PARTE 05

Ese día se la paso llorando hasta la hora de recoger a la pequeña, tratando  de disimular, pero era imposible le invento algo a la hermosa niña en su ingenuidad le  creyó, fueron a  casa

—Gracias, amiga, de verdad muchas gracias — Mientras la tomaba de la mano.

—Porque lo dices princesa, aunque sé que sea lo que sea no tienes nada que agradecer — Inclinándose a su altura, acariciando su suave y lizo cabello casi rubio de la pequeña Diana antes de entrar a la casa.

—Gracias, porque eres muy buena conmigo, yo nunca tuve una amiga que me busque a la escuela o me prepare el desayuno, por eso estoy muy feliz, mi corazón da volteretas de lo feliz que se siente, es como si uno de mis sueños se volviera realidad.

—Me alegra mucho pequeña, pero dices que uno de ellos y los otros ¿Cuáles son?

—Es un secreto, algún día te contaré, como secreto de chicas amigas.

—Así que, teniendo secretos con tu amiga, y si te hago cosquillas me dirás tu secreto.

Y empezó a jugar con la pequeña la perseguía para hacerle cosquillas la risa de ambas era enternecedora de pronto entro William y ninguna se dio cuenta solo las veía dar vueltas por la sala oír la risa de su hija era como dulce melodía para él, no recordaba la última vez que la había oído así siguió observándolas se veía también el brillo en los ojos de Mariam, en cambio ella sentía que las risas de la pequeña la hacían olvidar el verdadero motivo por el cual estaba ahí, le hacían olvidar el martirio de su vida, era como si su risa fueran medicina para el alma rota

Cuando por instante se detuvieron para tomar aire, fue ahí que se dieron cuenta de que William había llegado y estaba tomando un vaso de agua observándolas, se sintió avergonzara como a quien pescan haciendo alguna travesura, su rostro se sonrojó provocando que él sintiera un pequeño nudo en la garganta por ese detalle casi imperceptible.

—Disculpe el escándalo, no lo vimos entrar. — Llevando su cabello hacia atrás un hábito que siempre tenía cuando estaba nerviosa, era el mismo hábito que él había visto el día de la oficina.

—Si papi, no te vimos, es como mi amiga me estaba haciendo muchas cosquillas y si sabe hacer cosquillas. — Todo esto con la respiración agitada y la cara roja.

— No se preocupen señoritas, sus risas eran como música para ms oídos y que bueno, señorita Beltrán que sepa hacer cosquillas a mí no me salen. Además, ambas se ven muy bonitas cuando sonríen.

Mariam se sintió avergonzada, no estaba acostumbrada a los cumplidos, solo a los insultos y agresiones así que esto era algo nuevo para ella. Trato de desviar el tema para no pensar en ese tipo de cosas.

—Señor si me permite, esta princesa hermosa tiene que hacer sus deberes — Tomándola de la mano a la que la pequeña contesto.

—Si mi capitán, como diga mi capitán, a la orden mi capitán — Ese día habían hecho en la escuela el ensayo de una obra de teatro y aunque ella no participaba por primera vez ayudo con la escenografía y lo hizo por voluntad propia. Luego de hacer sus debes, la pequeña le enseño a Mariam donde estaban los juegos de mesa, sacando un viejo monopolio de un armario, la misión era enseñarle a su amiga como se jugaba y solo faltaba un jugador su padre.

—Papi mucho te demoras, ya ven que el banco no se abre solito. —Elevando los ojos hacia arriba provocando que su amiga se riera un poco por lo graciosa que ella se veía.

—Ya voy señorita, ya voy, ¡Listo! Yo estoy acá.

Antes que el juego empezara, Mariam se sujetó el cabello dejando ver su cuello y su tersa piel, William tenía que reconocer que ella no era una mujer despampanante, con ropas ajustadas que llamaran la atención a simple vista, pero tenía algo que otras no tenían, que era ternura en su mirada y el hecho que su hija sonriera de esa manera al estar con ella le daba ese no sé qué ninguna mujer había tenido antes o él no se había dado cuenta, aunque William era un hombre muy guapo no era de tener novias o cosas parecidas solo contrataba a una dama de compañía en particular cuando  ha sentido deseos de compañía femenina nunca le iba a reclamar  algo, muchas mujeres intentaron seducirlo creyendo que con escotes, alhajas, mucho maquillaje y una sonrisa fingida lograrían descongelar su frío corazón sin imaginar que lo que causaban era un efecto contrario, causaban que les dieran asco pues le recordaban que de esa manera se vestía su exesposa la única mujer que logro marcarle la existencia de una manera que hizo que nunca más quiera creer en el amor, pero Mariam parecía ser diferente, serena, sencilla con un ángel difícil de encontrar o eso creía, volvió su mirada al juego tratando de sacar esos pensamientos de su mente, al enseñarle a Mariam las reglas del juego, resulto que aprendo muy rápido ganándole a William muchas veces luego de una hora de juego se dieron cuenta de que debían ya cenar.

—Bueno, la hora de la cena ha llegado, creo que hoy descongelaremos espagueti con salsa blanca — No era el plato preferido de Diana, a lo que la pequeña que tenía muy buena memoria agrego.

—Amiga hoy es martes, pero es como si fuera un lunes, entonces hoy si puede cocinar, papá ¿Verdad que lo dijiste? En la mañana.

—Princesa, estás torciendo mis palabras, yo dije que el desayuno, no podemos abusar así de tu amiga, todo porque no te gusta el espagueti con salsa blanca.

—Papi, pero es lo mismo, porque igual es estar en la concina y prender la estufa ¿Verdad amiga?

—Tal vez es un atrevimiento de mi parte lo que les voy a decir, pero creo que la pequeña me leyó el pensamiento, e interprete que es primer día era como un lunes les prepare algo sencillo que espero que les guste.

Y saco del horno un pastel de papas estilo paella, cuando lo vieron y sintieron ese riquísimo olor, tenían la cara de a quienes se les hacía agua la boca, ese olor delicioso, ambos hicieron el mismo gesto de sentir ese exquisito aroma eso solo hizo sonreír a Mariam. Comieron entre historias del día de cómo le fue a Diana en la escuela lo contaba con tanta naturalidad sin necesidad de que la presionen eso era algo que no hacía tan seguido como a William le hubiera gustado.

—Papá, sabes Tomás empujo a Karina del Columbia durante el receso. — Metiendo una cucharada de comida a la boca.

—¿Cómo es eso posible? Y la maestra ¿Dónde se supone que estaba? Cuando no debería permitir que esas cosas sucedan.

—Estaba cerca, pero él fue muy rápido que la maestra no se dio cuenta, Karina se puso a llorar y luego Tomás le pidió disculpas y soplo su rodilla lastimada y ella luego le dio un beso en la mejilla y salió corriendo.

—¿Como que un beso? Como se les ocurre, que les pasa a estos niños hablaré con tu maestra seriamente, — Empezando a levantar ligeramente la voz, Mariam vio el rostro triste de Diana así que tuve que intervenir.

—Princesa, tu sabes que los niños no deben hacer esas cosas, como los besos son para la gente grande ¿Lo sabes cierto?

—Si por eso le conté a la maestra y dijo que hablaría con los papás mis compañeritos, los niños y las niñas podemos ser amigos y jugar, pero no darnos besos eso nos explicó una maestra a todos — Mirando de manera dura a su padre como diciendo papá no me dejas terminar de hablar y ya estás gritando.

Su padre se sintió avergonzado, su instinto de macho alfa lo hizo reaccionar como cavernícola, ya se veía a si mismo exigiendo el despido de esa incompetente maestra, pero la oportuna intervención de Elizabeth le hizo dar cuenta al señor cavernícola que hay otras maneras de manejar esas situaciones.

—Bueno, princesa ya vas por tu segunda porción, ahora a lavarte los dientes y darte un baño con mucha espuma.

—Me ayudarás lavando mi cabello — Recordando los comerciales de champús donde las mamás ayudaban a sus hijas.

—Sería todo un honor su majestad lavar tan hermoso cabello.

—Yo soy una princesa y quiero que algún día seas la Reina del castillo y mi papá porque el es el rey y esta casa como un castillo—Pensaba la pequeña en secreto, para luego subir de manera rápida las escaleras para preparar todo para su baño.

Tras ella fue Mariam luego de lavar los trastes usados, media hora después subió William quien se sintió feliz ante la escena delante de sus ojos, la pequeña princesa de papá tenía el cabello lleno de espuma con los ojos cerrados mientras su amiga vertía agua sobre él, cuando lo vio sonrió y le dijo.

—Señor disculpé, pero creo que esto es momento de chicas verdad Diana.

—Si papá, es momento de chicas antes de irte nos puede tomar una foto con tu móvil, por fis.

—Claro lo que la princesa diga.

Así lo hizo quedando inmortalizado tan dulce momento, con él pensando esto debería haber hecho algo como esto hacía mucho tiempo, que algo como esto debió estar con su pequeña en este momento debió ser Carolina, pero no quería pensar en el pasado y no se ha arrepentido de hacer lo que hizo con tal que su hija no creciera con la idea de tener un monstruo como madre, porque cada vez que la culpa se asomaba pensaba que hasta el animal más salvaje tenía más instinto que aquella mujer que una vez amo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo