Lo miro a los ojos y el a mí.
—Suéltame —susurro firme y lo hace. Miro mi brazo, esta rojo, lo sobo.
—Lo siento —dice pero no confío en él, al contrario, a la hora dudo de que es verdad y que es mentira de todo lo que dice, y que clase de persona es.
—Porque no dejas de decir lo siento —miro a la nada y se pone a mi lado.
—De verdad lo siento, yo... —lo interrumpo, no quiero escuchar más mentiras.
—No te creo nada de lo que dices, así que ahórratelo —digo segura, me mira y sonríe.
—Ok —dice y me mira serio.
—Sé que no viniste a disculparte, con la cara de felicidad que tenías ayer no creo que lamentes nada —digo seguro y trato de mostrarme lo más seguro que pueda.
—Tienes toda la razón, no lo lamento, para nada —lo miro enojada.
—Dime algo que no sepa —sonrío sarcástica —ilumíname —digo y sonrío.
— ¿Cuándo hablaste con tu madre? —Borro mi sonrisa. Si pudiera retroceder el tiempo le habría dicho la verdad a mi mamá, tal vez no estaría aquí hoy. —Te hice una pregunta sencilla, responde