Capítulo 19.
Devan
—¿Lo ves? ¿Puedes apreciar su gran belleza? —Cuestioné observándola con suma atención. En el planetario, podíamos ver a Saturno, nuestro planeta favorito sin lugar a dudas, de una manera completamente diferente a la que acostumbramos.
—¿Qué? ¿Hablas de Saturno? —Preguntó y yo asentí de inmediato—Sí, por supuesto que puedo ver su exquisita belleza.
—¿Sabes algo? Si Saturno no tuviera tan malas características para la vida humana, me encantaría que tú y yo formáramos una vida allí —aclaré.
—¿Cuáles son todas esas malas características que tiene nuestro universo? —Volvió a preguntar, esta vez mostrado lo curiosa que se sentía al respecto—Dime, porque no lo sé.
—Saturno es muy grande, aproximadamente setecientos cincuenta veces más que la tierra. También es demasiado frío y llega a presentar tormentas de auténtica pesadilla, está formado mayoritariamente de hidrógeno y es ovalado, tiene el mayor cuerpo de anillos del sistema solar, tiene ciento cincuenta lunas y minilunas, desprende