CAPÍTULO 3. PIR ROLDÁN

Él vio que ella se puso blanca de la impresión y sus ojos hermosos, se abrieron como platos, dejándolo cautivado en el acto, pero a pesar de ello no quiso darle tregua alguna, era una chismosa de primera, tenía toda la intención de hacerla sentir incómoda hasta más no poder, solo con verla se había dado cuenta que era una mujer superficial más pendiente de su aspecto que de su trabajo y que pensaba que con el físico podía todo conseguir, lo bueno es que estaba advertido sobre ella, por cuanto algunas de sus compañeras de trabajo, le habían indicado la clase de persona que era e incluso le mencionaron que se había convertido en la amante de Gino, quien la habría ingresado sin experiencia, ni recomendaciones a cambio de favores sexuales.

 

—Vamos señorita responda, o le comieron la lengua los ratones—dijo en tono de burla.

 

—Y-yo…Yo no…—estaba nerviosa y las palabras no surgían de su boca.

 

—Aparte de chismosa eres cobarde, que le gusta hablar a espaldas de los demás cuando no pueden defenderse, pero cuando uno te pregunta o pide alguna explicación, enmudece, tartamudeas, ¿O acaso sufres de algún problema de comprensión? —manifestó frunciendo sus labios.

 

Su actitud prepotente la hizo enojar, y luego de darse unas manotadas mentalmente, le respondió aunque prefirió mentirle a repetir lo que había dicho —No sé de qué está hablando, quizás estés padeciendo de algún problema auditivo y eso justifica que no haya escuchado bien lo que yo estaba diciendo, porque en realidad, no tengo absolutamente nada negativo que decir en contra de mis empleadores porque ni siquiera los conozco, por eso no puedo opinar. Además ¿Quién eres tú, para yo tener que darte explicaciones? —expresó con mirada de prepotencia, si él sabía darse aires de superioridad estaba hablando con la madre de esa actitud, pensó sonriendo para sus adentro.

 

Él la observó tratándola de intimidar, pero ella le sostuvo la mirada retadoramente  —Por ahora soy el supervisor de esta sucursal, lo que me haría algo así como tu jefe, por lo cual estás siendo muy altanera dado que eres mi subalterna—indicó esbozando una falsa sonrisa que no llegó a sus ojos.

 

—No creo, estamos fuera de las instalaciones de los almacenes, por lo cual aquí en este sitio, tú y yo  tenemos igualdad de condiciones ¿Señor?

 

—Para ti  Pir Roldán —dijo mirando su reloj —. Y ya, es hora de que inicies la faena de trabajo, subordinada.

 

Alondra lo miró con rabia, pero prefirió no replicarle, sabía cuando llevaba las de perder. Por ello, sin pérdida de tiempo, inició su jornada de trabajo, y posteriormente Pir, como nuevo supervisor fue entrevistando a cada uno de los empleados, cuando le tocó el turno a ella, estaba un poco nerviosa, no quería estar sola con ese hombre. Se sentía intimidada por su presencia, de hecho le parecía conocido, pero no lograba recordar de donde.

************************************

Pir Roldán como se había identificado, estaba esperando la entrada de la chica Peralta, ella le parecía conocida, sobre todo sus ojos, tenía la impresión que la había visto con anterioridad. Justo en ese momento recibió una llamada a uno de sus móviles, el número no se marcaba en la pantalla, hizo una mueca, al contestarlo escuchó una voz al otro lado que ni siquiera lo saludo, sino que fue directo al grano, la reconoció de inmediato —Dime Pir, ¿Cómo es eso que sacaron de circulación a uno de nuestros mejores hombres?

 

—Había que sacrificar a alguien, estaban encima, como comprenderás no podía ser yo—expresó con toda la calma que le fue posible.

—Por supuesto que no, pero los jefes están pidiendo tu presencia. Necesitan de tu ayuda, además están preocupados por ti—afirmó el hombre.

—La tendrán, sabe que eso no se pregunta mio Fratello—respondió con tranquilidad.

—¡Así es! Debes cuidarte tal vez anden tras de ti—expresó el hombre.

 

—No tienen nada que temer, se cuidarme solo—manifestó con certeza.

—Te espero en la noche, donde siempre—ordenó..

—Allí estaré —respondió Pir cortando el teléfono, justo a tiempo porque había aparecido la señorita Peralta, creidita la niña, con unas ínfulas de superioridad que lo incordiaba bastante, le molestaba la gente como ella, pero no entendía el porqué de su actitud cuando era una humilde dependienta que dependía de él para poder seguir trabajando allí.

—¿Por qué te contrataron? —le preguntó sin miramientos.

—Porque había un puesto vacante y necesitaba el trabajo—respondió a secas la chica.

—¿Te acostaste con Gino para que te contratara? ¿Eras su amante? —preguntó con insolencia.

Alondra no se detuvo a pensar, la furia la invadió y le propinó una sonora cachetada, pero apenas ella se la dio Pir le sostuvo la mano y con su mirada llena de rabia, apretó sus dientes y conteniendo su enojo, le apretó la mano, aunque no fuerte diciéndole —¡Eres una atrevida! ¿Qué tal si yo tomo tu hermosa mano y te la doblo hasta partírtela? sería mi reacción natural a un acto de violencia tuyo —sin embargo, no pudo evitar el corrientazo que sintió de su mano hacia su brazo apenas tocarla, la iba a soltar asustado, pero prefirió ignorar esa sensación, no podía demostrarle que su contacto le había afectado.

Ella lo miró sorprendida, por varias razones, ni siquiera pensó cuando lo abofeteó, tampoco esperó la reacción de él, aunque le sostenía la mano con fuerza no estaba ejerciendo presión y por último el chispazo que sintió en su brazo apenas la tocó, eso jamás le había sucedido.

—Mi reacción fue un acto natural a tus insultos, yo soy una mujer y no debes hablarme de esa manera —expresó con aparente tranquilidad.

 

—Solo repito lo que están manifestando tus compañeras de trabajo—respondió Pir sin poder simular su molestia.

—Son chismes y no debes prestarles atención, no soy santo de devoción de las chicas —le dijo mirándolo a los ojos, mientras él seguía sosteniéndole las manos.

 

—¿Y si te guardan devoción los chicos? —interrogó a la expectativa.

—No tengo la culpa que lo hagan, además que mujer no le gusta que la admiren —manifestó con prepotencia.

—¿Quién eres? —preguntó con curiosidad.

—Soy Alondra Peralta, una trabajadora de este lugar, que vive en una habitación arrendada—respondió sin pausa.

—No creo que seas quien dices ser —espetó con seguridad.

 

—Lamento mucho que no me creas —expresó en tono parco.

 

—No soy hombre fácil de engañar Alondra Peralta, si me ocultas algo lo sabré. Puedes retirarte.

—Con permiso—manifestó dejándolo solo, mientras pensaba en las palabras que le había dicho, no podía dejar que descubriera quien era ella.

Entretanto al salir ella Pir comentó—Alondra Peralta sabré quien eres realmente y porque te ocultas —. De inmediato levantó el teléfono, dio los datos y descripción de la chica y la mandó a investigar.

 

Días después

Pasaron varios días, no había llamado aún para conocer los resultados de la investigación que le había mandado a hacer a Alondra, sin embargo, no había dejado de observarla, analizarla, estudiar sus actitudes, posturas, nunca estaba sola en el trabajo, siempre estaba rodeada de hombres, quienes no la dejaban alzar peso, ni hacer ningún tipo de trabajo rudo, incluso muchas de las actividades asignadas a ella la hacían sus compañeros de trabajo, eso irritaba grandemente a Pir, primero porque no quería que nadie se fijara en ella, lo que no le parecía una actitud coherente, pero no quiso pensar en eso y segundo le molestaba que ella se aprovechara de sus atributos para tener dominados a esa cuerdas de imbéciles, él conocía bien el tipo de mujer que era Alondra, era la misma clase de arpía que había engañado y hecho daño a su mejor amigo y a quien se la había jurado.

 

Salió a buscarla quería reclamarle, pero en el fondo sabía que desde que la había conocido no podía apartar su vista de ella, la buscaba, siempre quería saber donde estaba, qué hacía, lo que tomaba, lo que comía, se había dado cuenta que tenían un deje de tristeza y a veces se abstraía pensando, tenía algo que la perturbaba, pero no se atrevía a preguntarle, tenía miedo de caer en sus redes, la encontraba muy deseable, era como una muñequita frágil, pero a la vez con carácter, y eso cada día le gustaba más, de hecho lo asustaba.

De inmediato su conciencia debatió esos pensamientos y lo incordió diciéndole “No te vayas a enamorar de esa chica el noviazgo, matrimonio, hijos, no son para ti, debes entender que en tu mundo nada de eso tiene cabida, escogiste tu destino, que lamentablemente para ti, excluye todo lo demás, no te hagas ilusiones si no quieres sufrir” —¿Sabes qué? —se respondió —, no opines donde no se te ha pedido  tu opinión —espetó molesto.

Continuó buscándola hasta encontrarla en el depósito, tenía su mano colocada en el pecho de Stefano, mientras él iba acercándosele, la rabia de inmediato lo dominó, no sabía porque ella tenía esa capacidad de sacar su lado impulsivo y celoso, cuando siempre mantenía esas características suya bajo control, de su familia era quien menos poseía esos defectos y ahora resulta que la mujercita esa, sacaba esas no muy agradables características, respiró profundo diciendo con voz clara y fuerte—¡Sal de aquí Stefano!, ya conversaré contigo —espero que el hombre saliera y siguió con ella —. ¿Crees que este lugar es para que tú te escondas con tus amantes? —preguntó con rabia, mirándola a los ojos, ella no apartó su mirada de él, sino que la mantuvo firme.

—Stefano no es mi amante, no es lo que crees, yo tenía la mano en su pecho para alejarlo, lo estaba persuadiendo para que no me besara, no quería que lo hiciera—respondió la joven irritada.

Pir se quedó observándola y se dio cuenta de su sinceridad, si algo había aprendido a detectar dentro de los círculos en que se movía, era cuando lo engañaban y en ese momento ella no lo hacía—Te creo. Pero se que eres una seductora andante. Provocas las pasiones entre los hombres, esos ojos hipnotizan y atraen como el fuego a las polillas, esos labios —le dijo tocándoselos —, son tan tentadores como la fruta tropical más jugosa.

 

El corazón de Alondra comenzó a latir con más fuerza, sintió que al rozar sus labios con la mano, un fuego fue iniciándose en su interior y eso nunca lo había sentido, tenía miedo de caer ante él, no había conocido nunca un hombre que tuviera la capacidad de hacerla sentir vulnerable, Pir se le acercó y posó sus labios en la boca y comenzaron un suave beso que fue ganando intensidad hasta que sus lenguas se encontraron, él le recorría la boca por dentro, sus dientes, succionaba su lengua, mientras sentían que estaban siendo devorados por la llama de la pasión, la tomó por el trasero y la levantó para que sintiera lo potente de su excitación, hasta que Alondra reaccionó y se preguntó “¿Qué estás haciendo? te acaba de decir que te encerrabas con tus amantes allí y vas a caer en ese juego”.

Ella lo empujó  diciéndole  —Esto no está bien, no es correcto, estamos en el trabajo, tú eres mi supervisor.

 

—Me gustas mucho Alondra y sé que también te gusto a ti. Vamos a conocernos, por favor, solo quiero saber más de ti, tus gustos, tus anhelos, de dónde vienes, tus lugares favoritos, que te agrada, lo que no, porque vives sola, quiero saberlo todo de ti. Te invito a cenar, conozco un sencillo y acogedor lugar que te va a encantar, te prometo que no va a pasar nada si tú no quieres —manifestó esperanzado.

—Realmente ese es el problema, tengo miedo de mí, no de ti—respondió con sinceridad.

Pir se le volvió acercar la atrajo hacia él, tomándola por la nuca y volvió a besarla con pasión, la recostó en uno de los estantes, entretanto sus manos recorrían su cuerpo con una imperiosa necesidad, mientras sus respiraciones se agitaban producto de la fogosidad que experimentaban.

Pir comenzó a desabrocharle la blusa que cargaba, dejando expuesto su brasier, mientras besaba su cuello e iba bajando hasta posar su boca encima del sostén y comenzar a succionar su seno, Alondra estaba enloquecida del deseo, pero un atisbo de cordura se coló en su mente  y  enseguida le sostuvo la cabeza con las dos manos apartándolo de si —No por favor, no quiero—pronunció en tono un tanto de angustia.

—Lo siento, te prometí que no pasaría nada si no querías—posó su frente en la de ella y con su mano izquierda comenzó a acariciarle el cabello con suavidad, hasta que sus respiraciones dejaron de estar agitadas—.¿Aceptarás salir conmigo?

 

 

“Cuando te das cuenta que deseas pasar el resto de tu vida con una persona, quieres que el resto de tu vida empiece lo antes posible." Anónimo.

 

 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo