Andrea estaba lista para salir al supermercado, en una compra rápida para organizar el cumpleaños de Azucena. Estarían sus amigos de la escuela, los papás de sus amigos, sus abuelos y su tío Alexis, pero nunca imaginó que al abrir la puerta principal, nuevamente estaría Javier, esperando desde el otro lado de la calle para hablar con ella.
Petrificada miró a su ex marido. Javier tampoco tenía palabras para iniciar el contacto. Sólo la miraba, avergonzado e inquieto, deseando explicar tanta ausencia, pero sin palabras para ello. Así permanecieron un rato, hasta que, al no haber escuchado el motor del auto en