CAPITULO 1 ¿EN REALIDAD NO RECUERDA LO QUE SUCEDIÓ ESA NOCHE?

Ashley Freetman.

Tomé mis cuadernos, guardándolos apresurada en mi bolso. 

─ ¿A qué se debe tanta prisa? ─ Preguntó mi amiga Mariluz.

─ Es que seguramente va adelantar la fecha de su cumpleaños ─ se burló mi amigo Alexander y hermano de Mariluz. 

─ No querido, para esa fecha faltan todavía algunos meses y primero vienen las fiestas decembrinas y eso es sinónimos de eventos para nosotros ─ le recuerdo a mis dos amigos. 

─ ¡Por Dios! no sé porque todo el mundo se antoja a celebrar su boda en Diciembre o sus celebraciones en ese mes ─ murmura Mariluz, recogiendo también sus cuadernos apresurada. 

─ Pensé que hoy iríamos de reventón para celebrar que ya culminamos por el momento con la universidad ─ manifestó Alexander, rodeando la espalda de Mariluz y la mía, para salir los tres hacia el estacionamiento de la universidad.

─ No puedo, me comprometí con las tias Valerie y Abigail, para ayudarlas en la agencia a organizar los eventos que están pendiente y mañana a primera hora presto colaboración en el hospital ─ le informo a los chicos y los dos hacen un gesto de aburrimiento.

─ Ustedes ya deberían estar solicitando prestar colaboración en el hospital, el próximo año nos graduaremos y luego será más difícil ─ alego observando a ambos. 

─ Aquí la cerebrito y aplicadita eres tú ─ se burla Mariluz.

─ Conmigo no cuenten todavía quiero disfrutar este año que me queda de libertad ─ se ríe Alexander, cuando ya hemos llegado al estacionamiento de la universidad. 

─ ¿Y es que te piensas casar? ─ Se burla Mariluz y yo, suelto una risilla.

─ Solo si Ashley, me acepta otra práctica mucho más emocionante que la anterior ─ menciona con burla y yo tuerzo los ojos buscando mis llaves para abrir mi auto. El muy lanzado se refiere a la práctica que hicimos para enseñarme a besar. 

─ No estaría mal, así deja de ser la cientifica del salón de clases ─ se burla Mariluz y se que se refiere a la investigación sobre los fluidos del cuerpo. Alexander suelta la carcajada y yo lo miro mal. 

─ Eso es porque no quisistes practicar conmigo ─ bromea Alexander, se rien y yo solo lanzo mi bolso a la parte trasera del automóvil y me acomodo detrás del volante.

─ Nos vemos chicos ─ les digo despidiéndome de mis amigos.  Mariluz y su hermano, caminan unos pasos más buscando el auto de Alexander. 

El trayecto hasta la agencia de la tía Valerie, se hizo un poco engorroso, el tráfico automovilístico estaba a horror. 

Sonrío cuando llego y tía Abigail está comiéndose un emparedado. 

─ Este bebé si que se alimenta ─ menciono acariciando su barriga.

─ Ni César, ni Leonardo, ni Jeancarlos; me despertaron esta hambre. ─ menciona la tía Abigail, levantando un vaso de jugo.

─ ¿Qué tal las evaluaciones? Pregunta la tía Valerie, entregándome la carpeta de los contratos que tenemos para los nuevos eventos, el mes decembrino se aproxima y la locura también. 

Leo los lugares donde solicitan los eventos y los tipos de decoraciones que desea cada cliente, también los aperitivos solicitados y banquetes que exigen algunos eventos.

─ Son muchos ─ murmuro 

─ Sí, creo que no cabe en nuestra agenda un evento más. Hasta hay seis y siete programados por días ─ menciona la tía Abigail. Arrugo mi nariz con esa información. 

─ ¿Faltó anotar algún evento? ─ Pregunta la tía Valerie, observando el gesto de mi rostro. 

─ Los niños del Hospital ─ indico y ella sonríe.

─ Para ellos he personalizado un pequeño evento pero muy especial ya que no podemos sacarlos del hospital. ─ Informa la tía Valerie y yo me emociono.

─ Las tres pasamos largas horas planificando y cada una seleccionamos los eventos que supervisaríamos, excepto la tía Abigail, que solo planificaría y ayudaría con los pedidos y encargos, más ella no se estaría trasladando a supervisar por motivo a cuidar su embarazo. 

El tío Jordan, llegó como a las nueve de la noche a la agencia a buscar a la tía Abigail. Nos consintió a las tres unos veinte minutos y de allí todas partimos a nuestros hogares a descansar un poco. 

Al llegar una hora después consigo a papá en la casa y no está en su mejor momento, pues la tía Ivanna, esta noche tiene guardia en el hospital. Sonrío abrazándolo y mi hermano Andrew, suspira aliviado.

─ Por lo menos te molestará a tí ─ susurra mi hermano Andrew, cuando se apresura a pasar por mi lado.

─ Estoy cansado de decirle a Ivanna, que debe cuadrar sus guardias con las mías ─ escucho el quejido de mi padre molesto. Jaime, el hijo del profesor Noah, se despide apresurado, me río de la situación. 

─ Yo dormiré contigo, papi ─ menciona Samantha, aliviando mi noche escuchando a mi padre caminar por todos los pasillos, sin dejar de gruñir y lamentarse hasta que uno de nosotros se va a dormir con él, para calmarlo.

─ Te haré un rico té, para que te calmes ─ susurro abrazándolo. Me dirijo a la cocina a preparar el té. Mi teléfono timbra, lo observo y es una imagen W******p con Mariluz y Alexander, en una discoteca, ambos con un trago en la mano brindando con otras personas. Ruedo los ojos cuando leo la "hermosa" dedicatoria.

─ POR mí amiga la aburrida.

─ ¡Dios! estos chicos no tienen remedio ─ pienso sacando la taza para el té y vertiendo el contenido caliente en ella, lo acomodo en un platico y me voy para la habitación de mi padre a consentirlo un rato. 

─ Lo conseguí con el teléfono en la mano y Samantha, en la cama con el control del televisor y él hablando con la tía Ivanna, por su celular. 

Coloqué la taza de té en la mesita de noche y me subí a la cama para abrazarlo desde su espalda y besar su cabeza.

─ Iré a ducharme ─ mencioné, mi padre bajó el celular de su oreja. 

─ Descansa que mañana tienes colaboración ─ murmuró besando mi frente.

─ Yo me quedo aquí ─ aseguró mi hermana y yo casi suelto una risilla, pues ella se quedará pronto dormida como un tronco y papi pasará la noche hablando por teléfono con la tía Ivanna y mañana suspenderá sus consultas, eso sino tiene programado partos o se le presente una emergencia. 

─ Descansa papi, que mañana debes trabajar. ─ mencioné besando su mejilla, él asintió volviendo a llevar su celular a su oído.

Ingreso a mi habitación y abro la ventana como todas las noches, me acerco y respiro el aire puro. Luego me desvisto y enciendo mi teléfono con la canción de Shakira. 

Bailando al ritmo de la música me dirijo al baño. Mi ducha fue larga y relajante, envuelvo mi cabello en una toalla y seco mi cuerpo. Busco en el closet un pijama, me lo coloco apresurada y me lanzo a la cama. Apenas acomodo mi cabeza en la almohada, mi mundo se desaparece. 

─ Tenía días sin prestar colaboración ─ menciona el Doctor Noah, fijando su mirada sobre la mía.  

─ Lo siento, Doctor. Estuve colapsada con las evaluaciones ─ le informé.

─ Por favor, ayude a la enfermera de mi consultorio para que tenga listo a los pacientes que veré hoy en consulta. ─ Ordena y yo asiento sonriendo, me gusta acompañarlo en sus consultas, aprendo mucho de cada una de ellas. 

El Doctor, Noah. Camina pero luego gira en sus talones.

─ Pero primero recibimos la guardia ─ ordena y yo vuelvo asentir observando como su rostro se suaviza. Ya no sé cuándo anda disgustado o ese es su carácter normal, bueno creo que ese es su carácter normal. 

─ Vamos ─ me invita observándome. ¡Que pena! me he quedado clavada en el piso observándolo como una idiota, lo único que faltó es que limpie mi baba. 

─ El recorrido por cada ala de esta área de Oncología infantil duró un poco más de media mañana.

 De allí bajé al consultorio del Doctor Noah, y con la enfermera de guardia coordiné las consultas, pesamos y medimos la estatura de los niños antes de irlos  ingresando para su revisión médica.

El doctor, Noah.  Llegó una hora después. Los niños junto a uno de sus familiares fueron ingresando a las consultas. Respiro profundo con los diagnósticos. Observo la pequeña mesa que está al lado del escritorio del Doctor, eso lo he surtido con pequeños detalles para los niños que vienen a consulta y así ayudarlos a perder el miedo. 

El Doctor me observa cuando levanto el pequeño presente y se lo entrego al niño. Su rostro está serio como siempre ha estado.

─ No es un gesto de afecto ─ le sonrío al Doctor, batiendo mis pestañas. Él, rueda los ojos, le disgusta el gesto, pero no me ha hecho ningún reclamo por esa pequeñísima acción de la cual me he tomado la atribución sin consultarsela. 

La enfermera ingresa y nos observa 

─ Doctor, tenemos una hora para almorzar ─ menciona pidiendo el permiso para retirarse. 

─ Nosotros haremos lo mismo ─ menciona el doctor en plural 

─ ¿Nosotros? ─ me pregunto internamente así cómo llevo un par de meses haciéndolo.

─ Estaré en el cafetín, Doctor. ─ Musito. 

─ ¿No te agrada comer conmigo? ─ Pregunta observándome. La enfermera sale del consultorio dejándonos solos. 

─ No es eso, Doctor. ─ Menciono 

─ ¿Entonces? ─ Pregunta elevando sus dedos y acariciando mi barbilla para luego levantar mi mentón. 

─ Solo que no quiero causarle molestias ─ musito. 

─ No me las causas ─ susurra observando mis labios y en momentos como estos me pregunto si de verdad a olvidado todo lo que sucedió esa noche. 

─ Vamos ─ menciona cortando el raro ambiente que se ha formado.  

Salimos y no precisamente a un restaurante, ni al comedor del hospital, ni al cafetín, ingresámos a un área que estaba completamente sola. Definitivamente el doctor, se conocía cada lugar solitario de este hospital. Un chico que trabaja en el cafetín trajo los dos almuerzos. 

─ ¿Le gusta mucho la soledad? ─ Le pregunto al doctor, una vez que el chico se ha retirado.

─ A veces ─ responde observándome. 

─  Supongo que a tí no te gusta.  ─ murmura y yo sonrío

─ No mucho, estoy muy acostumbrada a la compañía de mi familia ─ musito y él asiente.  Ambos almorzamos en silencio, cuando culminamos tomo los envases desechables y los depósito en una bolsa, busco el baño del área y lavo mis manos.

El doctor Noah, tiene su cabeza apoyada en el espaldar del mueble, al notar que salgo del baño él se levanta y se dirige también al baño. Mi teléfono repica, observó la hora y todavía falta media hora del almuerzo, me acomodo en el único sofá que tiene la habitación y son las imágenes con las sugerencias decorativas que envía tía Abigail.

El Doctor,  Noah. Sale del baño me observa y se acomoda en el mueble sentándose a mi lado. Voy pasando las imágenes detallándolas.

─ ¿Estás ayudando nuevamente a tu tía Válerie? ─ Pregunta y elevo la mirada a la suya, pero él está observando mi teléfono.

─ Sí, ─ respondo volviendo mi mirada hacia las imágenes que refleja la pantalla de mi teléfono. 

─ ¿Hasta que hora es tú colaboración de hoy? ─ Pregunta.

─ Hasta las seis, pero si me necesita me puedo quedar ─ me ofrezco.  

─ Quédate y yo cuadro la próxima colaboración ─ propone y sé que él estará de guardia hasta mañana a las ocho. Tengo mucho trabajo también en la agencia de festejos de mis tías,  pero de solo pensar en estar a su lado mi corazón se remueve con fuerza en mi pecho. Asiento a su propuesta y ambos nos perdemos en la mirada del uno al otro.

─ ¿En realidad no recuerda lo que sucedió esa noche? ─ Es mi constante pregunta.

─ Sino se presentan emergencias esta noche podemos descansar un rato en el área de lencería ─ Propone y mi pecho da un vuelco con la rotación de mi corazón y solo asiento como la verdadera boba a la cual hay que limpiarle la baba. 

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