15. ¡Te quiero lejos de mi mujer!
— Basta, Simón, tienes que irte. Si Ramsés te descubre aquí…
— ¿Qué? ¿Qué me hará? No le tengo miedo — enfrentó con valentía, y tomó las manos de Gala entre las suyas. Ella intentó oponerse, pero él fue más insistente —. Por favor, Gala, vámonos de aquí. No eres feliz. No amas a ese hombre.
— ¡Tú qué sabes! ¡Yo…! — parpadeó. Tenía sentimientos encontrados. Sentimientos que, después de la noche en la que consumió su matrimonio, no podía sacar de su cabeza, ni de su corazón.
— ¡Lo ves! — sonrió Simón, orgulloso, y tomó el rostro de Gala entre sus frías manos —. Todavía me amas, todavía… me amas como yo a ti. Vámonos Gala. Lo tengo listo para sacarte de aquí. El helicóptero, el dinero, todo. Vine por ti. Vine por nosotros, mi amor — y sin más, pegó sus labios contra los suyos de forma enérgica, robándole un beso.
Gala abrió los ojos y se tensó, rechazando inmediatamente el contacto de Simón sobre sus labios. No lo deseaba. No del modo en el que… deseaba que fuesen los labios de su marido