Después de que Matteo salió de la habitación, Lia se sentó en el sofá que había a un rincón. No tenía las fuerzas para mantenerse en pie, sentía que se iba a derrumbar. El dolor ya no solo era por la pérdida del bebé, también tenía que ver con el hombre que amaba. Estuvo tan tentada de salir y buscar a Matteo para decirle que había cometido un error al decirle que se iba a ir. Pero no podía hacerlo, necesitaba alejarse de ese lugar.
Cuando se cansó de lamentarse se puso de pie y fue hasta su armario para alistar sus maletas. Las colocó encima de la cama y una a una fue poniendo sus cosas dentro. Cada cierto tiempo se detenía tratando de escuchar algún sonido. Quería creer que Matteo no se había marchado así sin más; sin embargo, no podía decir que ella le hubiera dejado otra opción.
Estaba terminando de vaciar uno de los cajones donde estaban guardadas sus pertenencias cuando sus manos agarraron un objeto alargado. Sabía de qué se trataba mucho antes de verlo. No estaba segura de quere