—Gracias que amable eres, estoy admirado de tú atención—repicó con un tono de sarcasmo, elevando su ceja izquierda.
—Deberías estar acostumbrado a mí —habló con la boca llena.
—Por Dios Camilla, no hables con la boca llena, tú madre toda decente y educada, si te ve, le da un soponcio.
—Déjame ser ¿s