Capítulo 25

La lluvia caía a cantaros y no dejaba de ver las gotas resbalarse por la ventana mientras tomaba un café cargado con leche descremada. Observo la hora que marca el reloj digital colocado minuciosamente sobre la mesilla de noche de mis padres, desde que murieron no había tenido el valor suficiente para entrar, pero esta noche después de lo que pasó con Stephan tomé el coraje necesario y entré. Él está dormido en la sala con un enorme hematoma y un dolor horrible en la entrepierna. Sonrío al recordar lo que había pasado; Básicamente estaba cansada de seguir su estúpido juego de sumisa, por lo que tras engañarlo fingiendo que seguía su juego, terminé por darle un puñetazo en su rostro perfecto, para luego darle un golpe de gracia en los bajos. El pobre me suplicó que lo dejara en paz y le permitiera quedarse solo esta noche argumentando que por la mañana desaparecería de mi vida.

Ver la ha

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