a la de él para ir a la casa y cambiarme de ropa, como cada mañana siempre entró al Viñedo a ver cómo va la cosecha y si todo está en orden, ya el año que viene podremos tomar las uvas y procrear nuestros vinos, si algo llegase a salir mal todo se viene abajo, son tres años de sacrificio e inversión y no solo de dinero sino de tiempo y esfuerzo, las uvas no son fáciles de cosechar, requieren de tiempo y dedicación, cuidarla de la temporada de frío y estar pendiente que no se contaminen, es un trabajo duro pero que al final te hará sentir orgulloso de todo ese gran esfuerzo.

Entró a la casa y no escucho ningún ruido excepto el de mi pequeña Tamara jugando con Camila, se ve tan feliz y radiante, me pregunto si Isadora la hará sonreír de ese modo, he notado que últimamente no comparte mucho con ella y yo tampoco lo hago, en este caso Sebastián tiene razón, tengo a mi hija descuidada y soy incapaz de hacer algo para cambiarlo, aunque mi distancia no es por mal, todo lo contrario, es por un buen futuro para ella, quiero que mi pequeña tenga todo y para eso debo trabajar duro.

Sonrió al ver como Camila encaja a la perfección con Tamara, mi hija es una niña tímida y no se socializa tan fácil con las personas que no sean de la familia, pero con ella fue diferente, parece que ambas tienen conexión y se entienden, me alegra saber que mi hija se lleve bien con ella y a pesar de que no la conozco del todo estoy seguro de que Tamara no corre ningún riesgo a su lado, puedo notar desde aquí el amor que tiene por los niños, ve a mi hija con tanta ternura y cariño que eso me da confianza de que se acerqué a mi bebé.

Subo las escaleras para ir a la habitación y cambiarme de ropa, debo ir a la planta para continuar con mi trabajo, tengo algunos negocios que cerrar y otros que abrir, debo ya asegurar las ventas del vino, tener los compradores en mis manos y no perder tiempo cuando saquemos al público nuestra próxima reserva. También debo buscar un nombre, cada que sacamos una reserva la nombramos, en este caso aún no se me ha ocurrido uno y eso es algo que ya debo de tener.

Quiero que el nombre sea llamativo y provoque al cliente a comprar, debe ser apasionado, penetrante e imponente, un nombre que reclame su valor y su lugar en el mercado, uno que se dé a desear ante todos los presentes.

Cuando terminó de arreglarme salgo de mi habitación para irme a trabajar, al llegar abajo ya ninguna de las dos se encuentran en la sala; puede que ambas se hayan ido a otro lado a jugar, termino por abrir la puerta principal para irme y solo me encuentro con Isadora y un montón de bolsas en manos.

—Mi amor — me da un beso.

—Qué bueno que llegaste — tomo algunas de las bolsas para ayudarla.

—Sí, hice muchas compras; te traje algo a ti también, te la muestro ahora, dejaré esto en la habitación y saldré de nuevo; me voy a encontrar con unas amigas — pasa por mi lado y sube las escaleras, yo la sigo un poco enojado porque no me agrada la idea de que este saliendo mucho.

— ¿Otra vez Isadora? Todos los días sales a encontrarte con ellas — entramos a la habitación,  deja las bolsas en él suelo y yo igual.

—No me voy a quedar aquí encerrada a hacer simplemente nada mientras tú vives metido en tu trabajo, estar aquí aburre — busca de irse y no la dejo, no sin antes dejarle en claro mi incomodidad.

— ¿Al menos podrías estar un día con tu hija? vives de calle en calle y no compartes con ella — se suelta amablemente de mi agarre.

—No puedo llevarla a una conversación de adultos Tayler, eso la aburriría— cierro la puerta con seguro, nadie sale todo los días a tomar café con las amigas y a hablar de los mismos temas

—Ay por favor, sabes muy bien que sí, cada una de tus supuesta amigas pueden llevar a sus hijos y así la niña conoce a otros — me observa con enfado.

— ¿Supuestas? ¡¿Piensas que te engañó?! — se escandaliza.

— No estoy diciendo que me engañes, solo me parece extraño que todos los días es lo mismo y que dejes a un lado a nuestra hija por unas amigas que aún no conozco, llevamos viviendo aquí un largo tiempo y aún Isadora no he conocido a la primera amiga tuya, sales muy seguido e incluso llegas pasada de las diez de la noche— se tensa, sabe que lo que digo es cierto.

—Veo que tu hermano te ha envenenado la cabeza, y tú que eres tan idiota le crees, no te estoy mintiendo, me voy a ver con mis amigas mi amor, jamás te engañaría Tayler; tu eres el hombre que amo y con quien deseo estar. Tienes razón he descuidado a nuestra hermosa hija pero te prometo que ya no lo haré más, llamare a mis amigas para reunirnos juntos a nuestros hijos y así Tamara este bien, mi amor tú y nuestra hija son todo para mi.— rodea con su brazo mi cuello y me deja un beso en mis labios, un beso frío y seco.

—Siento haberte hablado de eso modo y haber desconfiado de ti mi amor, es sólo que tengo miedo a que otro pueda robarme la mujer de mi vida — acaricia mi rostro, me está mintiendo y no puedo hacer nada  que seguirle el juego hasta confirmar mis sospechas.

—No pasará, ahora iré por Tamara para irnos te veo en la noche — sale de la habitación, cierro mis ojos negándome a la posibilidad de dudar, pude sentir que sus palabras no del todo eran tan sinceras, y cuando me beso fue totalmente fría.

Me cabrea el hecho de que oculta algo y que me esté viendo la cara de estúpido, sus planes eran otros, lo vi en su rostro y yo se los arruine, creo que Sebastián tiene razón, aún continuaré vigilándola.

Vuelvo a salir de mi habitación llevándome por el medio a Camila y cayendo juntos al suelo, ella queda debajo de mi asesinándome con la mirada, me levanto rápido y la ayudó a ponerse de pies antes de que me lance por las escaleras.

— ¿Estas ciego? — sabía que no se quedaría callada, en pocos días ya la conozco 

—Fue un accidente ¿ok? — respondo de mala gana, ¿mi esposa y ahora ella? Peor no podía ser.

—Ok, solo para la próxima ten más cuidado — me contengo, estoy de mal humor y para mala suerte me topo con ella.

—Y tú solo no procura estar atravesada en mi camino — abre sus ojos y luego los achica.

— ¿Disculpa? Tú fuiste el idiota que no se fijó — ¿Existirá algún manual para tratar con ella?

—Eres insoportable, ¡me volverás loco! — jamás nadie me había hecho enojar tanto y nunca había tenido encontronazos como los tengo con Ella 

—Y tu... Me largo — continua su camino hasta su habitación, desde aquí escucho como tira la puerta con fuerza, yo voy a su habitación y toco para saber que le sucede, pude notar que sus ojos estaban rojos lo cual me indica que lloraba.

Tocó un par de veces y ella abre.

—Discúlpame por comportarme tan idiota — carraspea suave.

—Creo que deberíamos dejar ya las peleas y controlar un poco nuestros temperamentos, o de lo contrario terminaremos muy mal — concuerdo con ella, somos dos adultos y no podemos andar por la vida lanzándonos balas.

—Es cierto, me parece que tanto tú como yo hemos tenidos días difíciles — suelta un suspiro largo, algo de nostalgia la recorre.

—Muy difícil, estoy segura que todo pasará rápido — me agrada su positividad, tiene cosas buenas y cosas malas.

—Así será ¿amigos? — le tiendo mi mano y ella sujeta la mía causando revuelo en mi cuerpo.

"¿Que me pasa con ella? me toca y me descontrola todo"

—Vale, amigos, no más peleas ni discusiones — no logro liberar su mano.

—Perfecto — nuevamente comienzo a sentir esa extraña curiosidad por ella, no sé si es por su vida o por su cuerpo.

—Si me devuelve mi mano sería perfecto — la atraigo a mi cuerpo y sujeto su rostro, poco a poco acerco mis labios a los de ella, Camila cierra sus ojos y me permite besarla, llevo mi lengua dentro de su boca y comienzo a moverla buscando que la suya me reciba, la beso con calma, soy suave y delicado, permito que ambos disfrutemos de este beso, no quiero ser brusco, mi cuerpo toma vida y mi amiguito también, mis manos viajan a su grande trasero, ese por el que Sebastián se vuelve loco, si se entera que la toque me quitara la cabeza.

"Un momento ¿qué hago? No, no, no Tayler detente eres un Hombre casado y no puedes romper las reglas"

—Esto está mal — ella se aleja antes de que yo lo haga.

—Lo sé, disculpa — no es mucho la distancia, sus besos me gustaron y más el ritmo suave con que su lengua envolvía a la mía — no pude evitarlo, no volverá a pasar — ella asiente y pasa sus dedos por sus labios.

—Usted es un hombre casado y yo, yo soy la amiga de su prima y no quiero que confunda las cosas, por favor que no vuelva a ocurrir — siento que algo la incómoda y me gustaría saber qué es, pero no voy a preguntarle porque eso sería muy imprudente de mi parte.

—Bien, debo irme y usted descansar — le digo, es claro que ni me quiero ir, debo hacerlo y no volverme loco, debo enfocarme en decirme no me gusta, no me gusta, no me gusta, es un capricho mío y ya.

—Genial, adiós — salgo y ella cierra la puerta, me doy la vuelta y Sebastián esta de pies a poca distancia de mi viéndome.

— ¿Que hacías ahí? — me acerco hasta él, peinó mi cabello y me relajo un poco.

—Nada — se cruza de brazos, si le digo me ahorcara.

— ¿Nada? Porque me parece que si hacías algo, hicimos un trato hace un rato — no está enojado pero si un poco afectado porque no estoy cumpliendo.

—Lo sé y no volverá a pasar — no puede pasar, debo dejar de ser tan infantil y controlar mis deseos.

—Ambos sabemos que no será así Tayler, esa mujer nos está causando algo a los dos y es difícil de ignorarlo, yo también lo intento, me niego a creer que esa loca de pijamas de Bob esponja me cause deseo, está mañana la bese y no sé porque pero lo cierto es que ese jodido beso me desquicio — ¿La beso? Él también lo hizo y yo, yo acabo de hacerlo.

—Yo acabo de besarla también y... Me gusto — digo viendo al suelo — Pero no sucederá más, no puede existir nada entre nosotros, primero soy casado y segundo también te atrae a ti — sujeta mi hombro

—No lo entiendes hermano, no podremos ignorar el deseo, ya lo has comprobado, por favor deja de decir que eres casado, me enferma esa palabra — ¡rayos! Estamos perdidos.

—No queda de otra, tenemos que ya dejar de actuar como niños — niega, comienzo a creer que tienen razón y no podremos dejarla tranquila.

—Tayler — ahí está nuevamente esa voz recargada de locas ideas.

—Sebastián no — deja caer sus hombros y suspira.

—Déjame hablar, ¿por qué eres tan cobarde? — se distancia, somos hermanos y siempre suelo adivinar sus planes.

—No es que sea cobarde, es que no podemos inventar — me señala, cada que le llevó la contraria se enoja.

—Si podemos, siempre hemos podido con todo, será un secreto tuyo y mío — me quedo quieto y pienso.

—Ya di que es lo que planeas — sonríe victorioso.

—Un juego con tres reglas — junto mi entrecejo, siempre usamos las reglas para cuidar de nosotros mismos.

— ¿Cómo así Sebastián? — suena sus dedos y comienza a hablar.

—Hagamos un trío Tayler, un trío que estará conformado por tres reglas, la primera: Solo tú y yo podremos estar con ella en la intimidad, La segunda: ella será quien se encargue de detenernos si alguno de los dos intenta estar a solas con ella, y la tercera: No enamorarnos ningunos de los tres — trago grueso ante esta idea loca que ha tenido mi hermano, aunque sus reglas me parecen muy buenas y justas puesto a que sólo estaré con Camila cuando él este también presente — Un juego de tres hermanito, tres personas y tres reglas, hagamos algo diferente y nuevo para los dos, juguemos juntos  — di que no Tayler, por más tentador que suene di que No.

—Acepto — ¡Estoy loco! 

—Muy bien, ahora sólo queda  incluirla a ella — algo difícil y complicado de lograr.

—Dudo que acepte — pasa su brazo por mi hombro y me lleva hacia las escaleras.

—Aceptara y estaremos los dos para convencerla, Tayler tanto ella como nosotros sentimos el mismo deseo y Camila también se rehúsa a aceptarlo, nosotros lograremos convencerla — no sé si lo logremos, pero me agrada la idea de inténtalo — hagámosle una invitación al juego.

"¿Que podría salir mal? Solo debemos ser cuidadosos

Esto es un juego que solo será jugado por tres, es la primera vez que Sebastián y yo pensamos en formar un trío, esa mujer nos está ocasionando grandes dolores de pelotas, la idea de aventurar me agrada, ya he sido muy pendejo en la vida y me parece de que es hora de arriesgar un poco por algo de placer.

"El Deseo es un poder difícil de controlar, y la carne suele ser muy débil ante él"

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo