DAVIEN;
Al principio, pensé que no pasaba nada porque, a pesar de lo mucho que los lobos blancos Gamma, como Susanna que era una famosa lectora de mentes, intento intruir a Katie, no sentí nada.
Mi pareja tampoco sintió nada.
Hasta que una sensación electrizante crepitó entre Katie y yo, y antes de que me diera cuenta, mi mente pasó a un espacio completamente fuera de lo común.
Era extraño. Estaba confundido y curioso a la vez, buscando respuestas a mi alrededor que parecían escabullirse de mi alcance. De hecho, nada parecía similar hasta que mi voz cortó el aire denso y brumoso, invadiendo mis oídos.
—Mamá, por favor —grité.
Lloré, pero al mismo tiempo, el llanto no era mío. Es decir, ya no sueno así. Con los años, mi voz se había vuelto más gruesa, pero la voz que oí en ese momento era tan...
Suave pero reconocible porque era la versión más joven de mí.
—Por favor, déjame asistir a la fiesta contigo y con Daniela. No intentaré hacerme amigo de nadie. No los deshonraré a ti ni a pap