Nuestros hijos
ELIJAH.
Escucho con mucha atención todo lo que le dice la doctora a Valentine y no puedo evitar sonreír con emoción cuando le pide que se cambie y que se acueste sobre la camilla para proceder a realizar la última ecografía antes del parto.
—¿Estás nervioso? —Inquiere Valentine, mientras la ayudo a bajar el cierre del vestido que está utilizando, desde que nos reencontramos la ayudo a cambiarse y vestirse, dado que se le dificulta mucho.
Respiro profundo y asiento aunque no pueda verme, más que nervioso, estoy muy asustado. No sé cómo vaya a reaccionar cuando escuche el latido de nuestros hijos o cuando nos digan su sexo, si es que permiten que lo sepamos antes del parto.
—Para serte sincero, estoy nervioso y asustado a la vez —contesto y me agacho para tomar el vestido antes de que caiga al suelo y sacarlo de sus piernas—. ¿Tú estabas igual cuando viniste a realizarte la primera ecografía?
Valentine asiente mientras le coloco la prenda que le dio la obstetra cuando l