Capítulo cinco. Confusión

Confusión

Derrick respiró profundo, él quizás hubiese insistido en continuar su discusión y aclarar el motivo de su presencia en el hospital, pero su preocupación era Victoria, la mujer tenía quince minutos de retraso y no respondía a sus llamadas.

—No te arrepientas —susurró como si la mujer pudiera escuchar su mente. Habían llegado muy lejos, la cita de hoy era imperdible y Victoria lo sabía.

Derrick caminó de un lado a otro en la entrada del hospital esperando verla llegar, sin embargo, la mujer brillaba por su ausencia. Él le marco de nuevo, ya había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho y el resultado fue el mismo. El móvil estaba apagado.

—¡Maldición! —gruñó.

Derrick llamó a Archer, pero este tampoco había tenido suerte y no había logrado contactar a Victoria Owen, ella simplemente había desaparecido.

—Seguiré buscando, Victoria no puede irse, así como así. ¡Firmó un contrato! —la voz alterada de Archer por el teléfono no sosegó a Derrick. Ya no tenía ningún sentido seguir esperando.

—Victoria se ha ido, no vendrá —dijo Derrick, sintiéndose de nuevo en manos de su padre, quizás había cantado victoria con anticipación y este era el precio. Quizás la razón era, que no estaba preparado para ser padre o había hecho una mala elección con la madre de su bebé, por las razones que fueran, él debía hablar con la doctora y detener el procedimiento hasta conseguir una nueva candidata, quizás, revisar la lista que la doctora Lennox le había ofrecido en un principio fuera la solución.

—¡Espera Derrick! —él no quiso seguir perdiendo el tiempo y cortó la llamada, lo que fuera que Archer tenía para decirle no importaba, él había tomado la decisión de abortar el procedimiento ese día.

Derrick guardó el móvil y esperó otros cinco minutos por Victoria, sin embargo, esta no apareció. Se metió las manos en el bolsillo y con rostro derrotado regresó al interior del hospital, al área de las clínicas.

—No puedo seguir esperando, Susan, si la señorita Anderson llega, dile que lo siento mucho, que tuve que irme —el apellido de Valeria en labios de la mujer captó la atención de Derrick, puesto que ella ya estaba en la clínica.

—Se lo haré saber apenas la vea llegar, doctora Lennox —dijo la secretaria.

Derrick sintió un extraño escalofrío recorrer su columna vertebral al escuchar el apellido de la mujer.

—También dile a mi hermana que se haga cargo de mis pacientes a partir de mañana, estoy haciéndoles esperar y no es correcto —agregó la mujer.

Derrick sintió un vuelco al corazón, al recordar que Archer le había hablado de la doctora Lennox y de su hermana, ambas con clínicas en el mismo hospital.

—Que tenga un feliz viaje y un feliz retorno a casa, doctora —dijo la secretaria. Derrick no escuchó si la mujer le respondió o no, sus pasos lo llevaron a la clínica donde se llevaría a cabo la inseminación, esperando poder entrar antes de que todo diera inicio, pero llegó tarde y la enfermera se negó a dejarle pasar.

—Tengo que entrar —insistió Derrick ante la negativa de la mujer, si Victoria no había llegado, la única mujer de quien podría tratarse era de Valeria.

—Lo siento señor Phillips, pero la doctora Lennox ha iniciado el procedimiento con la paciente, por favor, pase a la sala de espera —pidió la mujer.

Derrick negó.

—¡Espere, por favor, puede haber un error! —exclamó ante la negativa de la mujer.

—Lo siento, señor, tengo que asistir a la doctora —dijo la mujer—, puede usted estar tranquilo, la mujer es la indicada —aseguró antes de cerrarle la puerta en las narices, mientras sentía que las cosas estaban a punto de complicarse mucho más con Valeria.

Mientras tanto, Valeria se sitió adormecida, algo que no había sucedido en sus anteriores consultas, pero estaba demasiado enfadada por el encuentro y discusión con Derrick, como para prestar atención; cuando quiso expresar su sentir, ya no pudo hacerlo, sus ojos se cerraron y cayó en un profundo sueño.

Dos horas más tarde, Valeria despertó sintiéndose un tanto confundida.

—Es normal tener un poco de confusión debido a la anestesia —dijo, alcanzándole la ropa a Valeria.

—No me había pasado antes —replicó.

—Es normal señorita, antes no hubo necesidad de hacerlo, además, fue algo que usted solicitó —informó la enfermera.

Valeria frunció el ceño, no recordaba haber pedido que la sedaran, nunca lo había hecho. De hecho, perder el conocimiento era una de las cosas que más temía en el mundo. Un nudo de ansiedad se instaló en su estómago, tan pesado como si fuera una roca.

—¿Dónde está la doctora? —preguntó para alejar aquella horrible sensación de su cuerpo.

—Tuvo que atender una emergencia, pero dijo que todo había salido bien y que la espera dentro de cuatro semanas —respondió sin más.

Valeria tomó su ropa y se dirigió al baño para vestirse, se sentía incómoda de una manera bastante extraña que ella no supo explicar, por lo que salió de la clínica.

—Valeria —la voz de Derrick le hizo tensar el cuerpo, aun así, ella hizo caso omiso al llamado del hombre.

»—¡Espera Valeria, necesitamos hablar! —dijo. Derrick había esperado ver a la doctora Lennox antes que, a Valeria, sin embargo, la doctora no le dio la oportunidad debido a una emergencia, por lo que esperó a Valeria dispuesto a hablar con ella.

—No tenemos nada más que decirnos, Derrick —respondió ella caminando lejos de él.

—Eso no es verdad —insistió él.

—Ya sé que tú nunca pierdes, Derrick, pero tienes que aceptar que conmigo jamás volverás a ganar. —Derrick se detuvo cuando ella avanzó, no tenía sentido tratar de hablar con ella y preguntar sobre lo ocurrido dentro de la clínica. Todo lo que le restaba a él, era esperar.

Derrick no sabía si rogar al cielo por que la inseminación no funcionara o pedir con todo fervor que no existiera ningún margen de error en ella… Algo que solo el tiempo podía responder…

Los siguientes días a la cita con la ginecóloga, Valeria siguió sintiéndose un tanto extraña, pero con el proyecto del centro comercial en camino, ella dejó de pensar, incluso se olvidó de sus molestias y cólicos que iniciaron dos semanas después, hasta que, a la cuarta semana las náuseas interrumpieron su mañana.

Valeria salió corriendo al baño y cayó de rodillas junto al váter, devolvió todo lo que había cenado la noche anterior y hasta lo que no, se sintió ligeramente mareada por el esfuerzo realizado y porque un viejo recuerdo se coló en su memoria, uno que decidió era mejor no recordar, con la poca fuerza que le quedó, se puso de pie y caminó al lavamanos. Se enjuagó y lavó el rostro, pensando que, quizás algo de la cena le cayó mal. Quizás el horario no fue el adecuado, ella no comía después de las diez, sin embargo, se había sentido hambrienta y no dudó en pedirle a Dylan que la llevara a comer.

—Valeria, ¿estás bien? —la voz de Zoe al otro lado de la puerta principal le hizo temblar.

—Estoy bien, enseguida salgo —dijo para tranquilizar a su amiga con quien compartía su lujoso penthouse.

Valeria miró su reflejó en el espejo, se secó el rostro y salió para reunirse con su amiga, el olor de algo friéndose le provocó ganas de volver al baño, pero se obligó a sentarse a la mesa. Zoe solía cocinar todas las mañanas y ella tenía prohibido saltarse las comidas.

—Te ves pálida, ¿estás segura de que te sientes bien? —preguntó Zoe con el ceño fruncido.

—Sí —mintió Valeria.

—¿Por qué tengo la impresión de que no es así? —le cuestionó la joven, colocando el desayuno frente a Valeria.

El olor de los huevos revueltos hizo maldades en el cuerpo de Valeria, un frío escalofrío recorrió su espalda y el sudor perló su frente, el deseo de vaciar el estómago de nuevo fue atroz.

—¡Por Dios, Valeria! —exclamó Zoe asustada al ver la palidez en los labios de la mujer.

Valeria no esperó y salió corriendo al baño en la sala, vació hasta las entrañas y ni así se sintió mejor.

—No debí comer después de mi hora habitual —se lamentó Valeria saliendo del baño y con Zoe esperando recargada sobre la pared.

—¿Comiste después de las diez? —preguntó.

—Lo hice, tenía hambre —refutó ella con un puchero.

—Sabes que no puedes comer luego de tu hora, Valeria —le recriminó Zoe con preocupación. La gastritis de Valeria le obliga a comer a sus horas.

—Lo sé, no me regañes —dijo—, no volveré a hacerlo —añadió, caminando de regreso al comedor.

—Cómete las frutas, la grasa puede sentarte mal —le recomendó Zoe, preparándole un té para evitarle el café.

—Gracias —susurró Valeria.

—No me las des, deberías hacerte un chequeo —aconsejó Zoe.

—Lo haré, pero no te prometo que sea pronto —respondió Valeria antes de ponerse a desayunar.

Mientras tanto, Derrick tachó otro día más en el calendario, desde que abandonó la clínica aquel día, había tratado de comunicarse con Valeria, sin embargo, ella le huía sin darle tiempo a cruzar ni una sola palabra.

—¿Se puede saber el motivo de tu desesperación? —preguntó Archer, quien desconocía que aquel día se había llevado a cabo la inseminación y la obsesión de Derrick con el bendito calendario estaba mareándolo.

—No lo entenderías —respondió sin verlo.

—Pues trata de explicarlo —pidió Archer.

Derrick se puso de pie, observó el edificio frente a su oficina, él sonrió, estaba tan cerca y tan lejos a la vez.

—Derrick.

—Hubo una equivocación el día de la inseminación, Archer.

—¿Qué quieres decir? —preguntó y sin darle tiempo añadió—: pensé que lo habías suspendido.

—No llegué a tiempo, la doctora Lennox inseminó a Valeria por error…

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