—Esperé, señora.
—Habla.
—¿No quiere saber sobre la otra? ¿Cree usted que está segura con esa mujer?
—No me importa sí está segura o no, dime; ¿qué viste en esa mujer?
—Ella no me dió confianza señora, la sentí apegada a las bebés, andaba distraída cuando llegué allí, su actitud era como si no me quisiera entregar a la niña que llevo conmigo, señora creo que ella puede traicionarla.
—Pon hombres cerca de allí, quiero que me informen si ven algo raro en ella, conmigo no se juega, y ya ella está advertida.
—Sí señora.
En las afueras de la ciudad, muy retirado de las grandes carreteras de la ciudad, rodeado de bosques y cerca de algunas montañas, hay un refugio para niños abandonados, conocido en muchos lugares como casa hogar, y en otros países como orfanato.
Dos autos Negros estacionados al frente de este lugar, un hombre con un bebé en brazos caminando a pasos firmes hacia una mujer parada en la puerta de entrada en espera, acompañada de dos chicas jóvenes, las cuales parecen trabajar