261. PROBLEMAS EN LA MANADA
JACKING:
El aire dentro del salón era espeso, casi pesado por la tensión que se respiraba. Los antiguos, de pie en un semicírculo, murmuraban palabras apenas audibles. Sus miradas, cargadas de preocupación, se volvían hacia nosotros en el instante en que cruzábamos el umbral.
—¿Se puede saber qué es lo que están haciendo? —pregunto con una voz potente de Alfa.
Uno de ellos, el Alfa Aramus, un lobo cuya presencia era muy imponente, era el que más exigía. No puedo creer que, como él, muchos Alfas le gritaban a los antiguos, que trataban de contenerlos. También veo cómo muchos de los lobos sombra los tienen sometidos.
—Mi Alfa —se adelanta el antiguo mayor—, tenemos dos casos muy complicados aquí.
—Explícame una cosa, ¿por qué no pueden los antiguos ejecutar la tarea que les encargué? —pregunto, furioso.
—Bueno, mi Alfa —inicia a explicar el antiguo Esmed—, el Alfa Cooper de Australia no recibió ningún poder; en su lugar, lo hizo su hijo mayor.
—Muy bien, eso quiere decir que