Me tiende sobre ella y luego se desprende de su bóxer mojado por la ducha caliente que le di, su erección queda libre ante mis ojos, que se abren con sorpresa, sabía que era grande y largo, pero por alguna razón me sorprende. Él sonríe con picardía al ver mi expresión, me toma de los tobillos y tira de mi acercándome al borde la cama, donde luego me susurra
— date la vuelta...— obedientemente me giro y lo escucho divertido
— eso... así me gusta, obediente, buena chica...—
De la nada una nalgada cae sobre una de mis nalgas haciéndome gritar de sorpresa, luego sus manos se posan sobre ellas masajeándolas y abriéndolas un poco. Siento como sus dedos nuevamente viajan hasta mi abertura y se humedecen en ella para luego arrastrarlo hasta mi ano.
Un gemido de placer se escapa de mis labios, luego su boca asalta mi abertura una vez más,