CAPÍTULO VEINTISIETE: CLUB VILLA HERMOSA
Por un momento Gabriela sintió que podía volver a ser la mujer segura que ella siempre fue. Esa seguridad, ese vestido, esos pasos que daban adelante, todo ese mundo que ella podía estar pisando en ese momento podía volverse a sentir de la manera en que se sintió suyo cuando ella fue una gran mujer. La mujer de la familia Bracamontes.
Esa noche la Gabriela de la familia Bracamontes volvía a ser de ella, ella volvía a ser un miembro de ellos y esa era la manera en que debía de sentirse. Sentir como la seguridad la hacía su presa en el momento.
— ¡Bienvenida, señorita! — Saludó alguien antes de permitirle la entrada a la mujer.
Llena de confianza, ella sonrió. Al menos eso era lo que quería dejar ver a los demás.
—Por favor, pase, señorita—, pidió el hombre.
Gabriela asintió con gracia, y luego, el hombre empujó la puerta para dejarla entrar. Adentro debía de estarla esperando aquel hombre que había pagado por su compañía. Solo la compañía y nad