Las suaves sábanas rozan mi piel demasiado sensible. Un calor sofocante me cubre todo el cuerpo y comienzo a sudar. Siento una cosquilla ascender por mi vientre y una brisa de aire frío alivia por unos segundos mi alta temperatura. Me remuevo sobre la cama, buscando un alivio a esta sensación de estar acorralada que me llena por momentos. Sin embargo, un cuerpo duro se presiona contra mí.
Levanto mis manos y al tocar lo que sea que me tiene encerrada, me parece reconocer un pecho ancho y fornido; ahogo un jadeo al imaginar el dueño.
—¿Chris? —jadeo, con un susurro.
—Sí, cariño, soy yo. —La voz del Chris de mi sueño se escucha baja y ronca. Sexy.
—¿Qué…haces? —pregunto, cuando una mano suya se pega a mi cadera y comienza a dibujar con sus dedos sin un patrón evidente.
—T