Mirándonos a ambos, el detective apenas podía controlar su nerviosismo.
- ¿Quién es? - volvió a cuestionar.
- Esa no es la pregunta - dije con seguridad - la cuestión es ¿Estará dispuesto por una asesina a arriesgar su carrera y su libertad?
Se acomodó en la silla, dando claras señales de inquietud, pero no se atrevía a hablar, finalmente se levantó y expresó con un tono inseguro.
- Tengo cosas que hacer, cualquier eventualidad me llaman - y salió con rapidez de la mansión.
El rubio me miró con inteligencia.
- El mensaje le llegó fuerte y claro - comentó - está consciente de que sabemos su implicación en los hechos.
- ¿Y vamos a dejar que salga sin castigo de este problema?
- Es que... - dijo - es difícil de probar, pero ya buscaremos la vía de hacerlo.
Le di la espalda, pensando en marcharme, pero mi protector alcanzó a tomar mi mano derecha y la besó con ternura.
- Te amo, antes de tomar cualquier decisión, piensa en ello.
- ¿Sabes lo que más me molesta?
Negó