Sofía quería ayudar, pero en esas circunstancias sabía que sólo conseguiría distraer a Diego en lugar de serle de utilidad. Al final sólo pudo esconderse detrás de la ventana, sintiéndose atemorizada.
Los disparos continuaron.
Pronto, Diego salió por la ventana y llegó al lado de Sofía.
—¡Vamos!
—Esos hombres...
—Parece que Julio ha traído aquí a sus hombres. Deberíamos irnos y dejar que se ocupenellos —dijo Diego.
Sin esperar a que Sofía hablara, la cogió de la mano y se dispuso a marcharse.
Sofía oyó disparos no muy lejos y se preocupó por Julio, pero también sabía que era mejor marcharse rápidamente. Si eran atrapados, eso solo obstaculizaría los esfuerzos de Julio contra los secuestradores.
Los dos escaparon sigilosamente.
Sofía se dio cuenta de que estaban en una residencia normal. La casa no era grande y sólo tenía un pequeño patio. Permanecieron en el patio escondidos, vigilando su entorno y planeando su próximo movimiento.
Parecía que los secuestradores estaban ocupándose de J