A las diez, Sofía y su grupo llegaron a un puesto de comida en la calle y pidieron algunas brochetas y cerveza. El incidente de ese día dejó a todos con un peso en el corazón. Afortunadamente, no pasó nada grave. Sofía no se atrevía a imaginar cómo sería la vida de Francisco si las cosas hubieran salido mal.
—Lo siento, Sofía...— Valentina se sentó al lado de Francisco, mirando a Sofía al otro lado.
Sofía agitó la mano con resignación, suspirando,
—Mientras estés bien y no vuelvas a hacer algo así, está bien. Incluso si no piensas en ti misma, debes pensar en mi hermano. Sabes cuánto te ama.
Las mejillas de Valentina se pusieron rojas, sintiéndose culpable y un poco avergonzada.
—Sí, no lo haré de nuevo, especialmente después de resolver los problemas con mis padres. Incluso si Sofía no lo menciona, no haré algo tan estúpido.
—Come rápido, las brochetas de este lugar son deliciosas— dijo Francisco, animando a Sofía y a los demás a disfrutar de las brochetas. Ahora que la situación es