—¿Ya me vas a decir a dónde vamos? —preguntó Lia después de quince minutos de viaje.
Esa mañana Matteo la había despertado temprano y luego del desayuno le dijo que iban a salir. Hasta ese momento no sabía a donde se dirigían y conociendo a Matteo, él no le diría nada, pero al menos tenía que intentarlo.
—Llegaremos en breve y lo sabrás.
—No puedes simplemente decírmelo —insistió.
—Eso arruinaría la sorpresa.
—Puedo fingir estar sorprendida de todos modos.
Matteo soltó una carcajada y luego se inclinó para darle un beso fugaz. Él devolvió la vista a la pista y no dijo nada más. Lia soltó un suspiro y se rindió, sabía que no iba que él le dijera que estaba planeando.
Las casas a los lados de la pista comenzaron a aparecer con men