-De Anchorena- exclamó el guardia de seguridad golpeando con su bate los barrotes.
Desganado, el nombrado levantó la vista.
-Sal- ordenó mientras abría las rejas.
Thomas obedeció y extendió sus brazos hacia adelante con las muñecas juntas, esperando a que el guardia le colocara las esposas para poder salir de su celda.
-Tan solo sal- dijo con impaciencia- Pagaron tu fianza, eres libre.
-¿Eh?- exclamó incrédulo- Yo no pedí eso, rechacé al abogado- protestó retrocediendo.
El guardia de seguridad lo observó con una ceja enarcada. ¿Le habían pagado su fianza y se negaba a salir de ese maldito agujero maloliente?- Ya sal de una maldita vez, me estás colmando la paciencia- Ordenó.
No tuvo más opción que obedecer y salió.
El preso caminó junto al guardia en completo silencio mientras cruzaban un largo pasillo hasta un cuarto donde se encontró cara a cara con la persona que menos hubiese deseado ver- Padre…- exclamó sin emoción.
-No te veo muy agradecido por haberte pagado tu costos